02; chiquillo malhumorado.

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Desde que el chico lindo había llegado a casa aquel viernes de abril, Jimin se volvió loco.

Aquel chico simplemente lo único que hacía era darle problemas, era muy torpe con cualquier cosa que hiciera. Y pudo notarlo desde que se conocieron, aquel empujón donde tuvo por cinco minutos el peso del chico encima suyo, y que un día después casi rompe un vaso. Ese chico tenía severos problemas de torpeza, le era sorprendente como esas grandes manos podían llegar a ser tan descuidadas con lo que sea que estas tomaran, ya ni el con pequeñas manos era capaz de que se le cayera algo así de la nada. Era todo un metiche e irresponsable, no podía creer que ese chico lindo fuera mayor que él por dos años pues simplemente no lo parecía. Si lo viéramos desde los ojos de otra persona, él parecería el mayor y el chico lindo parecería todo un pequeño niño torpe. Sin embargo aquel defecto que lo caracterizaba era tan cansado, le agobiaba tener que lidiar con los problemas de otros y con aquel chico fue toda una misión, tenía que estar detrás de él asegurándose que esas torpes manos no dañaran algo de gran valor en la casa. Aquel fin de semana fue muy agotador y deseaba entrar a clases para quitarse la carga de cuidar al chico un rato.

Para su buena suerte el lunes llegó más rápido de lo que creyó. Extrañamente se levantó de buen humor ese día a pesar de ser uno que en su mayoría todos odiaban, se levantó de un salto de la cama y fue a darse una ducha. En toda la casa sólo había dos baños, bueno, en realidad eran tres pero uno no funcionaba bien y nadie lo quería, en la planta de arriba había uno donde él se duchaba y hacía sus cosas de aseo personal; y en el de la planta de abajo sus padres lo utilizaban. Después de cinco minutos metido en aquel tibio baño que se dió, salió con toalla amarrada en la cadera y al abrir la puerta se encontró al chico lindo, al parecer iba a girar de la perilla pero él se le adelantó.

El chico lindo le miraba con las mejillas ligeramente rosas y no le despejaba los ojos de su abdomen bien formado. Arqueó una ceja extrañado y nuevamente su felicidad se desvaneció.

–¿Qué miras?– preguntó tosco sacando al contrario de aquel océano de pensamientos.

–¿Uh? Ah, ¿yo? Nada, ¿por qué?– después de lo dicho soltó una fingida risa cargada de nervios.

Rodó los ojos y salió de aquel raro momento yendo a su cuarto a cambiarse con el uniforme. No tardó mucho y al cabo de diez minutos salió de su cuarto con uniforme puesto y mochila en mano. Bajó a la cocina y sus padres ya no estaban, supuso que ambos estaban en el trabajo. Se preparó algo para comer y no ir con el estómago vacío, con sándwich de mermelada en mano se sentó en el comedor y comenzó merendar tranquilamente. El silencio reinó por unos segundos y Jimin no pudo sentirse más tranquilo, hasta se dejó caer en la silla mientras comía lentamente el sándwich disfrutando del dulce sabor dulce de la mermelada de fresa. Sin embargo y para su mala suerte, pisotones se escucharon bajar las escaleras dando señal de que aquel chico lindo entraría a la cocina, y efectivamente así lo hizo.

Jimin cruzó miradas con el chico lindo pero no duró mucho, el chico salió corriendo a la nevera sacando de ahí el bote de jugo de naranja y sirviéndolo en un vaso. Mientras le miraba arqueó una ceja preguntándose si eso sería lo único que le daría a su estómago, y al parecer sí. Ahora entendía porque el chico estaba tan delgado, apenas y comía el pobre. Dejando al muchacho de lado terminó su sándwich y se levantó de la silla, tomó su saco de uniforme y mochila para irse de ahí dejando al chico lindo atrás.

–¿A dónde vas?– dijo una voz tras de él antes de salir de comedor.

–A la escuela, ¿a dónde más?– respondió con obviedad y salió de ahí para enseguida escuchar las pisadas apresuradas del chico lindo tras de él.

I want you - JimSuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora