Todo a su alrededor estaba cubierto de flores amarillas, formando una imagen hermosa que encajaba a la perfección con el cielo despejado y azul. Sus manos eran más pequeñas de lo normal cuando paso la punta de los dedos sobre los pétalos, y de repente alguien la alzo en brazos, sacándole una risa aniñada. Si, lo recordaba bien, la casa de campo donde solía vivir. Recordaba los feriados en familia y los picnics de su madre, los juegos, las risas, el ladrido de los perros.
Y de repente, todo eso desapareció hasta convertirse en una zona desolada, la arena cubriendo sus pies descalzos.
Dio un paso atrás ante la figura enorme que se plantó frente a ella, los dientes afilados de la bestia mágica reflejando su expresión asustada. Entre sus dientes, aún había trozos de la ropa de sus padres.
La quimera extendió sus alas, lanzando un rugido mientras se abalanzaba sobre ella.
(T/n) despertó con el sonido de un trueno de fondo, una gota de sudor bajando por el contorno de su rostro. La habitación estaba ceñida de oscuridad, y al dirigir una rápida mirada al reloj de pared, pudo ver que eran las tres de la mañana. La lluvia golpeaba con fuerza contra los cristales de la ventana y el viento parecía que en cualquier momento rompería el vidrio.
Todavía podía oír el latir desesperado de su corazón retumbar en sus oídos y el temblor involuntario de su cuerpo. La fiebre solía ocasionarle malas pesadillas, pero nunca nada como eso.
Hisoka a su lado se revolvió, claramente notando el Nen inestable de su alma gemela, y fue cuestión de segundos para que abriera los ojos.
En los días que estuvo enferma, milagrosamente, Hisoka había permanecido a su lado. Si, a veces salía de manera repentina, pero volvía al cabo de una hora o dos como mucho, siempre cargando una bolsa del supermercado. (T/n) creía que trataba de mantener su distancia para no contagiarse o tal vez la idea de estar tanto tiempo en un mismo sitio lo sofocaba.
—¿Una pesadilla? —al estar adormilado, su voz no tenía el mismo tinte pícaro de siempre, pero sabe que la intención esta por allí, en algún lado.
—Un recuerdo —respondió ella, llevando sus ojos a la ventana—. ¿Crees que llueva así por haberte quedado tanto tiempo? —bromeo, tratando de guiar la conversación a cualquier lado menos su pesadilla.
Hisoka rio.
—Ya lo creo~ —musito, y en un movimiento, la atrajo con su brazo hasta su pecho desnudo. El rostro de (T/n) se hundió cerca de su clavícula, la nariz rozando el cuello masculino.
Reprimió las ganas tremendas de levantarse de la cama, no porque no apreciara el gesto, sino porque tenía miedo de acostumbrarse a ello, y que en un parpadeo desapareciera. (T/n) se preguntó qué hubiera pasado con Hisoka si ella hubiera muerto aquella vez, pero decidió no pensarlo demasiado, solo dejándose perder en el calor que emana su cuerpo y lo bien que se amoldan el uno al otro.
Los dedos de su alma gemela trazaron una cicatriz de su espalda, una que la Quimera le había hecho años atrás.
Entendió el mensaje sin necesidad de palabras.
—Algún día te contaré la historia —murmuro, poco a poco el sueño volviendo a su cuerpo—. De cómo casi te quedas sin mi preciada presencia.
No hubo una respuesta, pero si un reconfortante apretón.
Hisoka jamás le diría que ese día, cuando era apenas un joven de doce años, estuvo a punto de enloquecer por el dolor desgarrador que se extendió por todo su pecho. Recordaba el hilo rojo a su alrededor que se tensaba de manera dolorosa y lo jalaba en una dirección que iba más allá del océano. Su alma estaba tan preocupada que literalmente, casi se le escapa por la boca.
Esa fue la única vez en su vida que en verdad experimento el dolor y preocupación.
Tal vez por eso se apuró en encontrarla.
(T/n) se durmió en sus brazos, arrullada por la respiración suave de Hisoka y la tormenta que se desataba fuera. Hisoka se mantuvo despierto un rato más, tan solo bañándose en su olor, sin alejar un solo centímetro su cuerpo del femenino.
Tenía que alejarse lo más rápido posible, antes de que sea demasiado tarde.
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25 días con Hisoka [Hisoka Morrow x Lectora]
FanficSer el alma gemela de Hisoka Morrow, es, posiblemente, una de las cosas más difíciles que le pudo tocar. Era una relación rodeada de problemas y situaciones poco agradables, donde a veces llegaba a creer que Hisoka solo la veía como un juguete más...