Holly había ido al pueblo junto a Rosas para hacer una gran compra, necesitaba tener bastantes provisiones pues las fiestas se acercaban y debía tener un poco de todo para cumplir con sus expectativas auto impuestas, armar banquete tras banquete no era fácil, pero si algo hacia un Joestar era superar cualquier prueba.
Estaba comprando manzanas un poco alejada de Rosas cuando una menuda joven bastante delgada y pálida, como muchas otras que caminaban por ahí, con un niño en brazos le ofreció tímidamente un ramo de girasoles, ella entendiendo la situación de la muchacha le compro el ramo y le pidió que se quedará con el cambio que en realidad duplicaba el costo de las flores. La joven no notó el gesto pues un trueno se escuchó y el bebé empezó a llorar, las malas miradas no se hicieron esperar haciendo que la mujer se aleje avergonzada.
Holly estaba molesta por como la gente trataba a quien sea que se busque la vida y no se acomode a los altos estándares que la monarquía tan doble moral imponía, pero decir algo no cambiaría nada, en su lugar miró los girasoles y sonrió.
Eran sus flores favoritas, y sin duda las plantaria por todo el jardín en lugar de los rosales que había. Sin embargo cuando vio que Rosas se acercaba las tiró junto al camino
-Señorita Holly ya conseguí bastante carne y pescado.
-¡Oh! ¡Perfecto! Sólo falta que llegue el pavo y todo estará listo. Será mejor volver a casa.
Rosas alzó todas las bolsas y busco a Koichi que estaba con el carruaje, mientras Holly detrás de él miraba apenada las flores tocando detrás de sus orejas las marcas rosadas que su padre siempre le intento ocultar.
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Diego se había marchado con el alba, tomando uno de los caballos de los Joestar prometiendoles regresar con él. Volvería en un par de días por lo que Jouta ya no estaría entrenando. Esa situación sería ideal para descansar, pues no podía hacer mucho hasta la visita a Londres y siendo sincero encerrarse en la habitación y acabar con su pequeño proyecto de le hacia muy tentador. Tal vez se hubiera reunido con Joseph y Jolyne para hablar sobre el destino que les aguardaba; planear, quizá, una mejor manera de que la Joestar herede un título sin la necesidad de ellos competir; dejarse mimar por Holly, aún si ella lo llamaba Jotaro.
Pero ahora tenía un problema que jamás pudo imaginar.
Jolyne había encontrado su talón de Aquiles, su mayor debilidad, algo que solía ocultar a toda costa de los demás y que fácilmente podía llevarlo a la ruina. Nada más y nada menos que su personalidad oculta.
Charmy Green, su Stand, tenía una apariencia temible, casi salvaje, pero tenía consciencia y su personalidad era la de un niño bueno, muy mimado e inocente.
El había madurado mucho en esos tres años mientras viajaba buscando la salvación de su padre bajo la tutela de Risotto. No tardó en entender el lado bueno y el malo del mundo, aunque jamás involucrandose más de lo necesario.
Sin embargo su Stand aún reflejaba lo que era en el interior y que no había dejado de ser. El amado buen hijo de Kakyoin.
Logró con éxito aparentar ser alguien frío y serio por mucho tiempo agradeciendo su apariencia estoica por naturaleza, aunque todo eso se fue al demonio por no haber cerrado con llave la puerta.
Con sólo recordar la forma en la que comía cerezas y las burlas que le dedicó su tío Polnareff ya se sentía mal. No quería ni imaginar que había mostrado Charmy cuando dormía.
No es que fuera malo, pero la única persona que podía hacer eso y salir con la autoestima intacta era seguramente su padre.
En ese momento cuando se jalaba el cabello un pensamiento cruzó por su mente y cambio su rostro avergonzado a uno completamente enojado ya que se dio cuenta de algo.
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El heredero perfecto
FanfictionAño 1886 Inglaterra La familia Joestar está a la espera de nombrar un heredero. Jolyne Joestar es, quizá, la única en la línea de sucesión. Sin embargo esta no es una sucesión normal. El tiempo está en su contra, hay quienes quieren que la familia...