Innocent Lovers ©|Yoonmin

Capítulo Veintinueve

Yoongi revisaba aquel documento que comenzaba a ser la razón de su incertidumbre. Miró las letras escritas perfectamente en ella cuando la puerta fue tocada, por lo que soltó un un suspiro dejando el papel en el escritorio y habló, permitiendo que quien fuera pasara.

—Joven Min. Solo venía a informarle que el joven Park Jimin se encuentra aquí, y está esperando en la sala de estar— Soltó la chica de servicio doméstico. Al escuchar el nombre la miró de inmediato frunciendo el ceño confundido, ¿Qué hacía Jimin ahí?

—¿Te informó porqué vino?— Inquirió quitandose los lentes.

—Sí, me comentó que fue porque su madre pidió hablar con él. Sin embargo, la señora Dahyun aún no regresa de la reunión a la que fue, por ello vine a avisarle a usted—Dijo con formalidad.

—Está bien, gracias, yo iré a recibirlo. Y por favor, lleva estos documentos a la que era mi habitación, dejalos sobre la mesa.— Soltó acomodando las hojas y dejandolas allí encima. Vio como la chica entraba y le hacía una corta reverencia. Acomodó el saco de su traje con confusión, no tenía idea alguna del porqué Dahyun querría ver a Jimin.

Era extraño sobre todo porque Jimin había aceptado verla y venir hasta acá, desde que se habian divorciado su madre y Jimin ya no se veían o mantenían contacto alguno, pero ahora...

Se puso de pie y se dirigió a la puerta, en silencio cerró la oficina de Yesung y caminó por el largo pasillo que llevaba hacia la sala de estar. Antes de entrar allí, se detuvo al final del pasillo al escuchar la dulce voz de Jimin, por lo que se asomó un poco y ahí pudo verlo de pie y le estaba dando la espalda, mirando hacia la ventana. En ese instante no pudo evitar que su corazón se acelerara y que todo su ser reaccionara de una forma positiva al verlo como si lo reviviera, podía sentir ese cosquilleo en el estomago y en como muchas emociones lo invadian, y claro todas eran emociones buenas.

Jimin siempre fue el único que le hacía sentir eso y a pesar de tiempo aún lo provocaba, porque seguía amándolo demasiado. Sin embargo, el sentimiento tal vez ya no era mutuo, es decir, después de todo... Jimin tal vez ya estaba cansado y aburrido de él y lo quería lejos tal y como le dio a entender la última vez que se vieron, tal pensamiento aún dolía y se clavaba como una daga en su pecho. Lo que hubo entre ellos ya estaba destruido y dejado en el pasado ¿no es así? Y no podía hacer algo al respecto, era como intentar pegar los vidrios de un vaso roto en dónde en cualquier momento terminará colapsando.

Tal vez debía de asimilar de una vez por todas que sus vidas eran por separado y un diferente camino.

Pero, ¿porque era tan difícil intentar estar lejos de él?

Bajó la mirada con tristeza, de tan solo pensarlo lo hacía sentir tan mal. Humedeció sus labios y a sus oídos llegó de nuevo su melodiosa voz.

—Kookie, cada vez estás más pesadito— Río leve Jimin. Levantó la mirada viéndolo de nuevo, notando que tenía en brazos a Jungkook, mientras le hablaba con cariño.

Debía de admitirlo, Jimin se veía hermoso al igual que siempre. Estaba más que claro que Jimin no sabía de el efecto que causaba en los demás, era demasiado hermoso, se veía tan bien con todo, especialmente con aquellos pantalones negros ceñidos a sus piernas y abrazando sus estrechas caderas, una camisa del mismo color haciendolo ver tan atractivo y más joven de lo que ya era. Se notaba alegre y radiante sonriéndole con sinceridad al pequeño pelinegro en sus brazos quien reía infantilmente al ver a su padre reír o hacerle gestos divertidos, jugando con él. No que decir de su hijo, él ya estaba cada vez más grande y verlo en ese momento le sorprendia, a sus nueve meses era muy lúcido con respecto a lo que sucedía a su alrededor era muy inteligente, estaba entrando en la etapa donde tenía la aparente curiosidad de tocar y mirar todo.