Capítulo XLIX: Más vale tarde que nunca: Luna de miel (parte 6) +18

1.3K 47 51
                                    


-Entonces... ¿Música en vivo? -pregunté a Robert mientras caminábamos en dirección a tomar un taxi que nos llevara a nuestro hotel.

Teníamos toda la intención de ir a aquel restaurante argentino, que por lo visto, había cobrado ya mucha popularidad, pues notamos que mucha gente tocaba el tema, pero no íbamos a poder hacerlo sin antes deshacernos de nuestro equipaje.

-Música en vivo, comida deliciosa y lo más importante: la exquisita compañía de mí amada esposa. -me dijo con una sonrisa coqueta, pasando su brazo alrededor de mi cintura, pegándome más a él, logrando que nuestro caminar fuera al unísono.

-¿Sabes? Cuando te lo propones, logras que toda yo caiga rendida ante ti. -comenté riendo y con un movimiento de mi cabeza, acomodé mi cabello hacia un lado.

Noté que Robert aspiró mientras cerraba sus ojos, luego me miro y acarició mi cabello con delicadeza. -Tu cabello, Dios mío, tiene un aroma tan maravilloso.

-Oh Rob, no seas exagerado. -reí, negando- Solo uso shampoo de miel.

-No exagero, mi amor. Es que es solo la verdad. -comentó con una sonrisa más amplia, al mismo tiempo que levantaba mi brazo junto con el suyo para hacerme dar una vuelta que hizo que la falda del vestido que llevaba puesto tomara un poco de vuelo.

No pude evitar reír. Cuando Rob soltó mi brazo, dejo la maleta que su otra mano sostenía a un lado suyo y colocó ambas manos sobre mi cintura y sin perder tiempo, posó sus labios sobre los míos, rozándolos delicadamente para luego besarme con más intensidad. Parecía que saboreaba cada segundo del beso, pero no solo él, yo lo estaba disfrutando en demasía. Al estar caminando por una calle que era algo estrecha, a Robert le resultó fácil acorralarme contra él y una pared que al chocar contra mi espalda y mis hombros descubiertos, se sintió algo fría, causándome algo de escalofrío que se desvaneció cuando volví a sentir la boca de Robert devorando mis labios.

Me transmitía su necesidad, y lo comprendía, pues yo también quería lo mismo. Desde que Hannah nació, no habíamos tenido tiempo de estar solos y cuando había oportunidad, yo siempre la dejaba para otra ocasión. Pero ahora... Ahora no iba a perder la ocasión, estábamos solos, parecíamos una pareja recién enamorada, paseando sobre las coloridas y empedradas calles de la Toscana, sintiendo la brisa fresca revolotear entre nuestros cabellos, saboreando cada rincón de nuestros labios, saciando la sed que ambos sentíamos por el otro...Todo era tan perfecto.

Robert acariciaba mi espalda suavemente, subiendo y bajando su mano desde la parte baja de la misma hasta mi nuca, dejando besos que pasaban de mis labios a mi cuello y viceversa; yo enredé mis dedos en su cabello y subí una de mis piernas por su cadera, su perfume me embriagaba y sus caricias me hacían sentir en el paraíso.

-No sabes cuánto deseo y necesito sentirte, __________. Me haces falta, mucha falta, desde hace tiempo... -jadeó cerca de mi oído, provocando que se me escapara un leve gemido y sentí que sonrió- No mi amor, todavía no... -me dijo mientras su mano subía de nuevo por mi espalda- Guarda esos dulces sonidos para cuando pueda volver a hacerte mía, por favor. -su dedo pulgar acarició mis labios y yo cerré los ojos, soltando un suspiro.

-Robert, no juegues así conmigo, o te vas a arrepentir. -le dije, acercándome a sus labios, dándoles una leve mordida.

-Oh, mi cielo, encantado de arrepentirme. -me guiñó un ojo y sonrió de lado.

-Vamos al hotel ya. -reí, retomando la compostura y acomodando un poco la camisa de Robert y mi vestido, que se habían desarreglado un poco después de nuestro breve encuentro a plena luz del día- Agradece que nadie nos vio. -reí, volviendo a tomar su mano para seguir caminando.

Hilo rojo del destino. (Robert Downey Jr y Tú) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora