Capitulo 19

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Lydia había salido junto con Harry para ver jugar a la menor de los Weasley contra Ron en un partido, claro que la rubia no perdía la oportunidad de molestar al azabache enamorado de Ginny.

—Lydia, ¿Te sientes bien?—La miró con curiosidad.

—Estoy cansada, desde las últimas semanas no me he sentido tan bien que digamos.—Confesó pálida.—¿Crees que Molly guarde regaliz en algún lugar?

—¿Regaliz? ¿Para que quieres regaliz?—Frunció el ceño.

—Muero de hambre.—Hizo un puchero.

—Comimos hace menos de una hora.

—¿Me vas a seguir cuestionando?—Gruñó molesta.

—S-Solo decía que últimamente comes más dulces, antes ni siquiera volteabas a ver los postres.—Harry se sonrojó.

—A ti antes no te interesaba Ginny y ahora...

—¡Ya entendí!—Se levantó.—¡Fred! ¿Donde hay regaliz?

La rubia sonrió victoriosa, el pelirrojo se acercó a ella con el dulce en su mano, y la miró curioso;—¿Porque esa cara?—Se sentó a su lado dándole el regaliz.

—¿Que tiene?—Agachó la cabeza dándole un mordisco al caramelo.

—Solo digo... Que pareces un poco triste.—La abrazó por los hombros repartiéndole besos en la frente.

—¿Crees que últimamente como... más?—Ocultó su rostro en el cálido pecho de su novio.

Fred empalideció al no saber que responder, no quería hacerla sentir mal pero era cierto que su apetito había crecido un poco.

—Últimamente... Tienes un poco más de hambre que lo usual.—Murmuró y aclaró su garganta.—Pero eso no cambia en lo absoluto el cuánto te amo.

—También te amo.—Dio una arcada antes de escupir el regaliz limpiándose los labios con la manga de su abrigo.—Lo siento, creo que está caduco.

—¿Lo está?—Se lo arrebató dándole un mordisco.—Sabe bien, ¿No te habrá hecho daño la tarta de melaza que hizo Fleur?

Lydia soltó una ligera risa al escuchar eso y besó la mejilla de su novio;—Creo que nos hubiéramos enfermado todos, ¿No lo crees?

—Yo soy muy resistente a enfermedades, ¿De acuerdo?—Sonrió de lado.—Pero me preocupa que ahora casi todo lo que pides comer a la final lo terminas dejando a la mitad o no lo comes.

—No lo sé... Tal vez el pensar tanto en mi futuro me atormenta.—Murmuró.

—¿Te gustaría ir al doctor? Necesito estar completamente seguro de que estás bien.—Se levantó extendiéndole la mano para ayudarla a hacer lo mismo.

—Gracias.—Al pararse firme se tambaleó levemente.—De acuerdo creo que si necesito un doctor.

—Vamos.—Le ofreció su mano.

La rubia la tomó sonriente, probablemente de verdad la tarta de melaza que Fleur había preparado le había hecho un daño.

—¡Lydia!—George se acerco sonriente pero al instante agachó la cabeza borrando su sonrisa.—¿A donde irán?

—San Mungo.—Confesó mirando con cariño al gemelo de su novio.

—No tardaremos, hermano.—Fred golpeó levemente el hombro de su hermano.

* * *

Lydia estaba al tanto de lo que sucedía con ella, Fred por su parte parecía haber visto al mismo Voldemort su rostro estaba pálido, la mujer que los había atendido finalizó la explicación con una sonrisa felicitando a la rubia a pesar de la corta edad que tenía para eras en esa situación.

—Gracias.—La rubia sonrió como pudo.

—Ten mucho cuidado.—Recordó marchándose del lugar.

—¿Fred?—Miró a su novio.

—¿Podrías pellizcarme?—Un tartamudo Fred sostuvo la mano de su novia.

—¿Pellizcarte?—Frunció el ceño.

—Necesito saber que es real y... ¡Ah!—Soltó un chillido cuando Lydia cumplió.

La rubia soltó una pequeña risa ante Fred, le parecía divertido el hecho de que su novio apenas pudiera hablar o mencionar algo.

—No lo decía en verdad.—Abrazó a su novia por los hombros.

—De todas formas lo merecías.—Recostó levemente su cabeza.

Les esperaba un largo camino hasta la madriguera, desde ese momento Lydia había sido obligada a no transportarse o hacer cosas que pongan en riesgo su vida.

Pero el único pensamiento en el que ambos coincidían era: ¿Como les dirían a los Weasley? Sin duda alguna Molly podría enojarse y al mismo tiempo darles un abrazo, eso les molestaba en la cabeza y asustaba al mismo tiempo, después de todo en algún momento se darían cuenta de su ya no tan pequeño secreto.

Grindelwald |Fred Weasley Donde viven las historias. Descúbrelo ahora