Capítulo 32.

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Por favor, leer la nota que dejaré al final del capítulo.
Gracias.


32

CONSECUENCIAS


—¿La Doncella? —repetí.

Estaba atónita. Tanto por el hecho de que Asger y yo habíamos visto el mismo recuerdo, como por lo que había hecho. Pero lo segundo no era relevante, no en este instante.

—¿Cómo has visto lo mismo que yo? —balbuceé— ¿Eso ha sido un recuerdo?

El chico estaba en silencio, pensando.

—Eso es lo extraño —musitó—. Ya que mi única función es recordar, mi memoria es excelente, pero ese recuerdo...no tenía idea de que lo tenía. —Me observó— Tampoco sabía que Kaysa lo tenía.

—¿Cómo sabes que es La Doncella? —farfullé.

—No lo sé —contestó y se pasó la mano por el rostro—. Sólo lo supe.

Sabía que no tenía sentido lo que estaba diciendo, pero le creía. Lo hacía porque, en el fondo, yo también sentía esa certeza. Mi interior me decía que aquella mujer era La Doncella.

—¿Y lo qué dijo?

—Verden er ikke klar for dere to, solen min og månen min... —repitió.

—"El mundo no está listo para ustedes, mi Sol y mi Luna."

Lo había entendido. Supuse que era por obra de Kaysa, ahora comprendía mejor porque sentía que a veces podía entender ciertas palabras en noruego.

—¿Qué significa eso? —pregunté.

Asger sacudió la cabeza.

—No lo sé, Mack... pero lo voy a averiguar.

Sin decir nada más, el chico salió de la habitación, decidido a descubrir qué era lo que había sucedido. Me llevé ambas manos a la cara, me la refregué y me aparté el cabello de ella. No tenía tiempo para preocuparme por cosas banales como lo que había sucedido con Asger, tenía que dejarle los libros de Mikkel a Astrid e ir a encontrar a Owen. Así que aparte esos pensamientos de mi cabeza, agarré mi bolso y fui en busca de mi amiga.

—¡Mack!

Al llegar al piso de la biblioteca de La Casa del Cuervo, alguien me interceptó en el pasillo.

—¡Aidan! —exclamé.

No me había fijado de que había estado preocupada por su paradero. No lo había visto en ningún sitio cuando llegamos, no estaba en la enfermería ni en la sala espejo. Me había aliviado ver que no estaba entre los heridos, pero tampoco estaba por los alrededores y nadie parecía saber sobre su paradero.

—Me topé con Kano y me dijo que habían vuelto. —El chico se acercó rápidamente hacia  mí y me abrazó con fuerza— Me alegra ver que están a salvo.

Algo sorprendida por su gesto, me tardé en devolverle el abrazo. Además de aquella ocasión en la que Aidan tuvo que abrazarme para frenar mi desesperación por Jera estando herido, jamás lo había hecho porque le naciera, así que esto era completamente nuevo. Sin embargo, se lo agradecía; si había alguien que entendiera como me sentía al ver a Asger dentro del cuerpo de Jera, era él. Estaba segura que tampoco debía ser fácil para él.

—Lamentó lo que pasó con los lobos... —musité.

Aidan me soltó y suspiró. Se veía mejor que la última vez que lo vi, cuando aún estaba sufriendo un poco los efectos del Sueño de los Muertos, pero se seguía viendo agotado, probablemente se debía de sentir terrible por lo que había sucedido.

Puse una mano sobre su hombro.

—Haremos algo al respecto —afirmé.

El chico sólo asintió distraídamente, observando un punto fijo en la muralla frente a él.

—Oí a Kanó decir que encontraron un par de cosas interesantes —dijo, cambiando de tema.

—Sí... —respondí— Por lo que nos dijeron, no deberían ser tan difícil.

—Bien. —Aidan suspiró— Sólo quiero que una maldita cosa se arregle.

Aidan estaba acostumbrado a mantener todo en orden en su comunidad, allá en Beckinsale. Sin embargo, todo estaba patas arriba desde que el sacrificio falló, incluyéndolo a él mismo.

II. The Awakening ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora