Capítulo 28: Rosa

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— ¿Podría darme una hoja de su libro, Geógrafo? —preguntó la Rosa, el mencionado se levantó de su sitio y le dio la correspondiente hoja. El Geógrafo, el Vendedor y el Rey habían hecho todo lo posible por animarla, pero ya habían transcurrido demasiados días desde que Principito le escribió una carta a Rosa.

—A veces bueno tal vez no todas las noches, creo que se mantiene despierta— soltó el Vendedor preocupado una vez que él, el Rey y el Geógrafo estuvieron dentro de la casa mientras que Rosa seguía afuera.

—No entiendo por qué se está demorando demasiado, conociéndolo siempre le habría escrito alguna carta o nos hubiera dado noticias, es todo lo que haría un príncipe por su princesa—se quejó el Rey.

—Y si uno de nosotros lo busca y vuelve con noticias—sugirió el Vendedor— yo puedo distraer a Rosa con algunas productos—río— sé que le encantará.. no creo que haya alguien que se resista a los chocolates.

—Como tu Rey y majestad te ordeno a que me dejes probar algunos—ordenó el Rey.

—Pues claro realeza— Rio el vendedor—Puedo darle una pequeña muestra.

—No ha aparecido—soltó el Geógrafo preocupado, tanto el Rey como el Vendedor se voltearon en su dirección y se mantuvieron serios— no ha aparecido la Cobra durante todo este tiempo—agregó mientras observaba desde la ventana de la casa el espacio infinito que los rodeaba. Luego camino al otro extremo de la casa, el vendedor y el Rey lo siguieron —Ya no están— dijo alarmado el geógrafo.

— ¿Quiénes? —preguntó el Rey.

—Las ideas negras—respondió el vendedor preocupado. Hace algunos días habían estado rodeados de un montón de ellas, en ese entonces se turnaron a vigilarlas pero ninguna se había acercado, solo los habían estado observando con aquellos endemoniados ojos amarillos.

— ¿Pero hace cuanto que no están? —Todos se quedaron en silencio.

—Estoy seguro, estoy tan seguro que algo grande ha ocurrido no hay nada que discutir caballeros necesitamos ir allá ahora mismo— declaró el Rey.

—Pero ¿Quién de nosotros irá? —Preguntó preocupado el Vendedor— y ¿Cómo debemos de decirle esto a Rosa?

El geógrafo volvió a acercarse a la ventana, afuera la Rosa ya había terminado de escribir su carta, prosiguió a doblarla con cuidado y finalmente cuando terminó, levanto con cuidado el avión de papel, para emprender el vuelo entre aquel espacio vacío.

—No hace falta que le digamos—respondió el geógrafo sin alejar la mirada de la ventana— ella ya lo sabe.

...

Rousse no había permanecido dentro de su casa toda la mañana, estaba demasiado molesta y estresada prefería estar parada y mirar desde su patio los alrededores de su casa, no podía salir pero tampoco podía permanecer dentro, no mientras se sintiera vigilada y presionada de esta forma. Había ocultado aquellos objetos por el efecto que tenían en su madre, no le gustaba que ella tuviera aquella mirada perdida y casi sin vida con la que se presentó a la casa después de que ella fuera a aquella mansión para recoger a Ansley y Emili, por eso fue cuidadosa en arrebatárselos cuando su madre no los estuvo utilizando, sin embargo, los ojos de su madre habían estado entre los estantes y los gabinetes. Rouse podía apostar que ni siquiera había notado su presencia.

—¿Qué necesitas? — Pregunto secamente Rousse apenas sintió la presencia de aquel ser maligno, el cual no dijo absolutamente nada, se pasó de largo y camino en dirección a la salida. Sin embargo, antes de marcharse la observó por un breve instante.

Habían transcurrido demasiado tiempo, ese tiempo que le permitió conocer más de su misteriosa y despreciable personalidad. Por lo que, en ese instante Rousse podía traducir aquella mirada, en algunas palabras o sentimientos.

—¿Qué pretendes? —preguntó de nuevo secamente mientras lo seguía por detrás, y de nuevo la respuesta a su pregunta no fue contestada.

Pronto estaban caminando, a una distancia respetable, mezclándose entre la multitud de aquellos seres carentes de vida. Caminaron hasta que se toparon con un edificio moderno y con una larga cola de personas, tenía un enorme letrero de enormes letras las cuales no leyó. La "Cobra" paso de largo la cola de gente, sin que ninguno de estos se quejara. Rousse no pudo observar quienes formaban la larga fila debido a que no podía perder la vista de la "Cobra" sin embargo, cuando cruzo miradas con aquella pelirroja y una niña pequeña. Sus ojos dejaron de buscar a aquel ser maligno y sus pasos cambiaron de rumbo en busca de reencontrarse con Ansley y Emily ¿Qué hacían allí? Sin siquiera pensarlo corrió a ellas, las abrazó porque pensó que jamás las vería, la pequeña le correspondió sin embargo, Ansley no —¿Qué haces aquí? —preguntó la pelirroja molesta.

—Yo más bien debería ser la que debería preguntarte.

—No lo entiendes... simplemente no me escuchas.

—Ansley.

—Si tú estás aquí, todo— dijo la pelirroja en una mezcla de furia y llanto— absolutamente todo terminará.

—Ansley ¿por qué lo dices? ¿Qué ha ocurrido? —Preguntó Rousse preocupada, Ansley prefirió no hablar más y Emily quien nunca estaba callada, ahora guardaba silencio, mientras miraba al suelo para evitar la mirada de Rousse.

Fue en ese momento que recordó lo que le dijo Principito acerca de ellas, por lo que dio unos pasos atrás a modo de precaución— ¿Qué es lo que han hecho? —Les preguntó denotando en su voz seriedad y enojo — ¿Por qué están aquí? ¿Por qué solo buscan— dijo Rousse al borde de las lágrimas— dañar a los demás? —Emily empezó a llorar y Ansley solo buscaba taparse el rostro.

—Nosotras no lo matamos, Ansley me dijo que estaría bien— hablo Emily con rapidez, su rostro y sus gestos todo denotaba el miedo y terror que sentía— me dijo que estaría bien... ¡Ella me prometió que estaría mejor!— gritó Emily a todo pulmón. La reaccion de la pequeña era algo que Rousse no lo vio venir, por lo que se quedó atónita y una vez que comprendió la gravedad del asunto, miró con furia a la pelirroja.

— ¿Dónde está, Emily? —Preguntó Rousse tratando de que su voz no demostrara la furia que sentía puesto que no quería alterar más a la pequeña —Emily—llamó pero como no obtuvo respuesta se agacho para agarrarle los hombros para que de esta manera, la pequeña le mirara a los ojos— ¿Dónde está?

La pequeña ahora temblaba, pero aun con todo lo que sentía tuvo la fuerza para decirle al oído, en un susurro, la dirección del trágico hecho y cuando parecía que no iba a decir nada más añadió con arrepentimiento: Yo no quería que terminará de esa forma— luego con su voz en un hilo agregó— no era mi intención.

¿Quién era, Emily? —Preguntó Rousse aun conteniendo con todas sus fuerzas su furia, que aunque las tratara de expulsar con un suspiro nada las alivianaría.

Era un oficial.

Existencia (Fanfic de El Principito)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora