Observé el gran edificio desde el auto ya estacionado fuera. Suspiré cuando los dos hombres se bajaron de éste y uno de ellos me abrió la puerta; él me tendió la mano pero negué con la cabeza, me tome mi tiempo para salir del auto, ya había cortado comunicación con Volkov cuando entendí, más o menos, lo que tengo que hacer.
Estoy emocionado, tan excitado pero tan aterrado a la vez, además de que tengo la cabeza llena de dudas, de tantas preguntas que deseo que Jack conteste, aunque sé que cuando lo vea, él no desearía articular alguna palabra y seguramente yo tampoco.
Aún no estoy seguro de si Volkov ha escuchado mal o si fue una equivocación, tal vez Conway me termine tirando a patadas de su pent-house como a las omegas que le han llevado, pero sea como sea, quiero intentarlo, mi deseo por ayudarlo y mis ansias por ser deseado por él dueño de mis pensamientos pueden más que el mismo temor de salir mordido de ésa habitación. ¿Qué tal si Jack llega a odiarme por venir sin su consentimiento? Volkov puede estar equivocado, porque al final han sido muchos días sin vernos y Conway no movió ni un dedo por cambiar éso, aunque yo tampoco, pero vamos, que yo tengo mis razones.
—Lárgate—. Escuche una vez el ascensor sonó mientras las puertas se abrían lentamente, indicándome que llegue al último piso del edificio, donde se encuentra el pent-house de Jack. —¿Acaso eres imbécil? Te dije que te largaras, por tu cuenta o por la mía, pero te aseguro que si es a mi modo no saldrás en una pieza, muñeca—. Al estar justo en medio de la entrada de su habitación, pude oírlo bien, es él, estoy seguro de que esos gritos sonando casi fuertes, como gruñidos enojados, provienen de Conway, es su voz.
Corriendo desde el fondo del largo y oscuro lugar, ya que ni una de las luces está encendida, vi a una omega delgada, de largas piernas en tacones, haciendo resonar sus zapatos en el mármol del suelo, corriendo tan torpemente que estuvo a punto de caer dos veces, ella lleva un vestido blanco cubriendo sus muslos, para luego un poco más arriba enseñar su escote.
Vaya, pensé, definitivamente las chicas que le traen a Jack son de calidad.
—Emm...
—Sal de aquí—. Me dijo, acomodándose sus ropas una vez se sintió segura dentro del elevador, se colocó al otro extremo de éste y respiro profundo, mirándome, mostrando el infinito terror en su mirada, la comprendo, ningún omega amaría ver a un alfa en celo enojado, muchos seguramente no habrían salido vivos de esa. —Conway no está... Normal. Él nunca ha sido así, tú... Solo vete ¡Te hará daño!
Suspire, lo mismo me ha dicho Volkov, Jack no es el mismo. Di unos pasos para entrar al pent-house y salir del elevador, ante la mirada atónita de la chica.
—O se hará daño—. Susurre, no sé si me escucho porque las puertas del elevador no tardaron en cerrarse. Camine mucho más decidido que antes hasta la habitación principal, al final de ése enorme lugar, imaginó que ésta es la habitación no solo por ser la más grande y que la chica haya salido corriendo por ese pasillo, sino porque huele a Jack, Jack y Jack. Algo parecido a café, un olor cálido al igual que reconfortante; ronronee queriendo acercarme más hasta que abrí con cuidado la puerta, permitiendo que lo vea ahí.
Conway está acostado en su cama con sus manos frotando su rostro, el lugar es un completo desastre, aunque no repare mucho a contar cuantas ventanas rotas o cuantos muebles destrozados, primero porque la oscuridad del cuarto no me lo permite y segundo porque él está ahí. Mi omega jadeo, yo lo hice, lo sentí arañarme interiormente; queriendo que nos lancemos a él.
—Gustabo—. Susurró, el aún no me ha visto, no estoy muy seguro de que si me habrá olido o escuchado, así que puede ser mi olor o lo desarrollado que esta su oído para éste instante. Alzo la mirada y me vio, fue todo. Cualquier gramo de consciencia había terminado de desaparecer. —Gustabo—. Volvió a repetir sin apartar la mirada de mí mientras se acerca con sigilo pero rapidez, parece un depredador asegurándose de acercarse de forma cautelosa o su presa desaparecería.
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𝒯𝒽ℯ 𝓅ℯ𝓇𝒻ℯ𝒸𝓉 ℴ𝓂ℯℊ𝒶 (editando)
FanficCuando eres la perfecta definición del omega imperfecto, pierdes todo pensamiento positivo de encontrar algún día el amor de tú vida. Gustabo García tiene 20 años, un hijo de tres años y un lazo roto debido a su ingenuidad. ¿Qué alfa querría encarga...