≛ ѕιeтe

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ANA NO PUEDE CREER lo que ve y sus pensamientos fluyen como una cascada, furiosa y deprisa, fortaleciendo su impacto y temor. Sus supuestos la desconciertan de manera tan vil y desgarradora.

—¿Qué haces aquí?— pregunta —¿Cómo has entrado?— sigue con una impaciencia que la desespera tanto como la situación en si.

La frialdad en el rostro del hombre es una respuesta increíblemente directa y Ana desconoce por completo a la persona a quien le había entregado casi seis años de su vida.

Un escalofrió envuelve su cuerpo y en cuanto nota su acercamiento, ella se aleja aferrándose a la puerta de madera y siguiéndole con sus ojos cafés inyectados en temerosa preocupación. Le ve hacer su camino dentro del lugar y ella no sabe qué hacer. Por un segundo, se deja devorar por el miedo que siente.

—¿Cómo has entrado?

Vuelve ella a preguntar con fuerte demanda en su voz por una respuesta.

Mark se detiene, observa inexpresivo lo que le rodea y luego, se gira a observarla. Alza el rostro con el orgullo que siempre ha sentido clavando su frívola mirada en Ana una vez más.

—El como he entrado es el menor de tus problemas ahora mismo, Ana.— dice él y la morocha reconoce el amenazante tono que rodea cada una de sus palabras.

—¡Lárgate de mi casa ahora mismo!— ordena y Mark ni se inmuta ante la fuerza de su voz, encontrando inmensamente divertido lo que ella intenta hacer.

¿Estaba ella acaso intentando intimidarlo o poner su voz sobre la de él? Él debía reírse. No había sido capaz de hacerlo durante todos esos años juntos y mucho menos lo lograría ahora.

—¿Casa?— susurra él ocultando sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón, al tiempo que dirige otra simplona revisión a su alrededor. —Supongo que coincide con la simplicidad de quien siempre has sido.— habla con enorme desprecio, logrando tocar una sensible fibra en la mujer, pero enseguida, la vocecita en su mente le recuerda que él no significa ya nada en su vida.

Ana respira profundamente dispuesta nuevamente a ordenarle que abandone su casa o en el más desagradable escenario, echarlo ella misma. Sin embargo, sus palabras son eclipsadas por su despiadada voz.

—¿De verdad crees que puedes alejarte de mí así? ¿Dejarme a mí?— pregunta y el rostro de Ana palidece de un segundo a otro, sintiendo como el temor se convertía en algo más fuerte que iba creciendo a medida que él se acercaba a ella. —Dime, ¿Qué vas a hacer? Porque, seamos honestos, sin mí no hay mucho que puedas hacer.— presume él con una arrogancia que quiere nada más que destruir a la mujer.

LA CHICA   ▪︎   CEVANS (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora