26: Te amo

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Una semana era lo que llevaba residiendo en Londres, en ese corto tiempo Akira no había cesado de trabajar con ahínco, lo primero que hizo fue buscar un lugar donde quedarse, así consiguió un pequeño departamento que no tenía más que un cuarto minúsculo donde a duras penas entraba la cama y un diminuto armario para su ropa, una mesa y un par de sillas con el espacio justo y una cocina en donde apenas podía moverse, con una refri que casi no servía, pero que era más que suficiente, además de un baño comunitario a dos departamentos del suyo en el mismo edificio. 

No era el mejor lugar del mundo, pero sin duda era tres o quizás diez veces más reconfortante que su casa en Irlanda. 

Después de ello, no había parado de buscar empleo, fueron tres días de estar en las frías calles hasta las diez de la noche tratando de hallar aunque sea algo mínimo para sustentarse, mucho intentar, casi no comer y dormir poco dieron sus resultados cuando una amable mujer le dijo que necesitaba ayuda en su mini-market; la paga no era la gran cosa, pero al menos le daba lo suficiente para el arriendo (más lo que había traído de Irlanda) y tenía un descuento de empleado que sin duda era una gran ayuda.

Ya medio asentado y con las cosas en algo de orden, lo siguiente que hizo fue destinar un poco de sus ahorros en ir a un cyber donde logró contactarse con su primo por medio de aquel juego, le dejó saber que estaba bien y que no debía preocuparse, prometió comunicarse por ese medio hasta que hallara otra forma. 

Lo siguiente que hizo fue averiguar por todas las universidades en Londres que ofertaran la carrera de Leyes, era una gran lista que ordenó desde las más prestigiosas y en descendente. Su chico era listo, lo sabía, así que tenía alta esperanza de no tener que recorrer más de diez universidades antes de hallarlo. Estaba poniendo toda su fe en ello.

Tal vez se precipitó un poco y su fe bajó dos puntos.

Llevaba dos semanas recorriendo universidades en Londres, con su empleo realmente no es que tuviera demasiado tiempo, sin embargo no importaba lo cansado que pudiese estar después de salir del trabajo, usaba lo que le quedaban de energías para ir a alguna institución a preguntar por su chico.

Hoy era uno de esos días, enfundado en un abrigo que no lo cubría del todo caminó entre el campus de leyes de aquella importante universidad preguntando si acaso alguien conocía al británico que tanto deseaba buscar. Sus ojos brillaron en alegría cuando aquella chica pelirroja le respondió con amabilidad:

-pues sí hay un Kenzie Riley aquí, no sé si sea el chico que buscas, pero se aloja en los dormitorios a veces

No tardó nada en correr hacia los dormitorios –después de preguntar hacia donde eran- pues su emoción era enorme, no era seguro, pero al menos había una pequeña oportunidad de que fuese su chico. Al llegar recorrió todos los alrededores de los dormitorios sin resultado, algo cansado, hambriento –y con frío- decidió preguntar a alguno de los chicos que parecía vivir allí.

-¿Kenzie Riley?

-sí-respondió el pelirrojo, temblando en su sitio debido al clima-es pelinegro, un poco más alto que yo, de ojos grises  y contextura delgada ¿Sabes si hay un chico con esa descripción aquí?

-uhm...pues sí, hay un Riley con esa descripción aquí-asintió el rubio-también creo que se llama Kenzie, es muy reservado y realmente no vive aquí como tal. Sé que tiene un departamento, pero se aloja aquí cuando tiene mucha tarea o exámenes

-cielos...-murmuró, felicidad dándose paso-¿sabes que dormitorio es el suyo?

El rubio hizo una mueca, volteó la mirada hacia ambos lados y cuando pareció encontrar lo que buscaba sonrió.

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