Capítulo XLII: La odisea de Robert (parte 5)

377 49 72
                                    

Narra Robert

El ruido de un portazo me despertó.

Me encontraba algo contorsionado en el asiento trasero del auto de Ethan, esta había sido una de las noches de toda mi vida en las que peor había dormido; el cuello y la espalda me dolían. Ya estaba algo despierto, pero el sonido de la puerta me hizo levantarme por completo, así que me incorporé en el asiento y vi que Ethan caminaba hacía los baños públicos que la noche anterior, la dueña del hotel nos había otorgado el permiso de usar y nos habían servido bastante, incluso para volver a cargar la batería de mi teléfono.

-¿A dónde vas? –le pregunté asomándome por la ventana.

-Voy a ducharme, estos baños son lo máximo. Tú deberías hacer lo mismo. –me dijo, observándome sobre su hombro cuando estaba a unos pasos de entrar a los baños.

Rodé los ojos ante su comentario. –Para tu información, yo me bañé anoche, mientras tú roncabas. Parecías motocicleta vieja.

Ethan me dedicó una media sonrisa y, con su característica y afeminada forma de caminar, se adentró en los baños para refrescarse. Solté un suspiró y me acomodé de nuevo en el asiento, dispuesto a descansar un poco más. Cerré los ojos, acomodando mi cabeza en el respaldo para esperar a que mi excéntrico compañero de viaje volviera de tomar su baño pero en un instante, abrí los ojos de golpe. Una idea atravesó mi mente, ¿y si me iba y lo dejaba? Después de todo, ¿por qué no? Él ya me había hecho pasar por demasiadas cosas, no tendría por qué soportar más.

Después de pensarlo por unos largos cinco segundos, salí del auto y comencé a sacar sus cosas lo más rápido que pude, sus maletas y sus lentes de sol que había dejado en el portavasos. Lo dejé todo sobre la acera, tomé el resto de dinero que quedaba en su billetera, las llaves y al instante encendí el auto; me coloqué mis gafas y sin pensarlo de nuevo, arranqué.

No, no hay marcha atrás. –pensé mientras me adentraba en la carretera.

***

No estaba seguro de cuánto tiempo había pasado puesto que no había revisado la hora pero estaba seguro que si seguía avanzando, podría llegar a New York a tiempo, la carretera se veía sin mucho tráfico, y pensé que al fin mi suerte estaba empezando a cambiar. Seguí avanzando mientras pensaba en volver a llamar a ___________ para que me mandara dinero, ya que la gasolina no iba a ser infinita y en algún momento, me haría falta y lo poco de dinero que tenía era lo que le había sobrado a Ethan cuando compró la marihuana, era algo pero no suficiente. También pensé en que tal vez podría pasar con Maurice Oxford, ya que tendría que pasar por D.C y él vivía ahí.

A pesar de lo que había sucedido hace unos meses con el mal entendido de que él creía que ___________ estaba soltera, nos logramos hacer grandes amigos cuando nos asociamos para su proyecto, así que estaba seguro que si llegaba con él, podría prestarme algo de dinero para esta emergencia, después de todo, Washington quedaba dentro de mi ruta para llegar a New York, a pesar de no haber visto la hora, era obvio que era temprano todavía, si seguía como hasta ahora llegaría a D.C en unas cinco horas, el dinero que tenía sería suficiente para otro poco de gasolina para llegar hasta allá e incluso, comprar una botella de agua y así no molestaría a mi esposa embarazada.

Mi cabeza iba rondando por esos pensamientos, cuando por un momento, giré un poco mi vista al asiento del copiloto. Me llamó la atención que debajo de este, había algo que se movía. Me agaché un poco para tomarlo con una mano sin soltar el volante con la otra. Cuando logré sostenerlo y pude sacarlo debajo del asiento para ver lo que era, me sentí un completo estúpido por no haber revisado mejor.

-¡Ay, carajo, no! –grité, golpeando el volante y comencé a conducir más lento para lograr orillarme- ¿Por qué, por qué, por qué? –comencé a repetir varias veces, negando con la cabeza, hasta que logre orillarme y detener el auto.

Hilo rojo del destino. (Robert Downey Jr y Tú) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora