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No supe cómo, ni en qué momento, pero ahora lo único que sabía es que me encontraba tirado en la cama de mi habitación, sosteniendo una bolsa con hielo sobre mi cabeza, con un ojo morado y mi labio inferior roto, mientras, Harry me daba un buen sermón de lo que no debí haber hecho, además de que se burlaba por cómo me había dejado el estúpido de David.

–Pues claro, está MAMADISIMO, era más que obvio que te iba a dar en toda tu santa madre–. Expreso Harry en tono de burla.

–Ya cállate–, le dije con molestia mientras hacía una mueca por el dolor que sentía en la cabeza.

–No debiste de haberlo hecho, te dejo como papilla–. Volvió a decir.

En un momento de estos, si él no para de decir sus tonterías, terminaré soltando un buen rodillazo en las pelotas.

Tal vez no tenía conciencia de todo lo que había pasado en la pelea con David, ni siquiera sabía si él se encontraba bien o al menos peor que yo, es lo que más desearía, poder haberlo dejado con unos grandes morados, para que vea que conmigo no se puede meter, aunque es más posible que no haya sido así ya que era cierto lo que decía Harry, aunque me duela admitirlo... David era más fuerte que yo.

–¿Harry?– hable al ver a mi amigo poner una mano en el picaporte de la puerta de la habitación, se volteo a verme –, ¿a dónde vas?–.

–Han tocado la puerta, así que iré a abrir, no se puede dejar a una persona en la puerta tocando–.

No me había dado cuenta de que habían tocado la puerta, hasta que escuche los leves golpecitos que daba a la madera de la puerta.

–¡VOY!–.

Grito Harry para salir disparado a abrir la puerta.

Me quede viendo el techo, la sensación de que alguien estaba en la habitación me hacía sentir un poco incómodo, pero extrañamente protegido a la vez; miraba a todos lados pero nada, cuando sin querer y un de repente, mis ojos se cerraron.

***

Me levanté con la mano en la cabeza, aunque el dolor había disminuido, este seguía presente.
–¿Porque hiciste eso?...Kyle–.
Se escuchó una voz a lo lejos, por más que intentaba ver quién era, no lograba ver nada, todo a mi alrededor era de color blanco, nada había más que el puro vacío.
–¿Quién eres?–. Pregunté torpemente.
–Me has decepcionado, no sé, no lo entiendo Kyle, yo no te crié así–.
Esto último me destrozó el corazón, sabía quién era la mujer de la voz, era ella, mi madre.
–¿Mamá?–. Susurré muy bajo.
–Si, esa misma–.
–¿En dónde estás?–. Dije desesperado, la quería ver, quería inundar me en su fragancia tan peculiar, quería volver a verla.
–Contigo, es donde estoy, no me podrás ver, principalmente, porque has estado haciendo las cosas mal Kyle–.
–¿Haciendo las cosas mal?...¿a qué te refieres?–. Dije.
–Aún no es tiempo, y no te lo puedo decir, tienes que darte cuenta, enfrentar las cosas tal y como siempre te lo dije, hay algo que te espera, y otra cosa, esa leyenda que te conté, por favor, siempre tenía presente, hay algo en ella, que...muy pronto sabrás–.
–¿La leyenda?–. Pregunté, no había leyenda alguna que me haya contado, tan solo era un simple cuento ese el que me había dicho de un niño con alas, pero no era leyenda, era más que fantasía en su estado puro.
–Me tengo que ir, adiós, Kyle, te amo–.
Dijo, y todo se volvió oscuridad.

***

–Kyle–. Escuchaba mi nombre en mis oídos, me movía incómodo, algo me incomodaba.
–Kyle, despierta–. Volví a escuchar la voz, esa voz es de un hombre, no me hacen tonto.
–¡CHINGADO KYLE, DESPIERTA KARINA TE ESTA ESPERANDO!–.

Gritaron en mi oído y abrí los ojos de golpe, lo que más me importaba era el nombre que había dicho Harry.

Karina me estaba esperando...

Mi Ángel OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora