Lo que está en cursiva está dicho en inglés.
—¿A dónde vamos?—Pregunté por enésima vez.
—Sorpresa...
—¡Oh vamos, dímelo!—Paró de caminar y se acercó a mí.
—¿No puedes esperar diez minutos a que lleguemos al aeropuerto? Allí lo sabrás.
—¡No, no puedo esperar! ¿Aún a estas alturas no te has dado cuenta de que soy una persona bastante impaciente? Has dicho que haría frío. ¿Nos vamos a la Antártida? ¿Canadá, quizá?—Dani empezó a temblar.
—¡Rusia, nos vamos a Rusia! ¿Contento?—Sonreí de oreja a oreja.
—Por supuesto.
—Bien, porque no pienso decirte nada más.—Sentenció volviendo a caminar.
—¿Estás enfadado?—Caminé tras él.
—No estoy enfadado...—Dijo algo cansado.
—Oye, solo era una broma.—Me puse a su lado.—¿Te ha molestado? Si es así, lo siento.
—En serio, no pasa nada.—De repente, le abracé.—¡¿Q-qué haces?!
—Perdón si he fastidiado tu plan de que fuera sorpresa...—Suspiró.
—Idiota, he dicho que no pasa nada.—Solté una risilla.
—Lo sé.—Lo miré a los ojos.—Solo quería abrazarte.—Le saqué la lengua guiñándole el ojo.
Se puso rojo y apartó la mirada molesto, haciendo que otra risa saliera de mis labios.
—V-vamos, perderemos el avión.
—¡Sí!—Dije entusiasmado.
En diez minutos llegamos al aeropuerto de Estocolmo y, como siempre, pasamos el insoportable control de seguridad. Buscamos con la mirada la puerta de embarque hacia Moscú y, cuando la encontramos, nos sentamos a esperar a que la abrieran. Observé a la gente que se iba acumulando en aquel punto. La gran mayoría eran rubios, había un un par de morenos, pero nada más. La verdad, me parecía muy curioso que hubiera gente tan rubia, que era prácticamente de color blanco, como un folio de papel. Al parecer Dani estaba nervioso, pues no paraba de hacer un constante movimiento con el talón derecho. Obervé su pie y despues ascendí hacia su cara, donde su mirada estaba fija en algun punto perdido de la pared.
—¿Qué pasa?
—Acabo de recordar que en Rusia están mal vistas las parejas del mismo sexo.—Dijo molesto.—¿Cómo no me he dado cuenta antes?—Me encogí de hombros.
—Qué más da.
—No lo entiendes.
—Sí lo entiendo. Es solo que no voy a dejar de ser quien soy solo porque lo digan un grupo de personas.—Bufó.
—Pero si nos dicen algo dejas de ser "quien eres" para ser "una persona que sale corriendo", ¿de acuerdo?
—De acuerdo.
Poco después nos avisaron para subir al avión y así lo hicimos. Sigo sin creerme que Dani me tuvo que ayudar para subir la maleta. No es que sea un flojo. Bueno, sí. ¡Pero eso no es la cuestión! Es solo que estuvo gran parte del vuelo burlándose de mí. Se que lo hace de broma, y en parte yo le seguía el guión, ¡pero puedo hacer las cosas por mí mismo!
Como siempre, acabé quedándome dormido.
Yo no se por qué, pero tengo una facilidad para quedarme dormido impresionante, es como una especie de poder o algo. Y no solo en aquel entonces, como mi clase sea muy callada hacer un examen y mantenerte despierto es como el castigo de Tántalo. Porque sí, pueden estar muy callados pero copian igualmente, por lo que necesito estar alerta. Bueno, que me desvío de la historia.
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Sweetie (inacabada)
RomanceGabriel, un chico que desde los catorce años sabe que es gay, se enamorará de Daniel trayendo consigo un sinfín de situaciones, tanto cómicas, románticas o algunas un tanto dramáticas para explicarnos, en primera persona, la vida y las dificultades...