Capitulo 13

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Cedric recibió a Lydia en la sala común con una sonrisa de oreja a oreja listo para soltar comentarios típicos del castaño.

—Lo vi todo.—Exclamó con picardía.

Ella rodó los ojos con diversión.

—Oh, por favor, Cedric Diggory. ¿Acaso olvidaste las veces que te he visto pasar babas con Cho?"

El Hufflepuff estalló en carcajadas, disfrutando del juego.

—¡Estoy vivo y soy joven! Y ahora resulta que mi mejor amiga quiere regañarme como si fuera mi madre.

—Basta de risitas, Cedric.—Replicó Lydia, cruzándose de brazos con una mueca divertida.—Es tarde, ve a dormir.

—Cómo quieras, mamá.—bromeó Cedric, retirándose hacia la habitación de los chicos.

—¡Y no te pongas a decirle a todos lo que viste!—agregó Lydia con una sonrisa traviesa.

Cedric hizo una reverencia exagerada.

—Mis labios estarán sellados, prometido.

Lydia lo miró con una sonrisa cómplice. Cedric tenía razón; eran jóvenes y merecían disfrutar más de la vida. Sin embargo, gracias a la situación actual en Hogwarts, eso no sería del todo posible en su último año en la escuela.

—¡Tú también deberías ir a dormir!—gritó Cedric desde su nueva ubicación, rompiendo los pensamientos de Lydia.

Ella soltó una risa suave, asintiendo en silencio mientras se dirigía hacia la habitación que compartía con sus compañeras de Hufflepuff. Con cada paso, se esforzaba por aferrarse a los momentos de ligereza y amistad en medio de la oscuridad que se cernía sobre la comunidad mágica.

Los meses pasaban casi volando, la relación entre Fred y Lydia iba mejor que nunca mientras asistían al E.D. a practicar sus hechizos, pero pronto la navidad llegaría.

—Espero verte pronto Lydia.—George le sonrió con una maleta en su mano.

—La navidad pasa más rápido de lo que crees.—Le dio un beso casto mientras bajaban del tren.

Lydia saludo al resto de familia Weasley y a Harry, pronto su padre llegaría por ella a la estación llevándola a casa. Era una verdadera lástima que no pudiera ir a casa de los Weasley para esa festividad gracias a que su padre tenía otros planes.

—¿A donde iremos?—Preguntó ya estando en casa.

—A un lugar muy significativo, ahora ponte un abrigo no quiero que te resfríes.—Ordenó.

—Papá, ¿Qué hacemos aquí?—Lydia estaba aterrada en un bosque en medio de la oscuridad.—Tienes planes muy malos para noche buena.

—Siempre tengo planes malos.—Rió a lo bajo.—Espero que la próxima vez tú elijas donde pasar noche buena.

—En un bosque en medio de la nada con frío, ten por seguro que no.—Se abrazó a sí misma.

—Lydia, ¿Aún recuerdas este lugar?—Miró a los alrededores.

—Siento que había venido antes.—Miró al suelo.—Pero no lo recuerdo.

—Tú madre solía traerte aquí antes de morir.—Miró el lugar intentando no llorar.

—A cambiado.—Posó su mano en el tronco de uno acariciandolo.

—Todos tenemos que cambiar para un bien común.—Suspiró.—Tu madre y yo no somos tan buenos como lo parecemos.

—¿De que hablas?—Lo miró curiosa.

—Tienes que unirte a ellos.—Murmuró.

—¿De que ellos hablas?—Sonrió sin entender.

El hombre se levantó la manga del abrigo mostrando una marca, la misma que vieron el día del mundial en el cielo;—Tuve que hacerlo, tú madre era parte de ellos... Si no me unía te matarían.—Lloró con la voz rota.—El regresó y tengo que cumplir sus órdenes... No podía permitir que te lastimaran, eres solo una pequeña niña.—Miró los ojos bi color de ella.—Pero ahora quieren que te unas... Tienes que hacerlo.

—No... No seré como el abuelo, prefiero morir antes que lastimar a otras personas.—Apretó los puños.

—No seas tan terca, tu madre también creía que sería fácil y murió, no quiero lo mismo para mi única hija.

—Se que tú tampoco quieres ser parte de esto... Por favor papá.—Sus ojos se cristalizaron.

—Entonces huye, el está devuelta y si te encuentra te matará... Tu tienes aquello que el más desea.

—Si me voy, te matarán a ti también.—Negó con la cabeza.—Debe haber alguna manera, alguna forma de salvarte.

—Oh dulce niña mía... Yo ya no tengo salvación.—Sonrió intentando darle fuerza.

La rubia abrazó con fuerza a su padre, sentía su corazón romperse ¿Su destino sería la muerte?

—Ahora vete... Te escribiré cuando pueda y nos iremos de este lugar.—Acaricio la mejilla de su hija.—Todo estará bien, lo prometo.

Justo en el momento en el que unos mantos oscuros comenzaron a rodearlos ella se logró transportar lo más lejos que pudo del bosque y corrió sin saber a donde ir o a quien acudir, su padre estaba en un gran problema y no tenía más familia.

Grindelwald |Fred Weasley Donde viven las historias. Descúbrelo ahora