C A P I T U L O 39

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Desde ese día, me convertí más en Estefany. No para bien, tampoco para mal, sino para peor. Me convertí en lo que más me daba miedo que pasara, me convertí en Estefany Hoffman, en una mujer seria, odiosa, repugnante, quejona, berrinchuda, egocéntrica, presumida, narcisista, fría y amargada.

Odio que las cosas sean así. Si solo hubiese alguien que me rescatara, no solo de Charlie, sino también de ella.

No sé la verdad que me pasa, que soy o más bien, por qué pasa esto y cómo. Talvez ahorita mismo te esté hablando como yo soy realmente, pero de la nada, puedo contestarte como ella.

¿Es alguna maldición o karma? ¿Me habrán hecho una embrujaría? ¿Seré bipolar? ¿Tendré algún trastorno disociativo? ¿Trastorno de identidad disociativo?

Ya ni sé en qué pensar.

Sea lo que sea que tenga, saberlo no me ayudará eliminarla a ella de mí.

Siempre me dan unos feos ataques de ansiedad, sudo demasiado, siento como se me contrae el pecho y se me corta la respiración, he tenido pánicos y ya me duelen los dedos por comerme los pellejos, porque si me como las uñas, Charlie podría enojarse mucho.

Mi adicción a la droga aumenta. Antes consumía dos o una vez a la semana, ahora consumo casi todos los días, pero de manera controlable.

Las pesadillas aumentan por las noches, mucho insomnio y casi siempre tengo parálisis del sueño, es la cosa más horrible del mundo, porque quieres gritar, quieres respirar, moverte, pero no puedes, y cuando por fin lo logras, es inevitable llorar y el corazón está al borde del colapso.

Vivo intranquila, podré estar quieta sin hacer nada, pero por cualquier saludo inesperado o que coloquen sus manos en mis hombros, mi corazón se vuelve loco golpeando con fuerza mi pecho, pensando que Charlie vino a hacerme daño.

No tengo paz y vivo con muchísimo miedo a que algún día Charlie entre a esa puerta a matarme, a golpearme, a tocarme y lograr su objetivo de sus deseos morbosos hacía mí. Tan solo pensarlo, mi ansiedad aumenta, quiero vomitar y me siento en la obligación de usar ropa que me cubra completamente la piel.

Por otro lado, he vuelto a comer más, volví a ganar peso y masa muscular, el color negro de las bolsas de mis ojos desapareció y mis mejillas volvieron, al igual que mis energías. Mi tono de piel ya no está pálida casi amarilla y los horribles moretones —provocados por Charlie, incluso por mí misma— desaparecieron.

Pero mi salud mental está a la mierda y sé que estoy mal, tengo ansiedad, depresión, deseos suicidas, pesadillas y siempre vivo con miedo y pánico. Sé que puedo buscar ayuda, pero Charlie dice que eso llamaría la atención a la prensa, incluso a la de mi familia y es lo que menos quiero.

Mi familia me llama más seguido para saber cómo sigo. Ellos son mi medicina para sentirme bien, son mi razón para seguir de pie, a pesar que en mis pesadillas siempre son imágenes de ver como Charlie y sus hombres los matan a todos. He tenido malos sueños en donde toda la familia (incluso los ya fallecidos) me está echando las culpas de todo, están de lado de mi manager y yo retrocedo con mis manos llenas de sangre.

La culpa vive en mí. No los maté directamente, pero sí cuando firmé aquél maldito contrato.

Pasé la navidad sola. Lloyd y los demás creen que pasé las fiestas en mi país, y mi familia cree que la pasé en Japón. Jason, Jack y Alexander creen que me la pasé en mi país también. Al final, le dije a Alexander que no nos íbamos a poder ver allá porque iría a la capital, el pobre principito se lo creyó y eso me rompía el alma.

Cole iba a cancelarle a May a pasar las fiestas del mes con ella para pasarlas conmigo, pero yo le rogué que no lo hiciera, que iba a estar bien. El necio no quería hacerme caso, pero al final lo convencí diciéndole que mis hermanos vendrían, cuya cosa no era cierto, y sé que él no me creyó tampoco.

Estefany Hoffman © [Parte I] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora