Capítulo 05.

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5

HELBREDELSE





La entrada que había por la parte trasera de la biblioteca era como una puerta de servicio. Parecía ser que por allí dejaban la basura. Sin embargo, tal y como Astrid había hecho la vez que estuvimos aquí, Kano puso la mano sobre la perilla, murmuró un par de cosas y cuando abrió la puerta nos encontramos con las mismas escaleras de la vez anterior. Bajamos por ellas algo apiñados ya que había gente que debíamos cargar, pero en cosa de minutos estuvimos frente a la enorme puerta doble que era custodiada por Hugin y Munin. El cuervo de la derecha torció el cuello hacia nosotros en respuesta a las palabras que Kano había recitado.

Navn.

Kano Ostberg. Det er en nødsituasjon, jeg trenger tillatelse til å komme med gjester. Sirkelen venter på meg.

El cuervo de la izquierdo torció el cuello.

Forespørselen din er fortsatt under diskusjon. Det tillater ikke.

Por la reacción de Kano, supe que lo que habían dicho no era una buena respuesta. La chica siguió discutiendo con los cuervos en un rápido y enojado noruego. Al parecer, no nos querían dejar entrar.

—¿El té de esa vieja Vala me está haciendo ver alucinaciones o los cuervos están hablando? —Me murmuro Dante a mi lado.

—Los cuervos están hablando —confirmé—. As me dijo que era un hechizo, no es que estén vivos.

Dante asintió silenciosamente, parecía aliviado de escuchar aquello.

Kano elevó la voz. Sonaba bastante molesta y frustrada. Ya estaba pensando en qué diablos hacer si no nos dejaban entrar cuando la puerta se abrió de par en par y Hilde estaba detrás de ella con su báculo con serpientes en la mano. Tenía esa expresión seria e inamovible, igual que la otra vez. Sólo con ver su cara sentía que me enojaba.

—Kano —Llamó a la chica, quién dio un pequeño respingo ante el tono reprochador que tenía su voz— ¿Qué es este alboroto tan tarde en la noche?

La pelirroja agachó la cabeza durante unos segundos antes de responderle.

—Lo siento, Hilde, por las molestias. Pero es una emergencia —Señaló a nuestro grupo—, ya no estaban a salvo en el refugio que les conseguí y Astrid está en muy mal estado.

Hilde enarcó una rubia ceja y dirigió su mirada hacia su nieta que estaba en los brazos de uno de los lobos de Sungji.

—Veo que realizaste helbredelse —comentó.

—Sí...era la única forma de poder ayudarla a salir del síndrome...

—¡Niña tonta! —exclamó Hilde, interrumpiendo a Kano— Sabes que la condenaste, ¿verdad? Al realizar ese ritual...si no tiene las fuerzas para salir por su cuenta, el ritual la matará.

Kano palideció. Parecía consternada por la forma en la que Hilde le había hablado, vi como una de sus manos empezaba a temblar. Era obvio que la chica le tenía miedo a la anciana.

—Hilde, si no lo hacía, Astrid quedaría atrapada en el síndrome para siempre. Eso no es distinto de morir... —balbuceó.

—Pero al menos hubiese tenido una oportunidad. Mi nieta no tiene las fuerzas para sobrevivir a eso, no ahora —replicó.

La Vala no sabía dónde meterse. Estaba harta de tener que aguantar lo que otros decidieran por nosotros. Quizás Kano no estaba en mi lado bueno aún, pero al menos había hecho algo por Astrid y sin pedir nada a cambio. Mientras que Hilde no había ni aparecido e incluso sabiendo el estado de su nieta, dudaba en darnos refugio.

II. The Awakening ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora