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"Somos como animales, cuando hacemos algo mal, la ley nos debe castigar."

-¡Eso no es cierto! -Exclama Claudia llorando-, ¡Papá! ¡Dile a William que no es cierto! ¡Dile que tú serías capaz de matar a tu amante, pero no a tu propia sobrina! ¡Dile! ¡No te quedes callado!

-Tío, ¡¿Tú mandaste a alguien a matar a tu sobrina?! ¿A la hija de tu hermana? ¡¿A mi propia hermana?! -Le pregunta Samuel, casi en llamas.

-Lo hice. Mandé a alguien a hacerlo, y le dí una descripción más o menos comprendida del físico de mi sobrina. -Confiesa Thomas Pennington, con los ojos llorosos mirando fijamente a su hijo.

-¡El tipo seguramente te habrá dicho que todo estaba resuelto! Y cuando miraste a Lilia llegar, tu rostro cambió por completo. -Dice William-, Lo que sucede es que Lilia y Anastasia tienen el mismo color de piel y de cabello, y ambas iban, curiosamente, vestidas del mismo color. Yo lo noté, fue una desafortunada coincidencia.

-Lo lamento, Lilia. Yo no quería asesinarte, pero no me diste elección. ¡Ibas a enviarme a mí y a Claudia a prisión! ¡No tenía opción! -Le dice Thomas-, Debía hacerlo. Claudia no merece ir a un calabozo sólo por haber hecho caso omiso a su familia y haber colaborado para el bienestar de la relación amorosa de sus dos padres.

-Te equivocas. -Le dice William-, Claudia merece ir a prisión, tú mereces ir a prisión. Todos debemos cargar con las consecuencias de nuestros malos actos. Así se aprende en este mundo. Somos como animales, cuando hacemos algo mal, la ley nos debe castigar.

-Por favor, William. Te lo imploro, dí que yo fuí quien armó todo el plan para ese homicidio, pero no involucres a tu pobre e inocente hermana. -Le suplica Thomas-, ¡No la involucres en esto!

-No, papá. Yo no la estoy involucrando en esto, ella se involucró sola. Y lamento mucho que quisieran acabar con la vida de una mujer sólo por haberse metido en un prestigioso matrimonio, sólo por haber sido una amante. Y apostaría, papá, que probablemente has tenido muchas amantes más. Pero como mamá no descubrió esas, sino esta en particular, creíste que matandola arreglaría todo. ¡La disputa entre tú y mi madre fue toda una farsa! Y eso me queda claro.

A los minutos, ya había llegado la policía, y se llevaban esposados a Thomas Pennington y a Claudia, la condena por ahora se desconocía, pero, ambos habían confesado ya estar involucrados en el homicidio de Christina Blair, y con eso bastaba para encerrarlos, por lo menos hasta el día del juicio.

William volvió de inmediato al hospital junto a Lilia y a Samuel. Al llegar a los pasillos, Charlie se acerca velozmente a ellos.

El detective Pennington queda destrozado por dentro al ver el rostro de Charlie Blair, este estaba pálido y con lágrimas en los ojos. William sabía lo que eso significaba.

-Murió, murió, murió, murió, ¡Murió! -repetía y repetía Charlie llorando.

William no lloró, sólo estaba en shock. Por su cabeza pasó la imagen de Anastasia Blair sonriendo, y diciéndole:

-Me gusta mucho estar contigo, William. Aceptaría ir a cualquier lugar contigo, sólo para ver tu tierna cara y tus ojos fijos.

-¿Estás bien, Will? -Le pregunta Lilia-, ¿Necesitas algo?

-La necesito a ella. -Le responde el detective, quién acto seguido sale del hospital y se sienta en un lugar bastante alejado a mirar un puñado de árboles.

-Lamento mucho su pérdida, y me gustaría estar nuevamente errado al decirlo. -Les dice Samuel-, Ojalá esto no hubiera ocurrido, ella no lo merecía.

-Desde luego que no, Ana era maravillosa, en todo aspecto. -Dice Joanna, sollozando y abrazando ligeramente a Charlie, quién lloraba con la mirada baja y en silencio.

-¡Ojalá supiera quién es el responsable de esto! -Exclama Charlie.

-Ya el responsable está en prisión. -Les informa Lilia-, Es el padre de William. Él es mi tío, y mandó a asesinarme a manos ajenas para yo no revelar que él y su hija tenían que ver con el homicidio de Christina Blair.

-Pero se equivocó, la persona que mandó capturó a la mujer equivocada. Confundió a Anastasia con Lilia. -Termina de hablar Samuel.

-Asombroso. No puedo creer si quiera nada de esto. -Dice Charlie, dándose la vuelta.

Lilia sale entonces del hospital, busca a su primo, entonces se sienta junto a él.

-Lo siento, William. Ella nunca me agradó, pero todo fue sólo por clasismo y prejuicio. Ella no se merecía esto. Y es increíble pensar que, quien debería estar muerta soy yo, y no ella.

William sólo está callado, mirando la nada.

-Si hubiera algo que pudiera hacer para que estés mejor, lo haría. -Le dice Lilia, sollozando al ver a su primo aún callado y con la mirada perdida.

Él no contesta nada, sólo continúa mirando al frente en silencio. Lo que sentía probablemente no lo había sentido nunca antes. Justo cuando recién se había enamorado perdidamente de una persona, esta era asesinada de una manera cruel y momentánea.

Cuando Lilia estaba entonces a punto de irse, William la detiene y la abraza vehemente, al hacerlo le murmura:

-Por lo menos no te vayas tú, por favor.

El Caso Blair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora