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Pov Karina

Aquella mirada que me había dado David, me puso nerviosa, pero nerviosa en el mal sentido, la incomodidad se posó en mi, mientras que un escalofrío recorría mi columna vertebral, di un paso atrás.

Mire a Kyle, tal y como si estuviera buscando ayuda en él.

–Yo la invité– escuché decir a Kyle mientras sentía como ponía uno de sus brazos al rededor de mis hombros –, y si no te molesta, nos retiramos.

Dio un pequeño paso y me miró. Una mirada tan dulce y tierna, que junto con su brazo posando se en mis hombros me sentía protegida por él.

Hizo un ligero movimiento de cabeza, el cual entendí y lo seguí, seguí sus pasos alejándonos de David.

Dejándolo atrás.

Miraba el perfil del chico que estaba a mi lado, su cabello negro que caía hacia un lado junto con esa mandíbula perfilada, le daban un aire de rudeza, aquella rudeza que a inicios de año se hizo presente, pero a la vez, sabias que si pasabas tiempo con él, tenía algo más dentro, tenía aquella alegría que podría distinguirse con la de un niño, una sonrisa tan alegre que te contagiaba tan solo verlo levantar las comisuras de sus labios, una mirada tan suave y a la vez tan dura que te transmitía protección y seguridad en momentos que más lo necesitabas.

Este pensamiento, solo hizo que mi corazón se acelerará, que mi pulso aumentará su ritmo y que en mi mirada asomar a él asombro por él.
Por su manera de ser.

–No me mires tanto– dijo y sonrió.

–No te estaba mirando– contradije rápidamente mientras miraba hacia enfrente en busca de alguna distracción.

Sentí como el peso de su brazo se esfumaba.

Lo mire, esta vez llevaba sus manos dentro de su chaqueta, el frío comenzaba a hacer se un poco presente, pero no tanto como para hacer que el cuerpo de mi compañero se comenzará a crispar de esa manera.

No es como si lo conociera de años, solo lo conozco de meses, pero ese crispamiento de cuerpo era el mismo que yo tenía cuando pensaba en cosas desagradables, o que simplemente me ponían nerviosa.

Como cada final de jornada escolar, me daba terror llegar a casa y encontrarme con mi padrastro, borracho, perdido, tirado en uno de los sillones de la casa.

Siempre trate de mantenerme alejada de él, desde la muerte de mi madre.
Pero nunca pude.
Hasta esa vez, aquella vez en que al idiota de Kyle se le ocurrió seguirme - cosa que al momento agradezco-, ayudándome a salir de aquel infierno, siendo mayor de edad, terminé por quedarme en casa de Alex, donde sus padres me aceptaron con felicidad como si fuera una de ellos.

Mis pertenencias, las recogí otro día, un día en el que sabía que él no estaría en la casa, así que entre y saque mis cosas.

–Karina– lo escuché hablar sacándome de mis pensamientos.

–Dime– respondí.

–Lo he estado pensando y quería decirte si...

Comenzó a titubear mientras divagaba por su mente, al parecer, buscando las palabras correctas.

Me pare para poder escucharlo, él hizo lo mismo.

Lo mire esperando que terminará su frase.

–Quería decirte el...

Fruncí un poco el ceño mientras trataba de evitar que las comisuras de mis labios se elevarán.

–¿No tienes frío? Hace frío, debiste traer una chaqueta– se quito la suya con nerviosismo y me la coloco rodeando me con ella.

Mi Ángel OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora