Capitulo 33.

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Ella no lo soltó a pesar de que él estaba luchando por llevar un poco mas de aire a sus pulmones, el agarre de Elizabeth era tan fuerte que incluso lo había alzado del suelo unos centímetros, a sus espaldas Edward y Emmet veían la escena sin inmutarse o pretender hacer algo al respecto.

La pelirroja apretaba los labios llena de furia, tristeza y decepción, una muy mala combinación. Su cabello estaba lleno de mechones blancos, pero no le importó que Frost tomara el control en cualquier momento. Sabía que debía soltar a Liam si quería que empezara a hablar, pero un pensamiento la dejó desconcertada, una clase de pensamiento que no había tenido hace mucho tiempo y que la aterró por completo.

¿Como sería sentir los huesos de su cuello quebrarse bajo su palma?

Por unos segundos lo imaginó, se vio a sí misma apretar su agarre, imaginó a Liam pataleando y luchando desesperadamente por soltarse, su pulso frenético bajo sus dedos, sus ojos perder brillo poco a poco. Lo sintió, cuando él dejó de luchar, lo sintió. Sintió sus huesos romperse, escuchó el crujido en sus oídos y fue el sonido y la sensación mas excitante que había sentido. Sonrió complacida.

Regresó en sí cuando escuchó el quejido de dolor de Liam, no se había percatado de que había apretado su agarre sobre su cuello. El castaño estaba rojo por no poder respirar bien, ella lo soltó de inmediato como si fuera poca cosa, lo vio indiferente cuando el empezó a toser y sobar su cuello con una mueca de dolor.

-Empieza a hablar.- espetó inportandole poco que él no se había recuperado por completo todavía.

Carraspeo débilmente para despues sentarse sobre el suelo y dirigir su mirada a Elizabeth, quien ahora tenia la apariencia de Killer Frost, sin embargo, sus ojos seguían siendo de color café, eso lo tranquilizó, saber que aún era su Snowflake quien estaba conciente.

-Empece a trabajar para Carrick desde los quince, tu sabes mi historia, yo vivía en la calle, sin hogar, pasaba dias sin comer.- empezó él un tanto incómodo, pues recordar los dias que vivió en la calle, no le era agradable.-Cuando él me encontró y me acogió, me dijo que él me iba a ayudar a vivir mejor si yo trabajaba para él. Era un niño ingenuo y estaba desesperado, acepté con tal de no tener que vivir en las calles jamas.

Elizabeth escuchaba atenta cada una de sus palabras, sin inmutarse en lo absoluto al escuchar esa historia por la cual había llorado la primera vez que Liam se la contó. Por supuesto, omitiendo la mención de Cavanagh e inventando unos padres falsos que lo adoptaron.

-A mis dieciséis años conocí a Meredith.- mencionó efectuando una mueca llena de tristeza y dolor. En ese mínimo instante Liza casi siente lastima por él, pero el recuerdo de lo que él había hecho, le hizo olvidar cualquier pizca de lastima. Liam carraspeo y volvió a hablar no queriendo profundizar en el tema.- Inevitablemente me enamoré de ella y ella de mi, poco tiempo después empezamos una relación. Para cuando cumplí dieciocho, yo ya era un experto en la tecnología, en ciencia, matemáticas y todo lo que él requeria para sus planes. Él me lo había explicado todo, absolutamente todo lo que planeaba y debo admitir que al principio sus planes me resultaron perturbadores, mas aún cuando me dijo que pronto yo iba a ser uno de los que resultaría a las personas que necesitaba para sus experimetos.

La pelirroja dio un paso a él amenazante, demonios que estaba ardiendo de furia al recordar todo lo que pasó en aquel maldito lugar. Mas aún en pensar que él estaba con su esposa mientras ella vivía un infierno pensando que él estaba muerto cuando seguramente estaba pasandola de lo lindo con su esposa. Pensar que él no le importó dejarla a su suerte la llenó de decepción, ella lo consideraba su mejor amigo y él la traicionó. El imaginar que él solo la buscó cuando su esposa murió, solo para llenar un poco el vacío que dejó su muerte la llenó de tristeza.

Monstruo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora