Capítulo 18.

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18

ARRÉGLAME





Estoy en mi antigua casa.

Estoy en Pittsburg, Pensilvania, dónde había nacido y crecido hasta los siete años. La casa se ve sola y oscura, quizás por el hecho de que afuera está lloviendo, el cuarto en el que estoy tiene las luces apagadas y la única luz que se cola hacia adentro es de la puerta entreabierta. Escucho el llanto de un niño, así que me muevo hacia la entrada y me doy cuenta de lo pequeña que soy, miro mi reflejo en el espejo que está apenas iluminado por la luz del pasillo; no debo de tener más de siete años.

Salgo del cuarto siguiendo el lloriqueo y entro en otra habitación y la reconozco de inmediato: es la habitación que Mason tenía de bebé y efectivamente, es él el que está llorando en su cama, aferrado a una pequeña lechuza blanca de ojos saltones que solía arrastrar a todas partes. Me encaramo en la cama para intentar calmarlo; está asustado por la lluvia y la oscuridad. Miro hacia la puerta, preguntándome por qué mis padres no han venido a verlo. Entonces, ésta se abre más, pero no son ellos los que aparecen, es Meghan que apenas se mantiene en pie por el sueño. Nos observa mientras se refriega un ojo con una mano y luego camina hacia la cama, arrastrando tras ella un poni rosa de peluche, se sube a la cama también y abraza a Mason desde el otro lado. El pequeño se calma al estar entre nuestros brazos.

Oigo voces apagadas por el repiqueteo de las gotas contra la ventana, pero logro reconocer una de ellas: la de mi padre. Le digo a Meg que se quede con Mase para ir a buscarlo. Me bajo de la cama y camino hacia el pasillo para bajar las escaleras, pero me detengo a la mitad de ellas y me asomo por los barrotes. Papá está en la puerta y parece estar discutiendo con quién sea que esté afuera. Lo oigo nervioso y enfurecido, lo que se me hace extraño porque jamás lo había visto en ese estado. Quiero bajar a calmarlo y a avisarle que Mason estaba llorando y que Meg se había despertado, pero escucho mi nombre salir a flote en la conversación y eso hace que me quede quieta en mi escondite, pensando que quizás estoy en problemas. Observo a mi alrededor en busca de mi mamá, sin embargo, recuerdo que ella estaba terminando un trabajo y que no volvería hasta tarde o al día siguiente.

El sonido de la puerta estampándose con fuerza me sobresalta. Papá está parado tras ella con las manos en la cara. Respira con dificultad y luego se echa el cabello hacia atrás, lo que veo me asusta un poco; ante la poca iluminación que hay en la entrada de la casa, los ojos de mi padre brillan como dos faroles azules, pero los cierra rápidamente y me digo que me estoy imaginando cosas. Intenta respirar profundamente y luego se deja caer de rodillas al suelo. Lo oigo sollozar. Quiero bajar a ver qué le pasa, pero escucho a Mason llorar otra vez. Así que me levanto y corro a su cuarto.

Llego a la puerta del cuarto de mi hermanito y veo a Meghan tratando de hacerlo callar, pero está tan nerviosa que está medio llorando también y cuando ve, se echa a hacerlo. A los pocos segundos, siento que me alzan en el aire y veo a papá sonriéndome con los ojos rojos. Me lleva a la cama de Mase y se acuesta con los tres a su alrededor, listo para contarnos una historia para dormir.

Pero no puedo sacudirme lo que había visto y mientras más lo escucho más me doy cuenta de que está triste.

¿Por qué? ¿Por qué está triste? ¿Hice yo algo mal?

Meghan y Mason caen dormidos casi al instante, pero yo soy más difícil de aturdir, sobretodo en la noche. Papá me mira con una ceja levantada y se ríe porque sabe que le costara hacerme dormir otra vez. Me acaricia el cabello, un gesto familiar que ya casi parece innato, pero luego me doy cuenta que lo está mirando fijamente. Desde niña recibí burlas por su color, pero jamás dejé que me hicieran sentir mal y eso es gracias a mis padres, sobre todo a mi papá, que siempre me decía que no había nada malo conmigo, que tenía que amar quién era y todo lo que tenía. Su mirada se detiene en mis ojos y veo como los suyos empiezan a verse húmedos. Me abraza fuertemente con cuidado de no mover a mis hermanos.

II. The Awakening ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora