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—¿Y bien? ¿Qué es lo que te pasa? —Pregunta Charlie entrando a la habitación

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—¿Y bien? ¿Qué es lo que te pasa? —Pregunta Charlie entrando a la habitación.

—Niños, salgan a jugar un rato al jardín, sé que está oscuro, así que no se alejen. —Les ordena Christina.

Los tres pequeños salen del cuarto.

—Querido hermano, me siento terriblemente mal. No sé muy bien qué hacer respecto a este problema con Jackson.

Charlie se acerca más a su hermana, da un suspiro, pone mirada firme, y pronuncia las siguientes palabras:

—Ya te he dicho qué tienes que hacer. Entrega esas tres pulgas a su padre, y que él se encargue de todos sus gastos.

—Sabes que no me gusta que te expreses así de tus sobrinos... De mis propios hijos. ¿No les tienes acaso ni el más mínimo afecto?

—Perdona mi cruel franqueza, pero la verdad es que no.

—Eres una persona un tanto desalmada.

—No, escucha; envía a esos tres niños con su padre, tú los podrás visitar con frecuencia si eso deseas. Pero, de esa forma, nos quitarás un enorme cargo a todos... No sólo en el aspecto económico, ¡Esos niños son una tortura psicológica para cualquier persona en su sano juicio!

—Charlie, querido; Jackson Corner es un hombre enormemente orgulloso, presuntuoso, arrogante, y, demasiado astuto a mi parecer. Él quiere quedarse con los niños, y, peor aún, no quiere que se me permita verlos, debido a las pequeñas agresiones físicas que he tenido contra ellos en graves momentos de ira ocasionados por mi constante embriaguez.

—Piensa en el bienestar de ellos, no en tus caprichos. Quizás ellos estarán mejor con su padre, él les dará mejor cuidado que tú.

—No, Jackson no es un padre atento, ni amoroso, ni gentil. Y, mis enormes problemas alcohólicos los puedo solucionar. ¡Por favor, ayúdame! Necesito ganar ese juicio.

Charlie no menciona ninguna palabra más, sólo sale de la habitación con semblante serio y disgustado.

~~~

A la mañana siguiente, Jackson Corner se hallaba en su propiedad, esperando la llegada de su abogado, su confidente, y casi mejor amigo, Brahms.

Al llegar el hombre, ambos se sientan a conversar.

—Esto es lo que harás, una severa solución. Debes aterrorizar a Christina. —Anuncia Brahms.

—¿De qué forma? —Jackson frunce el ceño.

~~~

Anastasia Blair se encontraba tomando el té con un amiga en un lugar público. Ambas mujeres vestidas elegantemente y con moños refinados.

—Y eso es lo que sucede. —Termina de narrar Anastasia—, Es por ello que mi hermano quiere deshacerse de sus sobrinos, pero mi hermana no quiere dejar a sus hijos, su esposo parece que no se rendirá en conseguir su objetivo... Y yo estoy en el medio de todo.

—No comprendo por qué estás tú en el medio, querida. —Comenta Joanna.

—Yo vivo allí, con mis dos hermanos y mis tres sobrinos. Christina vive constantemente ebria, así que se altera, grita, pega a sus hijos, y yo debo estar allí para esas pobres criaturas.

—Perdona que te lo diga, amiga. Pero, eres una completa estúpida.

Anastasia se encuentra confundida.

—¿Acaso no te has mirado en un espejo? —Pregunta Joanna, sin deseo de conseguir respuesta—, Eres muy hermosa, cualquier hombre se fijaría en tí. Mejor dicho, cualquier hombre con dinero se fijaría en tí.

—No quiero desposarme por interés.

—Pero, ¡En tu caso sería una partida fenomenal! Te alejarías de tus dos incomprensibles hermanos, y, te irías de esa casa en dónde te tratan como estorbo, sin contar a la pobre Emily.

—Sabes que no comparto mucha ideología contigo, Joanna.

—Pero, deberías, Ana. Escucha, conozco a tu hermana desde hace muchos años, siempre ha sido una total mujerzuela, con las piernas más abiertas que la mente misma. Ella procrea, se divorcia, se quiere quedar con sus hijos, ¿Y adivina a quién quiere para cuidar de ellos?

—A mí. —Contesta Anastasia secamente.

—En efecto. —Murmura Joanna—, Cariño, eres demasiado buena. Y en esta vida, no se puede ser bueno del todo, porque si no te pisan cuál alfombra. ¿Eres entonces una alfombra, en sentido figurado?

Ambas permanecen en silencio un momento, y Anastasia responde:

—Sí, soy la alfombra que Charlie y Christina pisan todos los días al llegar a casa.

El Caso Blair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora