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-Señorita Blair, ¿Le importaría si le presento a mi queridísimo hermano? -Le pregunta Bernard-, Estaría él encantado de gozar de su maravillosa presencia

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-Señorita Blair, ¿Le importaría si le presento a mi queridísimo hermano? -Le pregunta Bernard-, Estaría él encantado de gozar de su maravillosa presencia.

-No hay problema. -Contesta la mujer con notable timidez.

Ambos caminan un poco, y, se acercan a Chester Phillips Black, quién se hallaba sentado charlando con Lilia Rotsenburg y con Samuel, aunque este segundo no presentaba mucha participación en la charla.

-¡Hermano! Permíteme presentarte a la hermosa Anastasia Blair. -Le anuncia Bernard.

-Hola, un gusto. -La saluda este secamente, casi sin mirarla.

Lilia Rotsenburg de inmediato mira a Anastasia con enorme desdén, indiferencia, y deshonra. La inspecciona de arriba a abajo, y no puede evitar sentir repugnancia hacia aquella mujer, que, indudablemente, a juzgar por su peinado, maquillaje y atuendo, era una persona no perteneciente a la realeza, ni a una buena posición económica por lo menos.

<<Debe ser de clase media, de esos que sólo tienen para pagar un sólo criado>> piensa Lilia de la señorita Blair, mirándola con leve ignorancia.

-Ella es la señorita Lilia Rotsenburg. -Se la presenta Chester fríamente.

-Un gusto. -Dice Anastasia, Lilia no responde palabra alguna.

-Y yo soy Samuel Rotsenburg, un gusto conocerla. -Se presenta este. Entre él, Lilia y Chester, era en extremo evidente que era él quién poseía un poco más de humildad, de carisma y de buen juicio.

Anastasia de inmediato se sintió altamente despreciada en aquél círculo, por todos menos por su acompañante, el señor Bernard, y el jóven Samuel Rotsenburg.

Y, aunque ella deseaba casi vehemente retirarse, el señor Black le insistió mucho en quedarse a acompañarlo un rato más.

-Y... ¿De qué rica familia proviene usted, señorita Blair? -Pregunta Lilia, con tono de soberbia.

-No pertenezco a una familia rica, soy de clase media.

-Eso se nota a sabiendas, debido a su aspecto físico. -Comenta Chester.

Anastasia traga un poco de saliva, y, nuevamente se siente fulminada por Chester Black y por Lilia Rotsenburg.

Entre todos charlaron un poco más, hasta que Anastasia pidió, gentilmente, retirarse, y por suerte logró su cometido.

Por otra parte, Henry Bastor se había quedado a charlar con una agradable y jóven señorita de pelo rubio y collar de perlas, y aunque Anastasia pasó muy cerca de ellos, casualmente, debido a la cantidad de gente, no logró percibirlos.

Muy cerca, en otro salón, la famosa Agatha Christie se había retirado para ir a charlar con otras personas, y el señor Pennington se dispuso a salir de aquél salón para volver hacia sus dos primos.

Al llegar y verlos, se llevó una gran sorpresa.

Samuel no estaba allí, y Chester se encontraba acariciando con extrema suavidad y adoración el fino rostro de Lilia, acto seguido, le acarició de forma muy disimulada parte de su seno izquierdo.

Lilia sonreía con placer.

La impotencia que sintió William fue casi tremenda, así que sólo se dió la vuelta para no mirarlos. Luego se fue hacia el comedor principal, tomó asiento en la mesa y permaneció mirando a la nada.

En aquella mesa rectangular no se encontraban muchas personas, pero justo al lado del ex detective se encontraba sentada Anastasia Blair, quién sin pensarlo mucho, se dirigió hacia él:

-¿Es usted el señor Pennington? Adoro los casos privados en los que ha trabajado, es usted muy popular en el condado de Hunsford. ¡Qué gusto verle aquí!

William no la mira a la cara, ni siquiera parece escucharla, así que la ignora por completo y se retira velozmente de allí.

Anastasia se queda confundida y extrañada, nuevamente se siente públicamente rechazada, así que se levanta de la mesa y se dirige hacia el jardín.

La hermosa luz de la luna era cautivadora, también las estrellas, el sonido de los finos violines que tocaban algunos profesionales, y el ambiente en general.

En eso, llega el señor Bastor, quién se acerca muy despacio a Anastasia, y esta se resalta con su presencia.

Henry ríe ligeramente, y le dice:
-¿Qué tal estás?

-Deseo irme. -Dice Anastasia muy secamente.

-¿Qué? ¡Pero la velada aún no termina! -Exclama Henry-, Ni siquiera se ha efectuado la deliciosa cena prometida.

Anastasia lo mira fijamente con inconformidad, y luego, llega una jóven mujer de rubios cabellos, y dice sonriendo pícaramente:

-Señor Bastor, ¿Ya puedo acompañarlo hacia su coche a buscar ya sabe qué?

Anastasia ahora se encuentra perpleja, y también en cierto estado de enojo, no sabe qué pensar ni mucho menos qué decir, así que sólo se retira con notable mal ánimo.

-¡Anastasia! -La llama Henry.

El Caso Blair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora