1. No te pido mucho

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Como de costumbre pasaron un par de horas hasta que pude conciliar el sueño, aunque de todas formas desperté antes de que mi alarma sonara. Dormir poco y en lapsos interrumpidos se había convertido en una rutina.

    Pude atrapar mi reflejo en la ventana y presenciar el cambio de mis ojos, que se tornaron de negros a claros como el mar. Apenas estaba amaneciendo por lo que la habitación estaba sumisa en las tinieblas. Me quedé un rato en la cama abrazando mis piernas y fui al baño.

    Volví a ver mi reflejo, pero esta vez en el espejo.

    Mi piel era pálida y al tocarla podía sentirla tan fría como el hielo, mi cabello que ahora era rubio caía desordenado por todo mi rostro dejando en claro que venía de levantarme.

    Suspire antes de abrir el grifo y humedecer mis manos para mojar mi rostro. Sali al cabo de unos minutos cuando escuche mi alarma sonar.

    Pequeños rayos de luz se habían comenzado a colar por la habitación haciendo más fácil mi recorrido por ella.

    Me acosté en la cama y dirigí mi vista al techo, intente hacer una lista de las cosas que debía hacer, pero no lo logre. Ni siquiera pude leer mis mensajes, tenía un bloqueo por lo que solo me quedé allí hasta que decidí que era hora de vestirme de lo contrario llegaría tarde.

***

— Salgamos y no acertare un no por respuesta. Pronuncio Brandon entrando a mi laboratorio con un escándalo.

    Solía hacer eso todo el tiempo y por ello había aprendido a sobrellevarlo, su madre es la dueña de la empresa para la cual trabajo y por ende mi jefa.

    Por otro lado, su hijo... un chico guapo e inteligente cuando se lo proponía solo era un par de meses mayor que yo, pero su madurez se resumía a la de un niño de nueve años la mayoría del tiempo.

    A pesar de la situación económica de su madre no era un mimado ni un caprichoso, pero si tenía algunos momentos en los que era insoportable, yo los llamaba sus cinco minutos.

    Decidí ignorarlo, no porque no me agradara de lo contrario era mi único amigo y gracias a él había conseguido este puesto.

— Me estas ignorando ¿No es así? Hice lo posible por no reírme y mantuve mi posición como pude. 

    El repitió un par de veces más su pregunta, pero yo seguí llenando todos los formularios que me faltaban. Estos días habían sido muy atareados en la empresa y casi no había tenido un respiro.

    Molestarme es uno de sus pasatiempos favoritos y lo que él no sabía era que, no tomarlo en cuenta es el mío porque su paciencia era limitada y enojarlo era muy divertido. Como dije su madurez no le hacía justicia a su edad.

    Dijo mi nombre cansado de que jugara con él y rodio el escritorio que nos separaba.

    — Tal vez no sea un cerebrito como tú, pero hasta un tonto se daría cuenta de que lo haces apropósito. Él era una cabeza más alto que yo y me duplicaba en tamaño. 

    Se puso frente mí y me quito la tableta donde estaba anotando todos los datos sin intenciones de devolvérmela. Voltee los ojos y me aleje de él para sentarme y esperar a que me devolviera lo que me quito.

    Se tomo su tiempo y se rindió cuando se dio cuenta de que no cedería a su juego y esta vez no fui capaz de contener la sonrisa que se dibujó en mi rostro. 

    — Solo una salida. Insistió nuevamente.

    No era la primera vez que me invitaba y sabía que no sería la última. Poner excusas era lo que se me daba mejor, por lo que cada vez que el me proponía salir tenía algo que hacer y lo rechazaba.

ElemindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora