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Desde su habitación, aún buscando que camisa ponerse, escuchó en el piso de abajo como la puerta era golpeada al menos cinco veces seguidas.

-- ¡USA, tocan! ¿Podrías abrir?

No recibió respuesta.
Sabía que con eso quería decir "estoy ocupado en mi trance", por lo que salió aún con su camisa blanca de tirantes que dejaba ver sus clavículas hasta bajar y abrir la puerta.

-- Ouh, hola, Mon amour --depositó un beso en la mejilla de su novio teniéndose que agachar un poco para quedar a la altura de México.
>Mi amor.

-- Holis, Maple --le sonrió entrando al Canadá indicárselo-- ¿A dónde mostrando tanto?

-- ¿Uh? --se miró, recordando que solo llevaba esa camisa y un pantalón de mezclilla-- Oh, me estaba cambiando.

-- A ver.

-- ¿Eh?

-- Nada.

-- Ummm, bueno, iré a cambiarme, en unos momentos salgo.

-- Okey, tómate tu tiempo, amor --siguió su sendero con la vista hasta perderlo.

Se sentó en un sofá, esperando mientras miraba su teléfono.
Claro que esperar le hizo darse cuenta de que tenía sed, por lo que se levantó aún viendo la pantalla y caminó hasta la cocina para tomar un vaso con agua.

Cuando entró, metió su teléfono en el bolsillo derecho de su pantalón y tomó un vaso de la alacena, acercándose al refrigerador para servirse agua desde el dispensador.

Cuando se dio la vuelta mientras tomaba, vio a Estados Unidos ahí, sentado, mirándole a él solamente, con una concentración que daba miedo.

No le quitaba los ojos de encima. Lo miraba a él pero no a sus ojos, como intentando saber todo de él con una mirada.
No le veía enojado o algo, seguía siendo neutral.
Bastaron unos segundos para que México se incomodara e ignorara vagamente esa situación para regresar a la sala, más tranquilo.

Tomaba mientras seguía revisando sus redes sociales hasta que Canadá salió y le dijo que ya podían irse, así que dejó el vaso sobre la mesa y salió de aquella casa abrazando a Canadá de la cintura.

USA no planeaba nada, solo lo observaba para saber cómo le hacía para tener un "día normal" frente a él sin decir algo, nada.

356 palabras.

La Carta Que Lo Destrozó TodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora