Capítulo 8 Tantas cosas

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—Dime sin pensar si en mi puedes confiar~ 

Esa tarde en la cocina Holly estaba cantando mientras preparaba la cena, tal y como lo había hecho los últimos días. 

Todos en la mansión estaban ocupados, pronto sería Navidad dando inicio al fin del año, por lo que Joseph y Rosas estaban hasta el cuello de papeleo preparándose para cerrar negocios y demás actividades propias de la temporada.

Jolyne estaba ocupada aprendiendo con Wheater y sus amigas, dejándola sin ayuda en la cocina, y en verdad así estaba bien, pues podría preparar las cosas a su ritmo mientras tarareaba y bailaba. Ocasionalmente Koichi le ayudaba o estaba cerca, cuidando los jardines, por lo que tampoco estaba totalmente sola. 

Inevitablemente su tren de pensamiento le recordó a su nieto, Jouta estaba en los campos cercanos aprendiendo equitación. 

La rubia sabía perfectamente que el niño no era Jotaro, y lo supo con tan sólo verlo. 

Aún así decidió que quería tenerlo en su vida. 

Había pasado dos años en cama, devastada al enterarse del naufragio en el que había perdido a su único hijo. 

Sin embargo, el ver a su nieto le había dado esperanzas. Si el habia existido todo este tiempo sin ella saberlo, había aunque sea una mínima posiblidad de que Jotaro estuviera vivo. 

No sabía mucho del moreno, y bien podía estar poniendo a todos en peligro por un capricho, pero en definitiva quería que se quedará ahí junto a ella. 

No sólo por ser la viva imagen de su hijo, sino porque con sólo verlo podía notar que había perdido algo, y que si bien aún no conocía sus intenciones su mirada reflejaba sólo un sentimiento

Tristeza.

Ella era una madre y pudo ver que al otro le hacia falta una familia, negándose completamente a pensar mal de él y con la firme intención de apoyarlo aún sin saber muy bien como.

Su propio Stand, Okaasan*, una liana que daba frutos con la capacidad de dar vitalidad y mejorar la salud era prueba de que no dejaría de lado nadie que la necesitará.

Tal vez era egoísta e infantil, pero quería, aunque sea un momento, brindarle amor y cariño a su nieto ignorando la tormenta que se acercaba. 

Un golpeteo suave se escucho llamando su atención y fijó su vista en la ventana, dándose cuenta de que tenía un muy pequeño visitante esperando en la misma. 

La minúscula criatura le entregó una carta, con los rumores y chismes de la semana. Tristemente como había ocurrido desde que Jotaro desaparecio no había señal de él. 

Lágrimas gruesas atravesaron sus mejillas y un sollozo apenas audible resonó en la habitación, otra semana en la que aún no había señales de vida del niño de sus ojos. 

Se secó con el dorzo de la mano tratando de calmarse, pues nada ganaba poniendo mal a su familia y le entregó al pequeño otra carta,  dedicándole una sonrisa aún con sus ojos rojos. 

El pequeño recibió la misiva, asintió y se fue haciendo una vueltecita, un gesto que le saco una risa sincera a la oji verde que mejoró un poco su estado. 

Siguió cocinando sintiendo que no debía rendirse, que aún sin Jotaro aún había gente que la quería y necesitaba. 

—Hay tantas cosas que sin ti no podría hacer~ 

Siguió cantando mientras preparaba un cóctel de frutas con almíbar. 

—Hay tantas cosas que sin ti no podría ser~ 

El heredero perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora