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William Pennington corresponde al beso, sólo dos segundos, luego se separa.

-No diga una palabra más, no me pregunte más sobre el tema, por favor. -Le pide Anastasia-, No me presione para hablar sobre cosas que no deseo hablar.

-¿Por qué me ha besado usted? -Le pregunta William.

Anastasia le acaricia las mejillas y le dice, casi murmurando:

-Porque quería hacerlo callar.

William mira los labios de Anastasia unos segundos, y luego le pide:
-Por favor no vuelva a hacerlo.

-Si usted no me presiona de nuevo, no lo haré entonces.

-¿Pero que otra opción tengo para hacerla hablar? -Pregunta este.

-No puedo. Sé que le importa este caso, pero yo no puedo decir lo que sé.

-¿Está usted amenazada? ¿Necesita ayuda al respecto? -William se inquieta ahora.

-No, no, nada de eso. Sólo no puedo. -Anastasia vuelve a morder su labio.

-Por favor deje sus labios en paz, va a estropearlos y luego no podrá robarle un beso a nadie más. -Dice el detective.

Anastasia ríe, y luego los dos se van y vuelven con los demás.

~~~

Lilia Rotsenburg se había visto prácticamente obligada a subir arriba con Chester Black, y aunque Bernard había notado la intensidad de tal acto por parte de su hermano, sabía muy bien que nada podía hacer para evitarlo.

Para hablar sobre personas, aunque, en particular, sobre hombres, estos suelen caracterizarse por la posesión de ciertos defectos, en su mayoría, más grandes que un espacio en constante crecimiento.

Todos tienen ciertos defectos tan bien pintados, que fácilmente se podrá hallar una conclusión perfecta y adecuada sobre ellos.

Si el tema a tratar fuera Chester Phillips Black, podría decirse que su mayor defecto, peor que su torpeza humana, su mal genio y su arrogancia, era, indudablemente, su mal carácter con las mujeres.

La igualdad de género no le parecía un tema importante a destacar para Chester, pero, siempre solía considerar que si una mujer le provocaba, a veces a propósito por parte de ella, entonces esta debía permitir, sin quejas ni objeciones, el hecho de efectuar el gran acto que, quizás no era deseado por ambas partes.

Así que, sin perder el tiempo, Chester cerró la puerta de su gigante, pintoresca y bellísima habitación, y, empujó a Lilia hacia la cama, esta cayó, y miró a Chester con rostro de incomprensión y mal estado.

-Estoy muy excitado. -Le dice Chester acercándose-, Créeme que los gemidos no podrán ser percibidos allá abajo, los pasillos son muy grandes, y la suave música y las voces de las personas también apoya al cometido.

-¿Qué cometido? -Pregunta Lilia aterrada.

-Oh, ya verás. -Al decir esto, Chester se abalanza encima de ella y comienza a besuquear su cuello una y otra, y otra vez.

-Ya, por favor, no apetezco. -Le pide Lilia.

Chester parece no tener oídos en este momento. Lo más que deseaba de Lilia Rotsenburg era su hermoso cuerpo escultural, y ahora lo tenía recostado en la cama para él solo.

Como un plato bien servido en la mesa.

-Te gustará, numerosas mujeres han halagado mi forma de hacer el amor. -La intenta convencer Chester.

La continúa besando, hasta que ella lo empuja fuertemente lejos y le otorga una bofetada.

-Dije no, no quiero. -Al decir esto, Lilia acomoda su blusa y sale de la habitación, al abrir la puerta se topa con Bernard Black.

-¿Qué ha pasado? -Le pregunta Bernard.

Lilia lo evade y se aleja llorando al baño.

-Ella es una perra provocadora. -Manifiesta Chester-, Aborrezco a las mujeres que te coquetean, te seducen, permiten que tus hormonas vuelen cuál mariposas, y luego... Luego sólo te dejan allí, con ganas.

-Debes ser comprensivo, quizás sólo es una mujer difícil que amerita de su tiempo y espacio. -Le sugiere Bernard.

Chester se levanta de la cama, y le dice a su hermano:

-Ya mismo le voy a ordenar a la servidumbre sacar a patadas a esa horrible y sucia mujer de aquí. ¡Piensa ella que puede hacerme sentir inútil, insatisfactorio e insuficiente en mi propia propiedad! Es que no hay mujer más zorra que Lilia Rotsenburg.

Bernard intenta calmar a su hermano, pero no puede evitar que Chester quiera echar de su casa a aquella jóven que había invitado.

~~~

Poco más tarde, ahora William Pennington, Henry Bastor, Pedro Smith y Anastasia Blair se encontraban en la comisaría exigiendo respuestas.

-No entiendo. -Les dice William Pennington a los oficiales, todos dentro de un salón apartado del resto-, Charlie Blair fue quien me pidió a mí, quién me rogó, para investigar el caso de su hermana, el asesinato de su hermana Christina. Entonces, ¿Por qué razón la asesinaría él y luego me pediría a mí investigar esto? ¿Por qué razón querría él ir a la cárcel deliberadamente?

-No lo sabemos. Pero, el bate es propiedad del señor Blair, lo obtuvo cuando más jóven cuando se interesaba en el deporte, según nuestros informes. -Le explica uno de los oficiales.

-¿Qué están haciendo ahora con él? -William frunce el ceño.

-Estamos esperando a que confiese. Un poco de presión nunca hace daño a nadie.

Dentro del salón al final del pasillo, se encontraba Charlie Blair en un asiento.

-Dinos si asesinaste o no a Emily Rutt y a Christina Blair, ¡Dilo! -Le pedía un oficial.

-No, yo no lo hice. -Responde Charlie.

Entonces, el oficial vuelve a golpearle unas cuantas veces más en el abdomen. Ya le había sacado el aire unas tres veces, y probablemente serían más.

El Caso Blair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora