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El viento golpeaba con fuerza mi rostro, los gritos de las personas que se habían subido al juego mecánico llegaban a mis oídos.

Las ganas de gritar, se quedaban a toradas en mi garganta, mientras que la adredalina corría por mis venas.
Me encantaría decir que esto era algo similar que estar en una carrera, donde los motores te daban una infinita alegría y la velocidad te atraía más a ella y no te alejaba como en este.

A mi izquierda estaba Karina, gritando y sonriendo, ella lo disfrutaba, al parecer ella es más apta para este tipo de juegos y yo no.

Aunque nuestros estilos eran casi parecidos, lo mío no eran los juegos que te hacían ver casi la muerte, porque a pesar de todo yo quería seguir viviendo para seguir viendo la hermosa sonrisa de Karina asomar por su rostro.

No pude evitarlo y grité, grité como si de eso estuviera dependiendo mi vida, como si aquel nudo en mi garganta se fuera a deshacer con aquel grito que a contrario del grito de las personas que se escuchaban, el mío era más de terror.

Mala idea era estar aquí.

Simplemente debí espera la abajo, no era como... Pero no, no podía darles alguna oportunidad para hablar, con nosotros sólo faltó eso, una oportunidad para hablar para llegar a que me terminará de  enamorar de ella.

***

–Kyle, ¿te sientes bien?– preguntó Karina minutos después de bajar de aquella monstruosidad.

Mi cabeza daba vueltas, pero aun así, no sabía cómo lograba mantenerme en pie.
Quería ir a vomitar. Peor aún así y con esa sensación mire a la chica que se encontraba a mi lado y le sonreí.

–Si– le respondí en un hilo de voz.

Dimos unos cuantos pasos más pero ya no la vi a mi lado, así que la comencé a buscar con la mirada, se había quedado parada en seco mirando otro juego, esta vez, no era uno que se llevara a cabo en las alturas mientras daba vueltas. No, este estaba en el suelo, haciendo que algunas sillas dieran vueltas a grandes velocidades con música de fondo.

Las luces eran lo más atractivo, aquellas luces fosforescentes que llamaban la atención del juego en plena noche, al igual que aquellos llamativos colores de pintura que adornaban el juego.

Me acerque a ella y la tomé por el hombro.

Me miró de nuevo con la misma sonrisa que había tenido al bajar del juego anterior.

Sentí como palideci, como la sangre daba un fuerte bajón hasta mis pies.

–Kari, no– rogué.

–Vamoooos– d e nuevo me jalo de la mano, pero esta vez me deje lleva hasta darme cuenta que estaba sentado en la silla giratoria.

***

Mi estómago se estaba quedando vacío, mi cabeza seguía dando vuelta, pero tenía que salir rápido de aquí, Karina estaba afuera sola.

Me acerque al espejo y me eche agua al rostro, esperando que el mareo se me pasara, a la vez que tomaba un poco de agua con mi boca, enguajaba y escupía el agua en el lavabo.

Me mire al espejo.

"Todo por ti Karina" susurre y sonreí a mi reflejo.

Me acomode un poco la chaqueta y salí.

Busque a Karina con la vista, estaba platicando con alguien. David.

Me acerque a ellos.

–¿Que haces aquí?

–Bueno, la feria es libre y puede venir quien quiera, ¿no?– respondí a aquella pregunta tan brusca que había hecho David.

–Pero con ella– miro a Karina, recorriendola con la mirada.

Mi Ángel OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora