08: Despedida

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Autos se estacionaban en las afueras de las cabañas, padres aguardaban por sus hijos, chicos y chicas se despedían de sus amigos de verano, el lugar se vaciaba de a poco y todos se alejaban con una enorme sonrisa y gratos recuerdos, o casi todos.

Lejos del bullicio y la algarabía, el ruido y los motores, un chico pelirrojo y uno pelinegro yacían abrazados a orillas del lago, fundidos en los brazos del contrario, en los sentimientos tan intensos, en su despedida, efímera a pesar de estarse grabando como fuego sobre sus pieles. Los brazos del menor se aferraban con fuerza a la espalda del británico, no queriendo soltarlo, temiendo de que en cualquier momento sus sentimientos puedan esfumarse; las manos del mayor aprisionaban con suavidad y firmeza la cintura del irlandés manteniendo su mentón sobre la cabeza del pelirrojo, queriendo guardar en su mente cada detalle de su último encuentro, inclusive el aroma dulce a fresas de los cabellos del que quería considerar su chico.

-no quiero dejar de abrazarte-susurró Akira contra el pecho del pelinegro-

-ya nos deben estar esperando, a ti tu papá y a mi mamá-explicó el de orbes grises, besando la frente del menor-

-bien, te enviaré un mensaje cuando llegue a casa-suspiró el irlandés, separándose del mayor-cuídate por favor

-lo haré-le sonrió el británico-

Akira asintió dispuesto a marcharse a pesar de querer quedarse allí ¿Quién lo diría? después de que se había quejado tanto de ese lugar.

Lo siguiente que sucedió ni siquiera alcanzó a procesarlo, sintió el cálido agarre de Kenzie sobre su muñeca, presionando hasta acercarlo lo suficiente para que sus respiraciones chocaran, con sus rostros a escasos centímetros, sus pechos pegados no dejando paso ni al aire entre ellos, el choque de colores gris contra celeste ocasionando un torbellino de sensaciones, los labios del pelinegro presionando sobre los del pelirrojo.

Cálido, indescriptible, suave, más suave de lo que imaginaba, dulce, como su helado favorito, prohibido y ansiado. La fiereza en sus ojos lo podía hacer caer a las llamas y la calidez de sus labios podían levantarlo hasta el cielo.

Estaba hundido.

Estaba enamorado.

¿Era humanamente posible querer tanto en tan poco?

Se separaron con las mejillas sonrojadas y las respiraciones agitadas, no fue más que un roce de labios que logró hacer estallar miles de emociones dentro de él, Akira sentía desmayarse, jamás se había sentido así en todos sus años de vida, y eso que eran pocos.

-¿por qué...fue eso?-alcanzó a pronunciar el pelirrojo-

-quería un recuerdo con el que soñar todas las noches hasta verte nuevamente-le dijo Kenzie, soltándolo para separase-ahora ve, deben estarte esperando

Akira no pudo decir nada, simplemente asintió repetidas veces y salió corriendo.

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