Lydia había ido a visitar a la familia Weasley en Grimmauld Place ya que Sirius Black los había invitado, días atrás habían celebrado el cumpleaños de los gemelos por lo que ahora hacían magia en cada oportunidad que tenían.—¿Como te sientes Lydia?—Preguntó Black.—Te agradezco el que hayas cuidado de Harry en ese momento.
—No hay nada que agradecer, y estoy ¡Fred, George!—Regañó a los gemelos que se aparecieron a su lado dándole un buen susto.
Los pelirrojos comenzaron a reír antes de que Molly les diera un tirón de orejas haciéndolos quejar, Lydia comenzó a reírse de eso.
—Gracias Molly.—Sonrió.
—Dime cuando alguno te moleste, querida.—La miró con cariño.
—Creo que fue mala idea presentarlas.—Fred sobó su oreja.
—Estoy de acuerdo.—George hizo lo mismo.
A los pocos minutos los enviaron a un cuarto de arriba ya que estaban por iniciar una pequeña junta de la orden del Fénix;—¿Escucharon eso?—Ron se encaminó a la puerta.
Harry entro siendo al instante abrazado por Hermione, luego fue quien se acercó a darle un abrazo como si de su hermano menor se tratase;—No te pueden expulsar.
—Es cierto, lo investigue.—Hermione apoyó.
—¿Porqué no me escribieron?—Preguntó Harry.
—Lo siento, mi padre me llevo casi todo el verano al hospital temía que tuviera secuelas del hechizo.—Habló Lydia apenada.
Casi poco tiempo paso hasta que los gemelos se aparecieron haciendo sobresaltar a Harry.
—Es injusto.—Lydia se cruzó de brazos.—Soy mayor que todos aquí.
—Solo tenemos unos meses de diferencia.—Fred se apareció junto a ella.
—Da igual.—Bufó.—¿Tienen algún truco para poder escuchar lo que dicen?
Los gemelos se miraron entre sí con una sonrisa;—¿Quieren oír algo interesante?
Ahora estaban en las escaleras con una oreja de ule escuchando lo que decían.
—Hermione tu gato.—Lydia susurró viendo cómo comenzaba a jugar con la oreja.
—¡Suéltala!—Ron regañó lo más bajo que pudo.
—¡Gato malo!
Todos soltaron una queja cuando el gato logró romper el hilo que ataba la oreja;—Hermione odio a tu gato.—Ron gruñó.
—Harry.—Molly se acercó al chico.—Debes tener hambre, vengan a comer.
Molly soltó un grito cuando los gemelos se aparecieron atrás de ella;—¡Solo porque ya pueden usar magia no tienen porqué usar sus varitas para todo!
Los gemelos comenzaron a reír hasta que Lydia se apareció entre ellos haciendo que soltaran un grito.
—Ya no es tan divertido, ¿Cierto?—Se burló yendo a la mesa.
Durante la cena le enseñaron un periódico a Harry en el que se lo tachaba de mentiroso, cosa que Molly no permitió conversar ya que no le parecía apropiado para alguien de su edad, el resto de la comida transcurrió en un silencio algo incómodo para algunos hasta que por fin llegó la hora de dormir.
—¡Que día tan pesado!—Bostezó Lydia.
—Demasiado.—Aceptó Harry.
—Vamos quita esa cara, mañana todo irá bien.—Se acercó colocando sus manos en los hombros de Potter.—Si alguien quiere decirte mentiroso me lo tendrá que decir a mi también, ambos lo vimos volver.
—¿Qué fue lo que te dijo ese día en el cementerio?—Potter no recordaba gracias al miedo que le había dado estar ahí.
—Reconoció la varita de mi abuelo.—La saco.—¿Alguna vez has escuchado el cuento de los tres hermanos?
Harry negó repetidas veces mientras Lydia le daba su varita dejando apreciarla.
—Se dice que la varita del saúco está hecha por la misma muerte.—Soltó una risa.—Claro que es solo una fábula pero siempre me habían dicho que mi varita podría ser tan peligrosa como la del cuento y por eso mi abuelo la robo años atrás.
—¿Y como la obtuviste?—Harry observaba curioso la varita.
—¿Conoces el Castillo de Nurmengard?—Nuevamente Harry negó.—Mi abuelo esta preso ahí, mi padre cuando era una niña me llevó a visitarlo, fue la única vez que lo vi en toda mi vida pero logro darme algo antes de marcharme.
Le extendió la mano a Harry quien le devolvió la varita escuchando con atención la historia;—Está varita, no me dijo nada tan solo me miró a los ojos y me la entregó desde una pequeña ventana en la cual solo pasaba su huesuda mano.
Miró la varita recordando ese momento, luego la guardo y le mostró una sonrisa a Harry.
—Pero es solo una varita común como el resto, ¿buena historia verdad?
—Demasiado.—Suspiró, Lydia miró a los gemelos sabiendo que había logrado distraer un poco a Harry haciéndole olvidar lo de mañana.
Cada uno comenzó a repartirse por la habitación durmiendo, la rubia no podía no estaba segura el porqué pero creía que los ronquidos de Ron eran los culpables. Estiró los brazos mirando a cada uno descansar y miró a Fred quien ni dormido borraba su sonrisa.
—¿Insomnio?—El pelirrojo abrió los ojos viéndola.
—Tu hermano ronca mucho.—Señaló con molestia a Ron.
—Es por eso que nadie quiere compartir la habitación con el.—Se burló.
Por un momento se silenciaron hasta que una sonrojada Lydia volvió a hablar;—Podrías... ¿Venir aquí?—Murmuró creyendo que no la había escuchado.
El pelirrojo con una sonrisa se levantó en silencio llegando hasta su lado, ambos se acostaron nuevamente, ninguno quería hablar tan solo se miraban apreciando las facciones del otro.
Fred colocó su mano en la mejilla de Lydia y con la mirada le pidió el permiso que necesitaba, al instante ambos se besaron, Lydia sentía como su corazón latía como si quisiera escapársele del pecho y sin darse cuenta suponiendo que se dejó llevar por el toque de sus labios ahora se encontraba sobre Fred quien tenían su cabello alborotado.
—Lo siento.—Sus mejillas ardieron regresando su cabeza a la almohada.
—Esto es mejor que dormir en el suelo besando insectos.—Fred bromeo haciéndola reír.
Antes de dormir besó con cariño la mejilla de la chica mientras Lydia por inercia abrazo el cuerpo del pelirrojo cayendo en brazos de morfeo.
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Grindelwald |Fred Weasley
FanficLydia Grindelwald, nieta de aquel mago tan conocido como el apellido que lleva, al llegar a Hogwarts conoce a Fred Weasley el único que no temía de ella y su historia familiar.