89. Nada De Líos

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Cuando Ilian Woodward había vuelto a entrar en el taller tras la discusión con su padre, lo había echo evitando las miradas de los compañeros y clientes más cercanos a la puerta y se había dirigido a la parte trasera donde se encontraban algunas de las salas de descanso, las maquinas expendedoras, y los vestuarios.

Raven Reyes que estaba agachada ajustando el cristal de uno de los espejos laterales de un coche le vio pasar a lo lejos y le siguió con la mirada viendo a Sinclair a través de la enorme y gruesa cristalera en su despacho con la persiana a medio bajar totalmente enfrascado en la discusión con algunos de sus proveedores.

Un leve murmullo se levantó por todo el lugar hablando de lo que hacía minutos algunos habían presenciado fuera, y aquello no paso desapercibido para Raven que tras acercarse a uno de los lavabos se limpió bien las manos y se dirigió hacia la parte de atrás a dar con él.

Y no tardó demasiado en hacerlo.

Le encontró en los vestuarios de pie frente a uno de los lavabos con las manos cerradas firmemente en torno a este y los ojos cerrados intentando por todos los medios de que aquella rabia y aquella impotencia no le ahogasen y poder así respirar.

Era una suerte que nadie más estuviese allí para ver eso porque el mayor de los Woodward temblaba con tanta fuerza que se creyó capaz de arrancar el mismo lavabo de la pared.

Que hijo de puta...

Pero que hijo de la gran puta. Nadie con un mínimo de decencia humana se atrevería a hacerle algo así a sus hijos, mucho menos sabiendo los gastos que la estancia de Luna en el hospital conllevaban. Nadie con un mínimo de empatía o escrúpulos.

Nadie.

El sonido de la puerta cerrándose tras de si casi un minuto y medio después, hizo que Ilian no solo se sobresaltase sino que se volviese a la defensiva inmediatamente.

—Soy solo yo, tranquilo —le dijo Raven pasando la llave tras de si para darle algunos minutos de privacidad al verle de aquella forma y que se calmase—. ¿Qué es lo qué pasa? ¿Qué quería tu padre?

Ilian que se relajo un poco más tan solo se volvió hacia el lavabo abriendo el grifo simulando lavarse las manos cogiendo algo de papel para secarse luego.

—Nada, solo terminar de jodernos la vida a mi y a mis hermanos un poquito más —respondió Ilian sin mirarla arrugando el papel tras secárselas para tirarlo e irse de allí algo frustrado—. Tengo que seguir ahí fuera.

—Espera —le paro ella por la camiseta al verle intentar pasar por su lado—. Cuéntamelo, te sentirás mejor. Quizás yo pueda ayudarte.

—¿Ah si? ¿cómo? —contestó él de mala gana mucho más enfadado consigo mismo y con Gustus que con ella—. ¿Acaso tienes cuatro mil quinientos dólares de sobra que puedas dejarme?

Ilian se arrepintió en el mismo instante en que se dio cuenta del modo en que le había hablado, y llevándose la mano a la cara cerro sus ojos de lo más avergonzado y frustrado por lo que el enfado con su padre le había hecho hacer con ella.

—Perdona, yo no... no pretendía hablarte de esa forma, lo siento —se disculpó él algo sobrepasado apartándola suavemente a un lado para poder dirigirse a la puerta—. No me hagas caso, de verdad. Perdóname.

Raven que se interpuso entre él y la puerta, ignoró por completo aquel todo al igual que sus disculpas y quiso saber de que iba todo aquello ya que nunca antes le había visto tan tocado.

—Cuatro mil quinientos dólares es mucho dinero, Ilian —repuso ella con preocupación mirándole—. ¿En que clase de lío se ha metido ahora?

Para nadie era un secreto la clase de vida que llevaba Gustus Woodward y que solía recurrir a sus hijos para que le sacasen de todo tipo de embrollos en los que de una forma u otra siempre se acababa metiendo.

—En ninguno. Por una vez no se trata de eso aunque ahora mismo casi que lo preferiría.

Raven no entendió aquel tono de vencimiento y de resignación y frunciendo el ceño insistió.

—¿Entonces? ¿para qué te hace falta todo ese dinero?

Ilian que sacudió la cabeza tan solo se froto los ojos con la mano intentando aliviar tanta tensión, y ganar algo de tiempo para pensar la respuesta que debería dar.

—Pues...

—La verdad —le interrumpió ella para que no se fuese por las ramas ni le excusase—. Por favor.

Ilian se paso la mano por la cara una vez más sintiendo toda aquella presión recaer sobre sus hombros y finalmente acabo contándoselo.

—Pues lo... lo necesito para que no se lleve a mis hermanos pequeños consigo —confesó él apartando la mirada con algo de pena, rencor y resentimiento—. Me ha amenazado con hacerlo si no consigo reunir ese dinero y se lo entrego antes de la próxima semana, y la verdad es que no puedo recurrir a Lexa porque le mataría ni a Ontari porque la ayudaría, y no tengo ni idea de como voy a reunir ese dinero.

Raven que no podía creer lo que estaba oyendo se tensó ligeramente aunque se contuvo para no perder los nervios y llevando la mano a la cara de Ilian le obligo a mirarla.

—Eso es porque no vas a hacerlo, ¿me oyes? —le dijo ella de lo más convencida—. No puede hacer eso, no puede extorsionarte de esa manera y que tú se lo permitas.

—Legalmente son sus hijos y son menores Raven, no puedo hacer nada contra eso.

—¿Y si yo te dijese que si? —le planteó ella viéndole tan afectado.

Ilian que la miro inseguro no supo ni de que podría tratarse pero no quería arriesgar la posibilidad de conservar a sus hermanos.

—Tú déjamelo a mi, ¿vale? —le pidió ella sin soltar su rostro queriendo que por nada del mundo se sintiese impotente o desamparado—. Despreocúpate de este asunto, él no va a hacer nada para llevárselos, te lo prometo.

Aquella promesa en el fondo preocupó mucho a Ilian.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó un tanto angustiado comenzando a negar—. Raven, no quiero que te metas en ningún lío por mi culpa, yo...

—No me meteré en líos —le aseguró ella restándole importancia a ese hecho—. Sé manejar bien a los tipos como él, confía en mi.

Ilian fue a decirle algo más y ella tan solo se inclinó atrapando sus labios en un dulce y largo beso que hizo que Ilian por un momento olvidase hasta que estaba allí de pie y al separarse de él, esta le sonrió.

—Será mejor que volvamos antes de que Sinclair se pregunte donde estamos —volviéndose hacia la puerta, Raven la abrió y salió de allí para regresar a su trabajo en el taller.

—Si, vol.. volvamos... —murmuró Ilian sin poder evitar llevarse los dedos a los labios sintiendo aún el eco de aquel beso, en aquellos momentos se sentía tan solo, tan frágil y perdido que tener a Raven consigo suponía un soplo de aire fresco en su vida.

Continuara...

Shameless: Fuck Off The 100 (Parte I) #Wattys2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora