II. The Awakening ©

Capítulo 10.

10

ORDÉNALO

—Ya se los dije... —refunfuñé— Eso fue lo que dijo el lobo.

Estaba en las afuera de la cueva de Fenrir. Cassian me sacó de allí en cuanto recobró la consciencia por completo, había notado que el lobo tenía poder dentro de ese terreno y no iba a correr el riesgo de que hiciera algo como eso otra vez.

Tenía a Perthro y a Cassian hostigándome para que les dijera todo lo que Fenrir me había dicho. Pero obviamente, no les diría la verdad, les había repetido lo que el lobo me había dicho que contestara.

—¿Y para qué me noquearía si fuese esa la verdad? —cuestionó Cassian.

—Porque no parabas de interrumpir, no podía hablar así con él y... —Me volteé hacia él— No le agradas.

Pareció ignorar mi comentario.

—Entonces... —intervino Perthro— Fenrir no será completamente liberado hasta el equinoccio de primavera.

—Así es. Y no puede acelerar ese proceso ni despertar a Skoll o Hati.

—¿Y qué hay del libro de esa vieja Vala? ¿Sabe dónde está? —farfulló Cassian.

Fruncí el ceño, fingiendo confusión.

—¿Qué libro? —pregunté— No dijo nada de ningún libro.

—El grimorio de Engla. El Ojo de la Vala.

—No dijo nada sobre un grimorio.

—¿En todo este tiempo que estuvieron adentro, sólo habló de la mujer que quiso? —Volvió a preguntar Perthro.

—Bueno, ¿y qué se supone que debía decirle? "¿Oye, ayúdame a destruir el mundo y esclavizar a los humanos?" —dije con sarcasmo.

Cassian parecía frustrado. No le gustó nada haberse dado cuenta de que Fenrir lo había puesto a dormir, era obvio que quería tener todo el control sobre la conversación que tuve con él y en ese momento entendí por qué: quería el Ojo de la Vala. Intenté parecer tranquila, como si no tuviese nada que ocultar y respondí como Fenrir me había dicho; que él sólo había hablado de Ylva y mi relación ella, que no sería libre hasta el equinoccio de primavera y que ni él ni sus hijos se manifestarían antes. Sin embargo, estaba angustiada, quería largarme pronto a la Casa del Cuervo, tenía que advertirle a Astrid antes de que intentara usar el grimorio.

—Quiero irme, no me agrada estar rodeada de pestes.

—Este no fue el trato, Mackenzye...

—Lo fue —interrumpí a Cassian—. Yo venía aquí y hablaba con Fenrir, pero nunca dijeron sobre qué, nunca especificaron nada, así que ya cumplí. Y no me vuelvas a amenazar, Fenrir tiene uno o dos trucos bajo la manga y, por si no lo has notado, parece que le agrado. No me costaría nada pedirle que haga algo por mí —mascullé.

Ambos hombres me miraron. Cassian más frustrado que Perthro, pero podía sentir que él también estaba molesto por la poca información que habían logrado conseguir. Era una mentira, por supuesto, no sabía si Fenrir sería capaz de hacer algo para poder ayudarme a proteger al pueblo y a los que me importan, pero ellos tampoco lo sabían. Y estaba segura que lo creerían; Cassian vio de lo que era capaz de hacer en esa cueva y Perthro podía sentir la energía que emanaba desde la montaña.

—Helga —dijo Perthro. Una mujer que estaba por allí se acercó—. Lleva a Mackenzye devuelta al pueblo.

—Perthro... —siseó Cassian.