II. The Awakening ©

Capítulo 16.

16

BAÑADO EN SANGRE

Llegué al cuarto de mi hermano casi echando la puerta abajo. Mi mamá me miró con una cara de total preocupación, estaba parada al frente de la puerta cerrada del baño.

—¿Qué demonios sucede? —farfullé.

Ella se encogió de hombros y negó con la cabeza.

—Se metió a la ducha y lo oí gritar, pero cerró la puerta con llave y no me deja entrar, tampoco quiere responderme —contestó. Tocó la puerta—. ¿Mase, cariño? Mack está aquí, por favor, al menos responde.

Me acerqué e intenté girar la perilla, pero no cedía.

—Mason, ¿estás bien? Escucha, al menos responde porque si no lo haces, creeré que te desmayaste y echaré la puerta debajo de una patada —advertí.

—...no me desmaye —musitó.

Mamá y yo soltamos el aire que habíamos estado reteniendo. Bien, al menos no había colapsado o algo así. Entonces, ¿qué demonios le sucedía?

—Mase, ¿qué pasa? ¿Por qué no quieres salir? ¿Te duele algo?

—No, no me duele nada...es sólo...

—Cariño, no podremos ayudarte si no nos dices que está mal —dijo mi mamá.

Miré a Astrid que estaba parada en la puerta de entrada. Ambas estábamos pensando en lo mismo: quizás le sucedía algo relacionado con ser un Practicante, pero como mamá estaba presente, Mase no iba a decir nada ni tampoco iba a salir. Sin embargo, mi progenitora no se iría fácilmente después de haberlo escuchado gritar.

Suspiré. El secreto tendría que salir a la luz algún día y yo le había dicho a Mase que no podíamos ocultárselo por mucho tiempo tampoco.

Toqué la puerta.

—Mase... —musité— Sea lo que sea, sólo dinos. Por favor, sale del baño, mamá está muy preocupada. Lidiaremos con lo que sea.

Se quedó en silencio unos cuantos segundos. Escuchamos el cerrojo siendo removido y luego la puerta se abrió de a poco. Mi hermano estaba detrás de ella con una toalla a la cintura, el cabello mojado goteándole en los hombros y tenía los ojos cerrados fuertemente.

—¿Qué pasa, hijo? —murmuró mamá.

Mase abrió los ojos.

¿Qué mierda?

Sus ojos se habían tornado de color lila.

—¿Qué...? —balbuceó mamá— ¿Qué te ocurrió? ¿Por qué...?

—Astrid —La llamé—. Mira esto. —La rubia se acercó y cuando vio a mi hermano, su cara lo dijo todo— ¿Sabes por qué le pasaría eso? ¿Es algún efecto secundario o...?

As negó con la cabeza.

—Jamás había visto algo así, Mack. No es algo normal después de un...

Se quedó callada al recordar que mi madre estaba presente.

—Está bien, As —dijo Mase—. Mamá tiene que saberlo.

—¿Saber qué? —espetó. Nos miró a los tres, estaba muy confundida— ¿Qué ocurre?

—Má, es mejor que te sientes —señalé.

—No entiendo...

—Mamá, escúchame, ¿bien? —dijo Mason suavemente y la acompañó a sentarse en el borde de la cama—. No quiero que te alteres por lo que te vamos a contar, ¿de acuerdo?