·°| 13 |°·

4K 514 158
                                    

─¿Seguro que nada te pasa?

Sonreí apenas cuando lo escuche preguntar por cuarta vez desde que habíamos subido a su coche, el problema con la beta ésa, se encargó de no solo bajarme los ánimos, sino también de recordarme que tengo algo importante que decirle a Conway, algo que seguramente le vendría tan mal como a mí desde que lo recordé.

─Estoy bien, lo prometo.

─¿Por la garrita?

─¿Hmm?─. Aleje mi mejilla del cristal de la ventana, mirándolo con un claro signo de interrogación en mi rostro ¿garrita?

─La garrita─. Respondió sin mirarme, aunque estoy seguro de que él se está haciendo una idea de la confusión en mi rostro. ─Te escuché durante ese día, en el estadio, le decías a Manolo que hiciera algo y  hacías que te lo prometa por la garrita, ¿No? ¿Qué es éso?

Asentí, volviendo a apoyar mi cabeza en la puerta, ni siquiera sabía que tanta atención nos había prestado, pero saberlo me hizo muy feliz. Mordí mi labio para reprimir una sonrisa, mientras mis manos empezaban a jugar entre ellas, sabiendo lo que vendría después de mi respuesta.

─Es el juramento más importante que existe─. Aclaré, mirándolo de reojo. ─No se puede mentir o romper, la garrita es sagrada─. Estaba a punto de decir “igual que tu culo”, pero solo cerré los ojos, tratando de aguantar la risa, cosa que Conway no ha notado.

─Entonces, ¿me prometes por la garrita que todo está bien?

Lleve una de mis manos a mis labios y tironee ligeramente de estos, jugando con el inferior mientras pensaba exactamente que decirle. No puedo comentarle lo de Paola, es una de las tantas veces que me han tratado así, debo aprender a ya no reaccionar a ese tipo de cosas estúpidas, pero hay algo más, siendo honestos creó que Jack merece saberlo.

─Salgo de vacaciones el miércoles.

Lo solté y suspire. Si, esa es la principal razón de todo mi mal ánimo, no porque no extrañe mis vacaciones, de hecho antes de conocer al abuelo contaba día a día, hora a hora, o hasta los minutos para terminar con el ciclo de lo que es el mismísimo infierno; universidad, para los que no son tratados como yo, sin embargo ahora hay algo, Conway me llevaba y recogía de clases todos los días, no es que yo necesite transporte, me he sabido valer por mismísimo desde que mis padres me dieron la espalda, la única verdad detrás de todo es que yo uso esta excusa para ver a Jack diario; ahora, sin universidad, no hay ida y vuelta, no hay abuelo decrépito.

No quiero perder a Jack. Quiero a Jack. Necesito de él.

Rodé los ojos ante las palabras que me mandaba mi subconsciente. Si, estúpido omega, ya lo sé, yo sé  en lo que nos hemos metido y no podemos estar más jodidos, habernos vuelto dependientes de un alfa que ni nos corteja, considerando que nos acelera el corazón como a quinceañeras y que ahora me acaban de dar excusas para verlo ¿Qué podría ser peor?

─¿En cuatro días?

─Si─. Lo mejor que se me ocurrió fue dar respuestas cortas, de esta forma evito que mi voz se quiebre o terminar de nuevo llorando entre sus brazos, por mucho que me muriera por tenerlo calmandome, tampoco es como si fuese un niño llorón que se la pasa tocando los huevos. Mierda, soy Gustabo García, siempre he estado solo, ¿Por qué ansío tanto que esos brazos me abracen?

Mierda, mierda y más mierda. ¿Qué hiciste conmigo Jack?

─Es bueno ¿no? Ya te merecías un descanso.

Asentí con la cabeza, queriendo abrazar mis piernas y llorar acurrucado en ese espacioso lugar de su auto. Cerré los ojos con fuerza y pensé en Manolo. Lolo, mi niño, eres lo único que me salva de soltar feromonas y que Conway huela mi dolor, mi pánico, o que comprendiera lo asustado que estoy ante la idea de perderlo. Observé hacia el frente, faltaba la mitad de camino para llegar a mi casa. Vaya que ese sería un viaje largo y doloroso, consumiéndonos a ambos por ese tenso e incómodo silencio que llenó el lugar.

𝒯𝒽ℯ 𝓅ℯ𝓇𝒻ℯ𝒸𝓉 ℴ𝓂ℯℊ𝒶  (editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora