C A P I T U L O 3

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Hoy comienza mi primer día de clases en una escuela nueva, extranjera y de lengua distinta.

¡Modo bilingüe, activado!

Según mi horario de clases, mi hora de salida es al medio día, y cuando salga me tengo que ir de inmediato a las grabaciones. ¡AAAAAAAAAAA! Tan solo pensarlo quiero me pone ansiosa, muero por ver ya a Leonardo.

Mis hermanos y yo estamos de pie apreciando nuestros propios casilleros de color rojo. No puedo creer que tenga uno ¿es acaso mi oportunidad de ser una porritas?

«Cálmate, Estefany. Deberías de dejar de leer y ver tanto cliché»

A pesar que es la hora del recreo, aún nos encontramos viendo las casillas. Bueno, creo que ya he terminado de aceptarlo y me voy antes de que los demás alumnos piensen que soy una rara.

¡Al salón de Historia!

O como diría en mi país: ¡A Estudios Sociales!

Para mi primer día, quise verme presentable con una falda gris deportiva con paletones, unas converse negras y una camisa del mismo color con la frase de Barbie: You can be whatever you want to be.

«You can be whatever you want to be = Tú puedes ser lo que quieras ser»

Me la compré en el aeropuerto, lástima que la frase esté en inglés.

Dejo mi mochila sobre mi pupitre sacando algunas monedas para irme a comprar un refresco en la máquina que vi en la cafería, pero en el sector de los colegiales. Bajo las escaleras llegando al sector de la secundaria, sus casilleros son de color azul real, los alumnos caminan de un lado a otro como esos estudiantes de las películas y series que no aportan nada, más que fingir ser adolescentes.

Bajo de nuevo a otras escaleras llegando a la cafetería, meto unos centavos en la máquina y presiono el botón de la gaseosa de uva, mientras que en la otra máquina de al lado pido un paquete de bolitas de queso.

Ya con mi bocadillo a mano me voy a la máquina de refrescos, pero cuando lo iba a tomar, otra mano también lo hace.

«Por favor, que no sean de los típicos estudiantes que son los brabucones que te quitan la comida»

Hago mi cabeza hacia atrás para mirar de quien se trata, encontrándome unos grandes ojos verdes que provocan que mi corazón esté al borde del colapso.

—Lo siento, creí que alguien la había olvidado.

Leonardo...

—¡Pero si eres tú! —chillo con una sonrisa.

—¡Estefany! —Nos enderezamos—. Wow, que sorpresa ¿qué haces aquí? —Sonriendo con brillos en sus ojos.

—Es mi primer día de clases —Pongo un rizo detrás de mi oreja y mis mejillas se calientan.

—¿Estudiaras aquí? ¡Eso es genial! Ahora podemos convivir más tiempo juntos.

Juntos...

«¡Cálmate, corazón! Harás que te escuche, pinche órgano cardiaco»

—¿En qué grado estás? En octavo ¿no? —Tratando de sacar conversación.

—Segundo año.

—Es lo mismo —Rio.

—Oye... —Vigila ambos lados y regresa a mí con preocupación—, no deberías estar aquí, es prohibido que los escolares vengan y que los colegiales vayamos arriba. Vamos, te llevo a tu sector.

Leonardo me toma de la mano dirigiéndome junto a él a las escaleras para irnos al tercer piso. Él es tan amable y dulces... tan guapo. Suspiro y corazones flotantes aparecen sobre mi cabeza.

Estefany Hoffman © [Parte I] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora