Capitulo 23.

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Se sentía, literalmente, como una niña pequeña a punto de ser regañada porque hizo alguna travesura. El apuesto vampiro debía admitir que ella se veía jodidamente adorable y se contenía para no acercarse a ella y robarle el aliento con un beso voraz. Debía de mostrar la pequeña molestia que sentía.

Aunque también debía admitir que ella lo distraia con su actitud apenada y adorable. Ella se encontraba sentada en la gran cama que estaba en el cuarto de Edward, la cual no entendía que hacia ahí ya que tenía entendido que los vampiros no dormían, pero eso lo averiguaria despues. Mientras le dedicaba a cada tanto miradas a su novio, sus pies se movían de adelante hacia atras ya que no alcanzaba el suelo, sus manos se asian al borde del colchon de manera nerviosa. La mirada dura y penetrante de su vampiro le calaba hasta lo mas profundo de su ser y provocaba en ella cosas que por el momento se guardaría.

-¿Podrías dejar de mirarme así?.- preguntó apretando su agarre en el borde del colchón.

Edward sonrió de lado.

-¿Porqué?¿Te pongo nerviosa?.- cuestionó él con diversión.

-Eso y otras cosas.- admitió mirandolo coqueta, pese a que él sonrió de la misma manera, su mirada no cambió.

El apuesto vampiro se acercó a ella lo suficiente para que la pelirroja inclinara su cabeza hacia atras para poder mirarlo a los ojos, su rostro quedaba facilmente a la altura de su abdomen y la hacía pensar cosas para nada decente, debía estar loca para pensar ese tipo de cosas en un momento como este. Él no parecía notar aquella reacción en Elizabeth o simplemente lo ignoraba.

-¿Cuando planeabas decirme?.- preguntó él.

Elizabeth soltó un suspiro.

-Debo admitir... que no planeaba hacerlo.- confesó.

Edward cerró los ojos intentando controlar su genio y buscó alguna razón coherente del porqué su pareja planeaba ocultarle algo de aquella magnitud. Abrió los ojos notando como ella aún la miraba con ojos apenados.

-¿No planeabas decirme que estas dispuesta a pelear si llegase haber un enfrentamiento con El intruso o Victoria?.- preguntó incrédulo.

La pelirroja negó lentamente, aunque sabía que aquello era una pregunta retórica.

-¿¡Como podrías ocultarme algo así!?.- exclamó él entre enojado y dudoso.

-¡Sabía que te negarías si te lo comentaba!.- contestó ella de la misma manera.

-¡Por supuesto que si!.- aceptó él.- Jamas te pondría en peligro de esa manera, claro que no.- dijo como si aquello fuese lo mas absurdo del mundo.

Elizabeth se puso de pie de pronto, el vampiro no se movió por lo que terminaron demasiado juntos aunque auqello no fuese un problema para ambos.

-Por favor, Edward. Entiende que no necesito que me salven, puedo pelear por mi propia seguridad, puedo cuidarme sola y si llegase haber algún conflicto no puedes esperar a que me quede sentada viendo como tu y tu famila se arriesgan por mi.- susurró mirando los hermosos ojos dorados de su vampiro, aquellos que parecían atormentados.

-Elizabeth, no me hagas esto...

La pelirroja alzó sus manos y acarició el palido y atormentado rostro de su amado sonriendo dulcemente.

-Si te prometo que no haré nada estúpido a menos que estes conmigo, ¿Estarías mas tranquilo?.- preguntó aún susurrando.

Edward asintió lentamente, aceptando que ella tenía razón, no estaba hecha de cristal, podía pelear por su cuenta y él sabía que ella era fuerte. Debía aceptar que ella pelearia, si llegase a ser necesario, pero ella también debía aceptar que sería solo con él a su lado.

Monstruo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora