Capitulo 28.

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-¿Podrías, por favor, controlar tus pensamientos?.

-¿Qué pasa, chupasangre?¿celos?

El apuesto vampiro giró sus ojos ante las palabras del moreno para despues posarlos en la hermosa pelirroja que dormía entre sus brazos, sonrió un poco para apretarlos mas a su alrededor. Se reprendió mentalmente por haber dejado entrar a Jacob para que le diera un poco de calor a Bella, quien no podía descansar por el inmenso frío de esa noche, y no porque aquello le molestara, sino porque no toleraba sus pensamientos indecentes para con la castaña quien yacia dormida en la colchoneta cuebierta por unas cobijas termicas y con el hombre lobo abrazandola.

-En lo absoluto.- dijo el vampiro sin apartar la mirada de su prometida.- Pero, no me es agradable escuchar tus morbosos pensamientos.

-Bueno, nadie te manda a meterte en mi cabeza.- espetó el moreno.

-Es difícil ignorar a alguien que grita, Jacob.- comentó el vampiro con voz calmada.

-Lo siento.- ironizó.- Bajaré el volumen.

Edward giró los ojos y el silencio reinó de nuevo, por mas que intentaba distraerse acariciando la cabellera de su chica o mirando cada detalle de su sereno rostro, no podía evitar escuchar los pensamientos del moreno, pues era como si se lo gritaran al oído.

-Dios, no puedes evitarlo, ¿Cierto?.- inquirió deseando no haber escuchado o visto nada desde la mente de lobo, que podía crear vividas imagenes mentales.

-No, sinceramente no.- acató el moreno con diversión.- No puedo evitarlo, ella realmente me gusta y estar de este modo con ella...

-Basta. No quiero oir tus perversiones.- comentó haciendo una mueca, Jacib rió entre dientes.

-No entiendo como la dejaste ir. Aunque te lo agradezco, ella ahora me nota.- musitó el moreno mirando a la castaña con amor.

Edward debía admitir que sentía cierta pena por el hombre lobo, él notaba como se desvivia por Bella. Era la misma situación en la que él se encontraba antes, con Bella respirando solo por él, un amor insano.

-Es demasiado triste.- murmuró.

-¿Que es demasiado triste?.- cuestionó Jacob con el ceño fruncido.

-Tu situación.- acató.- Es como un deja vu. No te das cuenta o quiza no quieres hacerlo, pero eres plato de segunda mesa para ella.

El apuesto vampiro temió una sarta de vulgaridades y groserías de su parte, pero el hombre lobo solo se quedó en silencio mirando a la castaña. Sus ojos se aguaron pensando en aquella posibilidad, recordando aquella noche en la cabaña en el bosque donde Alice les había dado privacidad cuando fueron visitadas por el lobo. Mostrandole a Edward inconscientemente como la castaña había admitido, finalmente, que sí sentía algo por él, pero que aún así se convertiría en vampiro ya que aquello no estaba a discusión. Exigiendole, después de que Jacib empezó a negarse, que debía aceptarla tal y como ella quería ser.

Edward fruncio el ceño en cuanto aquella fría frase que Bella había dicho.

-Si me amas tanto como dices, me vas a aceptar aún si me convierto en bruja, Jacob. Porque me amas.

No entendía donde había quedado aquella chica torpe que no buscaba lastimar a nadie con sus palabras, se cuestionó si tal vez aquello era su culpa tras abandonarla, pero desechó aquella idea de inmediato, pues la forma de pensar de la castaña era un enigma que nadie entendía.

-No me importa. Yo la amo.- escuchó el suave murmurllo del moreno.- Supongo que viste mis recuerdos. Yo le gusto y se que puedo enarmoarla al cien por ciento si no te entrometes.

Monstruo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora