Capitulo 12.

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-Creo que deberías decirle la verdad. Para que no se haga ideas absurdas. Es lo menos que se merece despues de todo por lo que ha pasado.

El vampiro giró un poco su rostro para mirarla. Ella aún se encontraba acostada boca abajo, dormitando. Él estaba a su lado sentado y recargado en la cabecera de la cama.

-Supongo. Pero... ella es complicada.- comentó.- Puedo asegurar que me dirá muchas cosas, pese a que le diga la verdad ella seguirá creyendo que la amo.

-¿Porqué piensas eso?.- preguntó parpadeando pesadamente.

-Porque... yo le dije tantas cosas. Le prometí tantas cosas.- respondió con culpa y tristeza.- Durante nuestros meses juntos, le hice creer de muchas maneras que estaríamos juntos por siempre. Que sin ella yo moriría. Y...

-No es tu culpa.- aseguró ella.- Cuando uno esta enamorado, siente tantas cosas. Dice y promete tanto aunque no sepa si podra cumplirlo. Incluso puede decir un 'Te amo', sin sentirlo de verdad.

Edward la miró sin poder creer tanta verdad en pocas palabras, ella tenía los ojos cerrados y pudo notar lo largo de sus pestañas. Se preguntó si alguna vez ella se sintió de esa manera con alguien mas, no le agrado esa idea en lo absoluto.

-¿Te ha pasado?

Elizabeth sonrió un poco para despues entre abrir un poco sus ojos y mirarlo entre el cansancio y pereza, él la miraba impaciente por saber la respuesta de aquello. Sonrió mas y simplemente se acomodó quitando su sonrisa.

-¿Elizabeth?.- susurró él.- Por favor, contéstame.

La susodicha negó lentamente.

-¿No vas a contestarme o no te ha pasado?

Elizabeth rió un poco para volver a negar con la cabeza. Edward soltó un resoplido por lo bajo desviando la mirada. Esa era la estrategia de Elizabeth Snow, sino quería decir la verdad, pero tampoco mentir. Simplemente no hablaba.

Es mejor el silencio que una mentira.

-Solo te dire que... si yo estuviera en el lugar de Bella. Me gustaría saber la verdadera razón por la que mi novio me dejó.- comentó en voz baja para despues quedarse dormida.

Edward la miró.

Dios, es hermosa.

Sonrió acariciando su mejilla suavemente. Su piel era palida, suave y hermosa. Escuchaba su corazón latir lentamente, calmado. Miró sus labios y demonios que jamas había sentido tanto deseo por besar a alguien, eran rosados y carnosos.

Deseaba morderlos.

Sacudió su cabeza sintiendose avergonzado por aquel pensamiento, por sentir deseos que jamas había llegado a experimentar por nadie. Suspiró intentando calmarse, pues una no tan visible elevación se hacía presente en sus pantalones ante unos pensamientos para nada decentes.

Se puso de pie dandole un beso en la frente a la pelirroja que dormía plácidamente en su cama. Acarició su mejilla una última vez y salió por la ventana. No fue una ardua tarea, pues la habitación de Elizabeth era en el primer piso.

Al estar afuera caminó hasta estar parado fuera de la ventana de la castaña, que si estaba en el segundo piso, estuvo varios segundos debatiendo si entrar o no. No quería tener ya nada con la castaña, así que consideró que era buena idea entrar y dejar las cosas claras.

De un movimiento ágil ya se encontraba frente a la ventana agarrandose fuertemente del marco de la misma, para no caer. La abrió con una suavidad asombrosa, sin hacer el menor ruido, entró. Caminó lentamente hacia la cama de la castaña, quien se encontraba durmiendo, se removió sobre la cama quejandose, frunciendo el ceño y apretando la cobija que la cubría.

Monstruo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora