C A P I T U L O 32

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Nos encontramos sentados en una mesa para dos, bajo de una sombrilla de paja que nos da una buena sombra. El día está caluroso, no hay ni una nube a la vista. Alexander y yo estamos comiendo helado —otra vez—, pero viene dentro de una piña como embace, trae también un poco de granizado y sirope de cola roja

—¿Cuál es tu mayor sueño? —me atrevo preguntarle.

Bebe de su granizado un sirope celeste.

—Sonará cliché, pero quiero tener mi amor a primera vista —Suelta una risita y mira hacia el mar—, sé que será la indicada y me enamoraré locamente. El físico es lo de menos, sino lo que me trasmite esa persona, lo que me hace sentir cuando estoy con ella. Me gustaría que formemos una familia, claro, cuando ella quiera y se sienta lista, siempre y cuando sea mi compañera de vida hasta viejitos.

«Aprende de Alexander, Lloyd. CUANDO ELLA QUIERA Y SE SIENTA LISTA»

Sonrío y finjo tener un bostezo.

—Muy lindo y todo, pero muy cursi.

Me mira ofendido.

—Oye se vale soñar. Tengo la fe y la certeza que será así.

—¿Eres virgen?

—Sí —confiesa con mucho orgullo— ¿Algún problema con eso?

Rio.

Siendo sincera, la virginidad me vale poco. La gente tercermundista —refiriéndome a la de mente cerrada y criados a la antigua— se pone tan dramática cuando uno les dice que ya no son vírgenes, ni que fuese un delito no serlo. Y si lo son todavía, también es otro maldito drama.

—No me importa si es virgen o no, no la hace más ni menos, solo me importa que sea la persona indicada para confiarle y entregarle mi corazón. De todas formas, no es mi incumbencia saber el pasado de mi pareja, ya que eso es personal. —Se lleva un bocado de granizado a la boca— Ahora, si ella me lo quiere contar, que lo haga con toda la confianza del mundo, no la juzgaré y no tengo porque hacerlo.

Me sorprendo.

—Ella estará consiente de que puede hablar conmigo y podemos tener toda la confianza porque sabemos que no nos juzgaremos.

Suspira con una sonrisa.

—Quiero que mi primera vez sea con la persona que me tenga flechado el corazón para toda la eternidad.

Le sonrío.

—Que romántico —opino lo único que se me ocurrió decir.

—Es mi sueño. —Se come una cucharada de granizado—. Los sueños serán video imágenes del cerebro, pero muestran lo que queremos sentir e imaginar que nos pase en nuestra vida.

Nos miramos para luego sonreírnos, nuestras mejillas se ruborizan y bajamos la mirada a nuestros postres.

***

—¿Cuál es tu canción favorita? —pregunta mientras revisaba los CD.

Después de una hora de caminata, nos dirigimos al centro comercial. Fuimos de tienda en tienda solo a ver, pero no compramos nada. Incluso pasamos por una zapatería y no compramos nada a pesar que todavía estamos descalzos. Alexander quería comprar todos los álbumes que he sacado, entonces venimos a la tienda de música, en donde él comienza a ponerse romántico.

—Siendo sincera... no tengo favorita. Me gustan todas.

Es verdad, si me preguntan qué es lo que más amo en cualquier cosa, no sabré que contestar; es una pregunta bastante difícil.

Estefany Hoffman © [Parte I] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora