La magia de la Veela

K A F L I 25

Se volvió una costumbre de encontrarse afuera del banco para cenar juntos, aunque había ciertos días en el que la cita terminaba más temprano que otras noches, que incluso llegaban hasta la casa de la islandesa. Sin embargo, justo cuando iba a terminar de enviar todos los papeles a una escuela belga, le llegó un vociferador.

"Señorita Lilja, la están buscando en el Departamento de Seguridad"

No era extraño que varios aurores pidieran ayuda al Instituto, pero sí era extraño que pidieran ayuda directamente a la veela, aunque eso la hacía sentir más orgullosa de su trayectoria en conocimientos de Artes Oscuras, algo que era un tema tabú en el pueblo inglés.

—Buen día, me buscan en el Departamento.

—Si, Lilja— hablo Aksel con una sonrisa —Estos dos caballeros pensaron que estarías en este departamento al ser tú quien atendiste su caso, pero se sorprendieron al notar que con tu carrera, estabas en Educación.

—Creí que ya sabían que el Ministro me odia desde el Torneo— Lilja saco su mano de sus jeans muggles —Lilja, representó al sector Educación dentro del Instituto.

Lilja se sorprendió cuando uno de los dos hombres la abrazó con fuerza, ella se quedó quieta, creyendo que era porque el hombre estaba atraído a ella por ser veela; ya había tenido que lidiar con eso en varias ocasiones en el pasado.

—Estás incomodando a la señorita, Orion.

—Cállate Arcturus— el mayor la soltó y la veela noto las lágrimas de felicidad en sus ojos grises —Muchas gracias Lilja, no sabes lo agradecidos que estamos que nos sacaras de esa horrible cárcel.

—¡Ustedes son los hermanos Black!— Lilja llegó y abrazó a ambos, había pedido que después de diez años tuvieran un juicio justo, porque ambos habían sido encarcelados sin juicio y sin pruebas que ellos habían cometido asesinatos, ni les habían revisado la varita —¡Me alegra que pudieron salir de ahí!

—Fue gracias a tu insistencia, realmente— el menor se alejó del abrazo —Regulus Arcturus Black, si hay alguna manera en que podamos ayudarte, será un placer.

—Tenemos uno de los apellidos más antiguos— después ambos hicieron una mueca, Lilja sonrió al ver que eran muy parecidos —Y aunque nuestra imagen tiene que mejorar, el apellido sigue teniendo poder.

—Su imagen siempre quedará atada al pasado— suspiro Lilja, sabiendo que ella siempre sería una veela con suerte y no una duelista —Me alegra que estén bien, cualquier cosa que pueda ayudarlos, también será un honor.

—Una cita, eso te pido— habló Orión, a lo que el menor rodó los ojos.

—Esta señorita está ocupada por un rompe maldiciones— contestó Aksel por la veela, como un padre protector —El pelirrojo no tardará en venir por ella para irse a su cita diaria, ya que ella no está en el banco esperándolo.

—Es una lástima, siempre quise salir con una extranjera.

—Hola Lilja— la islandesa giró con una sonrisa y fue a recibirlo con un beso —Fui directamente a tu oficina y me dijeron que te habían llamado— después le dio un pequeño beso —Tome tus cosas para irnos directamente.

—Con que Bill fue quien me quitó la oportunidad de salir con la señorita que me sacó de la cárcel.

—¿Sirius? Pensé que irían por cosas para renovar la mansión— Bill abrazo por la cintura a Lilja, como si quisiera mostrar que ella era suya, cosa a la veela le gusto poco, pero entendía el comportamiento, era normal en la pareja destinada.

—Y de ahí venimos, Weasley— contestó el hermano menor, antes de que hubiera una pelea innecesaria —Solo venimos a agradecer en persona a quien nos ayudó, y ponernos a su servicio si es que requiere ayuda.

—Ventajas de ser Black, como le estamos diciendo.

Lilja volteo a Aksel, quien tampoco entendía la pelea de orgullo masculino que estaban teniendo ambos hombres, sin embargo, tenía que revisar si es que le habían colocado los papeles correctos para terminar el trabajo el fin de semana, pronto empezarían las clases, algunas escuelas y debían saber que se estaba pensando en este nuevo ciclo escolar.

—¿Qué dices Lilja?— preguntó Bill a su lado.

—Perdón, estaba comprobando si habían colocado todos los papeles que necesitaba para trabajar el fin de semana, ¿qué decías amor?

—Que si te gustaría venir a cenar a la mansión, donde actualmente Bill se está quedando.

—No sé si eso cambia nuestros planes— la veela giro un poco su cabeza para saber qué opinaba su novio.

—En realidad, creo que estaría bien que también fueras, para que conocieras mejor al clan Weasley.

—Está bien.

Lilja se despidió de su mejor amigo en Inglaterra, pidiendo disculpas con la mirada a todos los presentes que no pudieron trabajar por el escándalo que había hecho; después tomó la mano del pelirrojo y siguió a los dos hermanos. Caminaron hacia el Londres muggle, encontrándose con varias personas que al parecer todos conocían, excepto ella, quien miraba de reojo a su novio, quien también venía muy callado, más de costumbre.

—Esta es nuestra dirección— le mostró un papel —Solo no la digas en voz alta.

Entendiendo que estaba bajo encantamiento Fidelio, solo vio como la casa aparecía entre dos casas muggle; era común ver eso en su pequeña isla, cuando los magos empezaron a notar que necesitaban ciertas cosas de los muggles para facilitar su vida, y porque había más tiendas de alimentos entre ellos.

—Bienvenida a nuestra humilde morada, Molly debería estar ya haciendo la cena.

—¡Bill, que bueno que has llegado! Tu padre me dijo que te quedaste más tiempo que de costumbre en el Ministerio, pensé que estarías en problemas.

—Hola mamá, traje a mi novia a la cena.

—¿Novia?— la matriarca miró detrás de ella e hizo una mueca de disgusto al notar que una veela estaba mirando todo con asombro —Bill, cariño, no sabía que tenías novia.

—Si sabías, en varias cartas antes de regresar de Egipto había mencionado a Lilja, la conocimos en el Torneo, ¿te acuerdas?

—Si, la campeona de Durmstrang.

Después, dijo algo que la islandesa no alcanzo a escuchar, pero por la mirada que recibió por parte de ella, sabía que no eran cosas agradables; pero no quería causar una escena, sobre todo al ver como Arcturus también estaba mirando a su suegra y a ella, eran sus anfitriones y debía comportarse, al menos, esa primera noche.

—Bueno, deja poner un plato más en la mesa.