12: Ayuda

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Había llorado alrededor de media hora, golpeando todo lo que encontraba y maldiciéndose a cada segundo, se repetía que si fuese un poco más maduro habría escuchado a Kenzie y no habría bebido. Sin embargo, ahora ya no había tiempo para seguirse lamentando; después de lavarse el rostro y asegurarse frente al espejo que su imagen era presentable como para salir, abrió la puerta de su casa y se dirigió a buscar a su primo Dexter, necesitaba ayuda, la que fuera, pero la necesitaba.

Agradeció el hecho de que su primo estuviese solo, o casi solo, su tío no estaba en casa y la media hermana del ojiverde se la pasada metida en su cuarto, así que no era problema. Ni bien el menor salió a abrir la puerta tomó la muñeca de su primo y lo jaló hacia fuera, necesitaba un lugar abierto para hablar con tranquilidad.

-deja de jalonearme-se quejó Dexter-vas a dañar mi sudadera

-tienes como mil de esas-le dijo el de orbes celestes-estoy en crisis, Dexter. Soy un idiota

-eso ya lo sabía, no debería ser una crisis-respondió burlón el menor-

Akira se detuvo y volteó a ver a su primo.

-anoche fui a una fiesta y bebí-contó, recibiendo una mirada de <vaya novedad> del contrario-llamé a Kenzie...le dije que no sabía por qué me había fijado en él. Lo lastimé, Dexter

El rizado frunció el ceño y golpeó el pecho de su primo.

-eres un tonto, Akira-reclamó el ojiverde-¿Cómo haces eso?

-lo sé, lo sé-el pelirrojo parecía desesperado-él no quiere hablar conmigo, no va a contestarme si lo llamo pero, necesito, necesito explicarle, decirle que jamás pensaría eso. Dexter, él de verdad me gusta...estoy enamorado de Kenzie

-bien, respira ¿sí?-le indicó el menor, palmeando su espalda-¿Qué has pensando?

-tengo que ir a Inglaterra-declaró decidido el mayor-

-Akira ¿tus neuronas se fundieron?-Dexter arqueó una ceja por detrás de sus gafas-

-no. Mi corazón se rompió-dijo mientras sus orbes celestes reflejaban tristeza-ahora más que nunca comprendo lo que decía, Kenzie. Estos seis meses de prueba. Él quería saber si podríamos lograrlo ¿y qué hago yo? lastimarlo. Tengo que verlo, tengo que decirle todo esto que siento

-¿y cómo piensas llegar a Inglaterra?-el rizado se cruzó de brazos-no queda girando en la esquina ¿sabías?

-me he dado contra la pared pensándolo-suspiró Akira-y sé que solo una persona me puede ayudar con eso

El menor lo meditó.

-tía Carey-dijeron al unísono al cabo de unos segundos-

-no está de más intentar-asintió Dexter-vamos

Carey Donnelly, no era una familiar de los O'Brien aunque Akira y Dexter le dijeran tía, Carey era la mejor amiga de Suki. Aquella mujer de cabellos rubios y ojos miel había sido una reconocida bailarina en su adolescencia, conoció a la madre de Akira en el teatro del condado Galway, la japonesa no manejaba muy bien aún el idioma pero, se sintió atraída por la música y la puesta en escena de las bailarinas, desde ese día sus caminos se cruzaron y terminaron siendo como hermanas. 

El fatídico día en que Suki murió Carey también iba en el tren aunque no en el mismo vagón, la rubia la había dejado sola un momento para ir a charlar con su prometido cuando todo sucedió. La muerte de la japonesa de orbes fieros le afectó de sobremanera. Hoy en día imparte clases de ballet a las niñas del condado-también a niños interesados en el asunto-y visita a Akira cada vez que puede, ella le prometió a su amiga que cuidaría del pequeño pelirrojo. 

Si alguien podría ayudarlos esa era Carey.

Llegaron a la pequeña casa con un vistoso jardín donde hallaron a la rubia cuidando de un par de tulipanes, era una amante de la jardinería y cuidaba a sus flores con mucho empeño.

-¡Tía, Carey!-gritó el de lacios cabellos rojos corriendo hacia ella-

-Hola, cariño-le sonrió la mujer al verlo-¿cómo estás?. Hola, Dexter. ¿Estás mejor de ese refriado, corazón?

-Hola, tía. Sí, mejor, pero...-respondió el rizado-Akira necesita ayuda

La rubia asintió, dejando la regadera a un lado e invitándolos a pasar. El salón tenía una decoración colorida en tonos pasteles, los muebles con cojines celestes y melones daban un aspecto dulce y alegre a la casa, las cortinas blancas ondeaban con suavidad y el olor a jazmín perfumaba el lugar; tomaron asiento en los muebles mientras Carey les bridaba chocolate y galletas, allí Akira le contó toda la historia, desde el campamento donde conoció a Kenzie hasta su urgencia de ir a verlo a Inglaterra.

-sé que te estoy pidiendo demasiado-dijo de manera cabizbaja el de orbes azulados-pero, no sabes cómo me siento tía, Carey. Me duele, me duele muchísimo, realmente no quiero que se aleje de mí

-cariño, no te pongas así-pidió con dulzura, acariciándole los cabellos-sé que te duele, nadie está listo para dejar ir a alguien que quiere. Le prometí a Suki que te cuidaría como a un hijo y, sí ese tal Kenzie te hace feliz estoy dispuesta a ayudarte

-¿de verdad?-el rostro de Akira se iluminó al instante-

-con condiciones-aclaró la de cabellos rubios-en parte la culpa es tuya. Tu amigo tiene razón, no deberías beber, no estas en la edad, deberás limpiar mi estudio de ballet por dos meses. Será tu castigo.

-lo acepto-el pelirrojo asintió-fue mi culpa lo sé y, dejaré de beber, por Kenzie

-entonces le diré a sus padres que dormirán en mi casa mañana domingo y el lunes yo los llevaré al colegio, diré que me ayudarán a limpiar mi jardín y alguna cosa-le explicó Carey-compraré los pasajes para ti y Dexter

-¿y él por qué?-Akira enarcó una ceja-

-gracias, primo-resopló el rizado-no volveré a ayudarte

-porque de ninguna manera irás solo y yo no puedo acompañarte-puntuó la de ojos miel-

-¡pero es menor que yo!-exclamó el de orbes azulados-

-y más responsable y centrado que tú-le dijo Carey-

El mitad japonés a pesar de estar ofendido por aquello asintió.

Todo sea por ver a Kenzie.

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