Capítulo 06.

2.7K 269 118
                                    



6

LA CALMA ANTES DE LA TORMENTA





Esperé a Astrid en nuestra habitación mientras la revisaban.

¿A qué se había referido con eso? ¿Era posible que Einar pudiese contactarse con ella estando en ese estado? Bueno, suponía que sí. Quizás el Seid se lo permitía.

Ugh, había tanto que aún no sabía. Tanto por descubrir. Y lo que Mormor me había dicho no ayudaba con mi ansiedad.

Me acerqué a mi bolso y escarbé en él. Saqué de allí la piedra que la anciana me había dado, tal vez Astrid supiese algo de ella o algo sobre lo que me había dicho.

Me senté en el borde de la cama, impaciente por la tardanza de la chica. Le había conseguido algo para comer y ya se le estaba enfriando.

Justo cuando me dispuse a salir del cuarto para ir a buscarla, la rubia entró por la habitación. Me levanté de la cama y me le acerqué para abrazarla apropiadamente. La había echado de menos.

—¿Estás bien? —farfullé.

La rubia asintió contra mi hombro.

—Sí. Sabine no encontró nada extraño —contestó y se alejó de mí—. Dice que percibe que ya estoy bien y mi Seid también.

—Eso es genial.

—¿Eso es para mí? —señaló la bandeja con comida— Huele bien. Tengo muchísima hambre.

Astrid se apresuró hacia su cama y se sentó con la bandeja en las piernas. No demoró en atacar la sopa y el filete que le habían preparado en el comedor. Observé a mi amiga atiborrarse con comida.

—...perdón —musitó. Tomó un sorbo de agua y se limpió con la servilleta—. Debo lucir como una pordiosera.

Me reí.

—Oye, no soy quién para juzgarte.

—¿Cómo estás, Mack? —preguntó con preocupación en la voz—. Dante me dijo que habías estado saltándote comidas y durmiendo poco. Y... —alargó— se te nota un poco. Estás más delgada.

Rodé los ojos y dejé salir una risa nasal. Ya habían ido de chismosos con ella.

—Ya sé que luzco del asco —respondí, riéndome—. Tenía demasiadas cosas en la cabeza como para andar preocupándome por mi misma —admití—. Pero ya estoy mejor y contigo despierta me siento más aliviada.

—Lo siento... debido a mi descuido te hice pasar un mal rato a ti y a todos los demás —murmuró.

—Oye, no digas eso. —Me acerqué a ella en el colchón— Sin tu ayuda, Jera hubiera muerto.

As suspiró.

—Ni siquiera sabemos si funcionó —musitó—. Puede que no e incluso puse en peligro a Aidan...

—Aidan se ofreció —recalqué—. Sabía en qué se estaba metiendo.

—Pero aún así...

—As —interrumpí—, yo creo en tus habilidades. Si hay alguien que puede salvar de ésta a Jera y a Aidan, eres tú. Confía un poco más en tus capacidades. Kano lo hace también, ella cree que tienes más poder de lo que tú piensas.

—¿En serio? —espetó con incredulidad— ¿Te dijo eso?

Asentí con la cabeza.

—Te contaré todo, pero primero... —Hice una mueca— Deberías ducharte. Soy tu amiga y es por eso que te lo digo; apestas, cariño.

II. The Awakening ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora