Capitulo 4

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Desperté por los pequeños rayos de sol que entraban por mi ventana entre las cortinas. Me estiré y cruji mi cuerpo mientras agarraba mi celular, eran las nueve de la mañana, y eso, para mi nueva vida, era tarde.
Me levanté, me peine, me lave los diente, entre otras cosas, es decir, me puse presentable. Agarre un top negro y un jean overzide de mi armario y lo cerré. No me duche por qué lo había hecho antes de acostarme, para relajarme y no asesinar a Zac, sí, ese idiota, maldito pedazo de mierda, juro que mi paciencia no iba a poder durar más de lo que ya lo hacía, podría haberle roto la nariz por todo lo que hizo anoche.

Salí de mi habitación y camine hasta la cocina, y ahí se encontraba él, sin remera, apoyado en la mesada, con una taza de café, mirando la ventana, y con el cabello despeinado, cualquier chica normal con gustos básicos diría que se veía jodidamente sexy, pero lo tarado le quitaba todo lo sexy.

Lo ignoré, tome las llaves y empecé a caminar hacía la puerta.

- ¿A dónde crees que vas? - preguntó sin desvíar la mirada de la ventana.

- Oh... disculpe mi señor, ¿Ahora debo pedirle su autorización para cruzar la puta puerta?

Él dió un último sorbo a su taza y la dejo con fuerza en la mesada para dirigirse a mi. Se me acercó lo suficientemente como para que pudiera sentir su respiración agitada, estaba enojado, además estaba presionando sus dientes. Yo en cambio me quedé quieta y me crucé de brazos levantando una ceja.

- Creo que deberías bajarle a tus caprichitos Elizabeth.

Solté una carcajada al escuchar eso - ¿Tú crees?... Y yo creo que deberías entender que no eres nadie para decirme que hacer, así que bájale a tu "mood de autoridad" porque no está ayudando en nada, al contrario, complicas las cosas.

- No juegues con fuego - respondió.

- Oh, wow, ¿Qué harás imbécil? ¿Irás y le dirás todo a mi papi como el lame culos que eres?

El levantó la cabeza y se peinó frustrado.

- Eres irritante ¿Lo sabías? - dijo y luego miro el piso con los brazos cruzados - al menos desayuna antes de salir, y después vete, haz lo que se te cante - dijo yéndose a su habitación.

Suspiré, espero que Koch llegué pronto y pueda terminar todo esto, juro que ya el h
echo de saber que el imbécil de Zac está en el mismo apartamento que yo me da dolor de cabeza.

Desayuné algo simple y salí a caminar, nisiquiera iba a algún lugar en especial, solo quería caminar y mantenerme lejos de Zac.
No salí por la entrada principal como cualquiera lo haría, me fui al estacionamiento, el último piso, así nadie me vería, ¿Por qué? Porque no tenía ganas de fingir o de actuar, o de hacer el papel de la prometida enamorada del señor Richard, simplemente, no quería ser Eva Miller, si no que Elizabeth Wertheimer.

Llegué allí abajo y me aseguré de que no hubiera nadie, espere a que un guardia saliera de ahí y comencé a caminar hacía la salida, pero la vibración del móvil en mi bolsillo trasero me interrumpió, era Zac, carajo que molesto es, le contesté solo por si se trataba de algo de Koch, si no, juro que no lo hubiera hecho.

- Vaya, acabo de salir y ya me extrañas - bromeé.

- ¿En dónde estás?

- En Las Vegas - seguí bromeando.

- Sabes a lo que me refiero.

- No te interesa Zac, llámame cuando se trate de algo importante, tú mismo lo dijiste "vete, haz lo que se te cante", ¿Acaso ahora tienes Alzheimer?

Se oyó su suspiro en la llamada.

- ¿Al menos vas con alguien? - preguntó

- ¿Porque debería?

Amor PeligrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora