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Lilia en seguida se pone a llorar, pues era ella una jóven que podía poseer cierto carácter, pero era muy sensible en cuanto al trato recibido de otros.

Samuel pide permiso y se retira en seguida de la mesa.

Pedro ahora se mantiene sumamente absorto en sus pensamientos respecto al comportamiento que acababa de ver por parte de su cuñado.

—Tranquila, Lilia. No ha sido para tanto.

—William jamás me había alzado la voz hasta el día de hoy. —Dice Lilia sollozando—, Siempre me ha mostrado aprecio y buen trato. Y ahora, ¡Me ha gritado frente a todos ustedes y se ha ido sin si quiera pedirme disculpas!

—Hemos tenido un día largo y agobiado, eso es todo. —La consuela Pedro.

—¡No! No existe razón para que él me hablara de tal modo. Y el tono en que lo hizo fue tan grosero, como si me odiara. —Dice Lilia, quién aún continúa llorando, pero secando sus lágrimas a penas éstas salían por sus ojos.

—No digas tonterías, mi hermano te adora, quizás sólo ha estado algo malhumorado hoy. —La consuela ahora Claudia.

Por otra parte, en el segundo piso de la mansión, Samuel se aproxima a su primo, quién se encuentra con semblante serio en su alcoba.

—¿Qué ha pasado, Will?

—No sé a qué te refieres. —Responde este fríamente, sin verle a la cara al otro.

—¿Por qué te comportaste así con mi hermana? —Le pregunta Samuel—, A penas ella mencionó a Chester pude notar tu enojo y mal ánimo, y luego, fue como si fueras un vaso con agua, y el líquido en tí se rebasara sin cesar.

—Lo siento, es que he tenido hoy un mal día, es todo. —Se excusa William—, No he podido avanzar casi en nada en cuanto a la investigación, y... —Titubea—, Ha sido un tanto difícil volver a mi trabajo, cuando tenía tanto tiempo sin hacer esto.

—De acuerdo, te comprendo. —Le dice Samuel—, Sabes que siempre estaré aquí para tí cuando lo necesites, y si te sientes muy agobiado podemos resolverlo jugando al pool como siempre.

William ríe levemente, y ahora sí mira a Samuel a la cara.

—Pero... —Samuel vuelve a hablar—, Lilia es muy sensible, ella te idolatra y te aprecia un montón, así que por favor no te vuelvas a expresar así con ella. ¿De acuerdo?

—Sí, lo lamento.

—Con quién deberías disculparte es con ella. —Le dice Samuel—, Pues probablemente ahorita se encuentre afectada por lo que le dijiste, o por la forma en que le dijiste las cosas. Recuerda que es su vida, ella puede salir con quien quieras. Aunque, admiro demasiado que la quieras como a una hermana y siempre busques protegerla y que nadie le haga daño. ¡Pero todos somos adultos! Estamos conscientes de lo que hacemos.

—Sí, la quiero como a una hermana. —Murmura William, mirando a la nada, y aunque hablaba con seguridad, no estaba muy seguro de lo que había dicho.

Minutos más tarde, todos se habían introducido a sus habitaciones a dormir.

Claudia dormía con su novio Pedro en una habitación, Samuel Rotsenburg dormía en una habitación al final del pasillo, y la habitación de Lilia era la más cercana a la de William Pennington. 

Cuando era ya media noche, William sale de su habitación y se dirige a la de su prima.

Al tocar la puerta muy suavemente, Lilia le da permiso de pasar.

William cierra la puerta tras él, y luego le dice:
—No creí que estuvieras despierta a esta hora.

—Y yo no creí que desearas entrar a mi habitación a esta hora. —Responde la jóven.

William se acerca despacio a ella, se sienta junto a su cama, y le dice:
—Me disculpo por haberte gritado de esa forma respecto a lo de Chester. No fue para tanto.

—Descuida.

—Yo... No debo meterme en tu vida privada y lo sé. Te quiero como mi hermana y me preocupa con quien estés, es todo. —Le dice William.

Lilia se acerca más a él, y le pregunta:
—¿Me quieres como a una hermana, Will?

El detective asiente.

—¿Me miras de la misma forma en que miras a Claudia? —Pregunta Lilia.

William no muy seguro asiente.

—No, estás equivocado. Tú no me quieres como a una hermana. Es muy fácil percibirlo desde mi perspectiva.

—No entiendo de qué hablas, o qué estás insinuando.

—¿Tú me amas, Will? —Ahora Lilia acaricia sutilmente sus mejillas

—Sí, te amo. —Dice este mirándola directamente a los ojos. Aunque, inconscientemente, su mirada también se posaba en los labios de Lilia.

—¿Me amas como a una hermana, como a una prima, o cómo algo más? —Le pregunta Lilia, ahora mucho más cerca de él.

—Ya debo irme. —Al decir esto, William se retira de inmediato, no sin antes desearle unas buenas noches a su prima.

Este sale de su habitación y cierra con cuidado la puerta.

Lilia se recuesta en la cama, y piensa en su primo William Pennington. En su cabello, sus profundos ojos oscuros, sus preciosos labios... Piensa en todo de él.

Y piensa en que quiere tenerlo todo de él.

El Caso Blair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora