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POV KYLE

–¡Karina espera!– grité mientras me paraba fugazmente del sillón, no sabía si ella seguía afuera o al menos ya había avanzado unos cuantos metros lejos de la casa.

Corrí a la puerta y salí rápidamente a la banqueta. A unos cuantos metros estaba Karina.

–¡Karina! – grite de nuevo haciendo que ella se parara y volteara a verme.

Su rostro a penas lo alcanzaba a ver, pero sabía que su expresión era de confusión.

–¡¿Aún iremos a la feria?!

Era eso lo que tenía que decirle con tanta urgencia. Alcance a ver como en su rostro se posaba una sonrisa pata luego gritar :

–¡Si, allá nos vemos! – dio media vuelta sobre sus talones y se marchó.

No pude evitar que una sonrisa saliera de mi, eso significaba que no estaba enojada por lo que había pasado en el centro comercial.

–Si– célebre mientras alzaba un puño hacia arriba.

Gire en dirección a la puerta, donde encontré a Harry cruzado de brazos y recargado en el marco de esta, estaba sonriendo con burla.

–Te trae loco– dijo y se metió a la casa.

Es cierto, ella me trae loco, pero es algo de lo que me siento feliz y orgulloso; esperanzado de estar loco por la chica correcta.

El viernes paso en tan sólo un chasquido de dedos.
En la escuela decidimos la hora en que nos veríamos. Ver su sonrisa me iluminaba al igual que escuchar su dulce voz alegrar mi corazón.

Lo único que no me pareció fue aquella cercanía que tenía con David.
Una cercanía tan íntima y llena de confianza que no me causó otro sentimiento más que celos, rabia, ira y desconfianza.

Tan solo podía podía verlo de lejos y sabía que él tenía algo entre manos.

***

Íbamos saliendo del salón cuando choque con él.

–Fíjate por dónde caminas– reclamo.

–El que debería fijarse, es otro– dije con indiferencia viéndolo de arriba a abajo con desprecio, me sentí una diva.

Nos miramos, eran miradas de esas que sabías no podías quitar, de aquellas que utilizaba para poder intimidar a alguien.

–Aléjate de Karina – sólo de un derrepente. Esas palabras me sorprendieron.

–No me digas lo que tengo que hacer– contraataque –, y si es alguien el que se va a alejar de Karina, deberías ser tu.

Puse mi dedo índice contra su pecho.
Él la apartó inmediatamente de ahí.

Nuestras miradas se jugaban un gran esfuerzo por intimidar al otro, lo cual no surtió efecto en ninguno de los dos.

–Te lo estoy diciendo por las buenas, que por las malas, algo mal podría salir.

Amenazó y se fue.

***

Esas palabras lograron surtir algún efecto en mi, pero no más grande que el efecto de protección que tenía sobre Karina.

Debía protegerla de él, debía protegerla de que no le pasara nada, debía protegerla porque la amo.

Mi Ángel OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora