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Durante la cena, William se encontraba con sus primos, su hermana y su cuñado.

-Estoy muy orgullosa de tí, Will. Me parece increíble que ahora hayas vuelto a tu trabajo, y que sigas ayudando a la justicia. -Le dice Claudia, sonriendo.

-Hablando sobre el tema, -Interviene Pedro-, Se que es muy atrevido de mi parte, pero, me encantaría acompañarte mañana a la casa de los Blair y a la morgue a ver el cadáver.

-No es posible. -Contesta William-, Soy profesional en lo que hago, no puedo llevar a alguien como aprendiz o algo parecido. ¡Esas cosas no son comunes!

-Yo te agradecería mucho si pudieras hacerle a Pedro ese favor. -Comenta Claudia a su hermano.

-No estoy seguro si esté muy bien llevar a alguien a presenciar todo, a alguien que no trabaja conmigo y que tampoco es profesional en el tema. -Explica William-, Sería casi innecesario.

-A mí me parece ridículo que Pedro deba acompañarte, y disculpen si mi comentario resulta inoportuno. -Dice Lilia.

-Por favor. -Le vuelve a pedir Claudia a su hermano. Su afecto por el jóven Pedro era tanto, que era ella capaz de perder su orgullo, y muchas otras cosas por él.

-De acuerdo. -Asiente William, ahora dirigiéndose al jóven-, Pero, habrá condiciones. No puedes comentar absolutamente nada, estarás callado, junto a mí, y después, cuando estemos a solas tú y yo, podrás decirme cualquier cosa que pienses sobre el caso.

-¡De acuerdo! -Exclama Pedro con entusiasmo y extrema calidez.

Claudia sonríe y le acaricia la mano a su novio.

A la mañana siguiente, William Pennington sale de su mansión junto con su cuñado.

Había centenares de reporteros afuera, todos dirigiéndose hacia el señor Pennington.

-¿Es cierto que ha vuelto usted a su área profesional? -Preguntaba uno.

-¿Por qué ha aceptado usted este caso? -Preguntaba el otro.

-¿Tiene algo de especial para usted el caso Blair? -Preguntaba otro.

William ignoraba todas las preguntas con su frío semblante, mientras se introducía en su refinado auto junto a Pedro Smith.

Luego de cierto camino, llegaron a la casa.

-Un gusto verle de nuevo, detective Pennington. -Lo saluda Charlie.

-El gusto es mío. ¿Podría yo tener la dicha de conversar con su hermana y con la señorita Emily Rutt? -Pregunta William.

-¡Desde luego! -Exclama Charlie, quién aún se veía algo agotado y destruído.

William esperaba sentado en el sillón junto con Pedro, cuando, repentinamente entra la señorita Anastasia Blair, pero, junto a cierto caballero.

Luego de un breve saludo, William dice hacia aquél hombre:

-¡Oh! Creo que ya le he visto a usted antes.

-Sí, estaba usted en la velada de la familia Black, ¿No es cierto? También le ví allí, junto a Chester Black. -Dice el hombre, rascando su nuca con mirada pensativa.

-Es usted el hombre que golpeó a Bernard Black en el rostro, ¿Verdad? Luego se retiró sin más. Mi primo y yo pudimos apreciarle por unos instantes. -Comenta William.

-¿Golpeaste a Bernard? -Le pregunta Anastasia frunciendo el ceño.

-Sí. -Asiente este algo apenado y serio.

-¿Por qué? -Pregunta la jóven.

-Se estaba metiendo conmigo, y desgraciadamente me salí de mis casillas. -Se justifica Henry.

-Aún no veo justificación, me parece sumamente insolente lo que hiciste, ¡Qué bien que no estuve allí para verlo! Pues ya me había yo ido. -Comenta Anastasia hacia Henry.

-¿Estuvo usted, señorita Anastasia, en la velada de los Black? -Le pregunta el detective.

La jóven asiente, agregando que fue como acompañante del hombre a su lado.

-¿Y usted es...? -Le pregunta William directamente.

-Henry Bastor, señor. Soy secretario personal del señor Black, le ayudo con sus asuntos financieros.

-¿Es usted abogado? -Pregunta William nuevamente.

-Así es, y uno muy bueno del condado. -Contesta este con tono ciertamente presuntuoso.

Pedro permanecía callado cuál estatua escuchando la conversación, y mirando detenidamente a Anastasia Blair.

-¿Dónde estaba usted, Anastasia, la mañana en que fue asesinada su hermana? Y digo mañana, porque ya se me fue confirmado la hora aproximada del perturbador acto. -Dice el detective Pennington-, Fue cerca de las 8:30 am, hace dos días.

-Aquí nos levantamos muy temprano, a las 7:00 am Charlie sale a trabajar, y Emily y yo atendemos a los niños, eso cuando no van a la escuela temprano. -Explica la jóven.

-¿Puedo preguntar por qué cuidan de los tres niños usted y la señorita Rutt, cuando aquí está presente la madre? -William frunce el ceño, Pedro también.

-Ella... -Anastasia titubea-, Ella... Nunca estaba sana. Siempre ebria, o incluso drogada. Maltrataba mucho a sus hijos, los golpeaba, les gritaba, y a pesar de todo esto no deseaba que el padre de los niños tuviera la custodia.

-¿El padre de los niños? Hábleme sobre él, todo lo que pueda decirme. ¿Seguían aún casados? -Pregunta William.

-Así es. -Asiente la jóven.

William puede percibir fácilmente como Henry Bastor le acaricia las manos y los hombres a Anastasia. Ella estaba algo desesperada, aturdida, perturbada. Pero, el señor Bastor estaba allí para consolarla, y le demostraba una significativo afecto que podía ser percibido por cualquier persona en cualquier situación.

-Jackson Corner, se llama. -Continúa hablando Anastasia-, Es un hombre muy violento, arrogante, malvado. De hecho, estuvo atacando y efectuando amenazas contra mi propia hermana durante todos estos días, eso para conseguir que ella desistiera y le diera la custodia de los tres niños.

-De acuerdo, entonces tenemos ya un primer sospechoso. -Murmura el detective, sin apartar la mirada de la jóven frente a él.

El Caso Blair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora