—¿Más té?
—Sin azúcar, por favor.
En una cómoda mansión cerca de El Nilo, dos personas disfrutaban de un paisaje caótico que al parecer nadie más notaba. Las estrellas con su brillo que habitualmente eran imperturbables ahora se veían cómo ráfagas de luz acelerando, parando a ritmo irregular haciendo parecer que el cielo se rompería en cualquier momento. Sin embargo, esos dos hombres no le temían a ese extraño espectáculo; es más, en realidad no le dieron importancia.
—¿Qué crees que pasará ahora? —aquel que coleccionaba almas en títeres preguntó con total tranquilidad mientras sorbía un poco de su bebida, en tanto el visitante batía con una cucharilla su propia infusión.
—No lo sé —el otro egipcio, que fijaba su vista en la taza que tenía ahora en frente, apretaba los labios hacia adentro, intentando evitar formar un puchero como solía hacer su pareja.
—Me encantaría estar ahí, dónde las almas interesantes se están por reunir. Pero la gravedad es muy fuerte para simples mortales como nosotros —aquel que usaba un extraño sombrero rió al final de su frase mientras cambiaba su mirada ligeramente simpática por una más siniestra— no me molestaría ganarme un alma o dos.
El de cicatrices lo miró de reojo, pero descartó cualquier idea. No era el momento de pelearse con otro usuario, no cuando sería totalmente inútil.
—Como sea, si nuestro destino realmente está en manos de los Joestar y su sangre, al menos espero que hagan un buen trabajo.
—No dudo de las habilidades del señor Joestar, ni de Jotaro o Jou... —cayó abruptamente al recordar que no quería revelar más de lo necesario a Terence, especialmente porque desde que lo vio la primera vez y hasta ahora tenía la marioneta de Kakyoin siempre en sus manos.
—Me parece que hay algo que no me has dicho Avdol... —canturreo el apostador— pero tomando en cuenta que rastrear y enfrentaste tú solo a todos los usuarios de Stand aquí en Egipto no es que particularmente me interese enfrentarte. A menos que sea una apuesta.
Avdol detuvo al otro con una señal de mano, no era el momento de tonterías.
—El único que te falto fue Mannish Boy, pero ese pequeño es escurridizo y estaba metido en cosas muy turbias, no me sorprendería que este muerto.
—Hmmm... —Mohamedd simplemente asintió, repasando en su mente la lista que había hecho en base tanto en sus investigaciones como en los fragmentos de memoria de una vida lejana que solía atormentarlo en momentos que sentía que serían su fin.
—Entonces Avdol, solo por diversión —el menor de los D'arby empezó a barajar un mazo de cartas— me podrias explicar una vez más que es un Stand y como es que llegamos a conseguirlos ¡Oh! y de paso porque pareciera que estamos camino a una inevitable catástrofe.
Avdol, quien miró una vez más al cielo, uno que se teñía de colores arcoiris vibrantes y a la vez monocromáticos suspiro.
—Hace miles de años, un meteorito cayó a la tierra en algún lugar que hoy se conoce como Groenlandia.
Un temblor, uno tan ligero que solo los animales más sensibles sentirían se expandió por la tierra y la única prueba de él fue el ligero movimiento en las tazas de té que formaron círculos inquietantemente perfectos.
—De alguna manera, un hombre egipcio llegó hasta donde los restos del impacto descansaban, obteniendo un raro mineral infectado de un virus que viene de más allá de las estrellas.
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El heredero perfecto
FanfictionAño 1886 Inglaterra La familia Joestar está a la espera de nombrar un heredero. Jolyne Joestar es, quizá, la única en la línea de sucesión. Sin embargo esta no es una sucesión normal. El tiempo está en su contra, hay quienes quieren que la familia...