C A P I T U L O 30

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Celebremos las 30k leídas con el capítulo 30 :3

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Me encantó haber hablado un rato sobre la monarquía europea con Alexander. Admito que sigue cayéndome mal y no lo soporto, pero es muy inteligente, humilde y siempre está sonriendo.

¿Acaso a este chico no le duelen los cachetes de tanto sonreír?

Terminando de comer en McDonald's, me voy caminando para ir al club. Ya son las cinco y media y Jack tardaría en llegar a las seis, tal vez más. Mientras camino por el parque, se me antoja comerme un cono de helado, y eso que ya me había bebido un milk shake.

Hay niños haciendo fila en el camión de helados, entonces me les uno para esperar mi turno. Debo admitir que me siento un poco extraña en ser la única grande la fila.

Estoy tranquila esperando mi turbo, hasta que un niño comienza a molestarme.

—Señora ¿usted no está vieja para comer un helado?

E X P L O T E

—¡¿Cómo me dijiste niño?! ¿A quién le dices vieja? ¡Tengo diecisiete años!

—Lo siento —tartamuda mientras retrocede.

—¡Ve a decirle vieja a tu madre, mocoso malcriado!

El niño se le humedece los ojos y se va corriendo mientras llora.

"Ay, Estefany. Hiciste llorar a un niño".

"¡LO SÉ! No me hagas sentir mal. Pobre niño, me pasé".

"Creí que no te gustaban los niños ¿Por qué te sientes mal?"

"Una cosa es no soportar a los malcriados y otra muy distinta hacerlos llorar".

"Si yo fuera madre no sería así".

"Tú, no yo. Estefany Hoffman ni loca tendrá hijos. Primero muerta que parir una cabeza ¡Esa madre debe de doler!"

—El siguiente.

Me acerco con una sonrisa, pero mi labios se curvaron hacía abajo.

—¡¿Tú?!

—¡Estefany Hoffman! Pero qué lindo es volver a verte.

—Oye ¿acaso me sigues?

Alza una ceja.

—¿Por qué lo haría?

—No sé, tú dime.

—Bueno, es pura coincidencia.

—¿Acaso trabajas por media hora o qué?

—Algo así. Pero soy una persona multifuncional.

—Bueno no importa. Dame un cono de vainilla por favor. De una bola.

—Vainilla. Vaya decisión.

—¿Qué? ¿Algún problema?

—No, nada. Es que aparte de usar perfume de vainilla es tu helado favorito también.

De manera disimulada el cuello de mi vestido para olerlo, tiene razón, me puse perfume de vainilla. Tomando nota: usar otros olores que no sea el mismo de siempre.

—Aquí tienes tu helado. —Lo extiende— Te di una bola más para sacarte una sonrisa.

Sonrío y le doy el dinero.

Estefany Hoffman © [Parte I] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora