10.

20 2 2
                                    

—¿Quién es ese hombre que tanto la ha mantenido distraída, señorita Blair? —Pregunta Emily con cierta curiosidad

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


—¿Quién es ese hombre que tanto la ha mantenido distraída, señorita Blair? —Pregunta Emily con cierta curiosidad.

—Su nombre es Henry, es un encanto. —Afirma Anastasia sin pelos en la lengua—, Me trata tan dulcemente, y es tan cordial y educado.

—La educación es sin duda un factor importante en una persona, puede definir nuestro valor en la sociedad, y dar una mejor visibilidad a sí mismo. —Comenta Emily.

Anastasia esbosa una tierna sonrisa.

—¿Podría yo atreverme a comentar algo, señorita?

—Por supuesto, Emily.

—Creo que a la mayoría de las mujeres, o chicas en general, lo primero que les atrae abiertamente de un hombre es la forma en que este les trata. Pero, nunca he oído a alguien insistir en la idea de amar a un hombre debido a su verdadera personalidad y trato hacia las demás personas. —Explica la criada.

Anastasia permanece callada.

—Muchas mujeres percibirán más la forma en que el hombre las trata a ellas, que como trata a los demás. Sería algo así como falta de empatía, y, falta de comprensión general en el tema de determinar quién es alguien.

Anastasia aún no dice nada, sólo escucha.

—Disculpe mi probable inconveniencia al decir esto, pero, en el caso del señor Blair debe suceder algo parecido. Él es extremadamente guapo. Y sin duda trataría dulcemente a una mujer de la que realmente se encuentre enamorado. Pero, aún seguiría presentando mal trato hacia las personas de su alrededor, e incluso, a su propia familia. ¿Usted qué cree?

—Creo que eres una mujer muy inteligente. —Al decir esto sonriendo levemente, Anastasia sale de la cocina.

Se dirige hacia el jardín, dónde encuentra a su hermana jugando con sus hijos, pero estos no hacían más que gritar y dramatizar sus emociones negativas.

—Querida Christina, debo comentarte algo.

—¿Es acerca de tu hombre misterioso? —Pregunta esta con poco interés.

—Me ha invitado a Londres, a la velada de una familia importante.

—¿Qué? Por supuesto que no aceptaste ir, ¿Cierto? —Christina eleva una ceja y deja abajo otra.

—Hermana, en serio me interesa él. Me ha dicho cosas tan dulces que nunca nadie había expresado antes hacia mí.

—¿Aceptaste ir o no? —Vuelve a preguntar su hermana, con aire de disgusto.

—Sí acepté. —Murmura ésta. 

—Una familia prestigiosa, ¿No? ¿Entonces Henry te invitó allí sólo para hacer de tí un claro ejemplo de burlas ajenas? —Pregunta su hermana, mirándola con desdén.

—¡¿Qué?! ¡No! —Exclama Anastasia—, Él me invitó porque trabaja para dicha familia. Y de hecho creo que esto es muy difícil de comprender para tí, porque nunca un hombre te ha tratado dulcemente y te ha hecho una invitación formal a algún lugar de prestigio. ¡Jackson lo único que hacía era golpearte cuando no le tenías la cena servida!

Al gritarle semejantes palabras, Christina le da una fuerte bofetada a su hermana, dejando su mejilla encendidamente roja.

Anastasia abre los ojos cuál platos, y luego se retira velozmente.

Lucy parece sorprenderse ante tal escena, pero, Rory y Rubius sólo ignoran lo recién presenciado.

De nuevo Anastasia se sentía maltratada, y el asunto sería mucho peor al contarle a Charlie acerca de aquella invitación formal a Londres, y el cómo no se encontraría presente varios días en casa, días en los que debería cuidar de sus sobrinos y ayudar a Emily en los quehaceres y desastres que provocarían aquellos tres malcriados pequeños.

Anastasia sale corriendo por la cocina, Emily la ve en extremo alterada pero no alcanza a poder preguntarle lo sucedido.

Entonces, la jóven corre hacia la pradera, e internandose en los estrechos laberintos, sólo se dedica a correr y correr, para alejarse de casa.

En cuestión de minutos llegó a la iglesia, esta se encontraba sorprendentemente cerca de la casa Blair.

Anastasia sólo contempla el armonioso y precioso lugar, y se dedica a admirarlo un rato más.

Pero, repentinamente ve algo extraño... Percibe visualmente a un grupo reducido de personas vestidas de negro caminando casi en formación hacia la iglesia de Santa Rita.

—¿Hola? —Dice.

Luego la mujer se adentra hacia la iglesia, pero al hacerlo, ahora no ve a nadie, como si todos aquellos se hubiesen fugado.

—Qué extraño. —Susurra para sus adentros.

Al salir de aquél religioso lugar, Anastasia ve a dos hombres charlando, uno de ellos era un anciano vestido completamente de negro, igual que los anteriores que habían ya entrado.

Así que ella se acerca en seguida a ellos. Pero, al hacerlo, el hombre que vestía de negro se retira silenciosamente, mientras que el otro se queda allí parado.

—¡Hola! ¿Quién es usted? —Le pregunta el hombre de segunda edad.

—Mi nombre es Anastasia Blair, y quería saber quiénes son esas personas que acabo de ver entrar allí, y por qué aún no han abierto este lugar para la gente del pueblo.

—¿Blair? —Frunce el ceño—, Escuche, señorita. Mi nombre es Brahms Windom, y le recomiendo, con todo respeto, alejarse de este lugar y dejar de meter sus narices dónde no debe.

Anastasia se encuentra ahora perpleja ante tal actitud.

Así que cuando se retira, aquél hombre cincuentañero dice:
—Ah, y sugierale a su hermana que abandone sus enormes caprichos, y que ceda la tutoría de sus hijos a su aún esposo. —Hace una larga pausa—, No me pregunte cómo conozco del asunto.

Anastasia lo mira extrañada, y finalmente se retira.

En su cabeza sólo se preguntaba:

¿Quién era ese hombre y por qué charlaba con el otro extraño anciano? ¿Por qué había entrado un singular grupo de personas a aquél lugar?

Y, ¿Por qué la iglesia se encontraba aún inhabilitada para los religiosos de la zona?

Era casi un misterio. 

El Caso Blair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora