Capítulo 12

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Lúa lloraba como si no hubiera un mañana, había disparado y matado a alguien...  Todavía no podía dar crédito de lo que había pasado.

Su ropa estaba manchada de la sangre de la otra joven, quien se encontraba tirada a su lado sin vida. La cantidad de sangre que brotaba de su cuerpo era inmensa.

Tiró su arma lo más lejos posible y se llevó las manos a su rostro, había sido la única culpable de la muerte de esa muchacha y a pesar de que lo hizo para defenderse no podía parar de echarse la culpa.

—Lúa, pensamos lo peor cuando escuchamos el disparo. — murmuró Richard mientras trataba de acercarse a ella, esta lo único que hacía era retroceder.

—La he matado. — dijo entre sollozos.

—Era lo que tenías que hacer... Fue en defensa propia, era su vida o la tuya... Hiciste lo correcto.

Una vez más, trató de acercarse para poder tranquilizarla pero solo causó que se alterara más.

—¡No me toques! — gritó—. Soy una jodida asesina...

—Lúa, nosotros también lo somos pero no matamos a gente inocente.— habló con voz pausada—. Ella habría matado a muchas personas, no te culpes su muerte... Es una persona menos en este mundo de mierda.

El estado de shock era más que obvio en su cuerpo, su reacción era de las más habituales después de lo sucedido.

—Quiero que te tranquilices... Todo está bien ahora. — murmuró despacio, consiguiendo que Lúa empezara a respirar cada vez de forma más pausada—. Ya está, bonita.

Secó sus lágrimas y la abrazó, proporcionándole la paz que tanto necesitaba en esos momentos.

Consiguió ponerse en pie y cargar a la joven en sus brazos, necesitaba que se relajara después del día tan intenso que había tenido. Lo que no se esperaba es que se quedara dormida en sus brazos mientras llegaban al pazo.

—Es normal, está cansada... — dijo Zabdiel—. Alguien tendrá que quedarse con ella, no queremos que despierte y entre en pánico.

—Yo lo haré. — dijo Erick sin pensarlo—. Podéis dormir tranquilos, yo me ocupo de ella.

Dejaron a la joven en la que era su cama desde hace unas semanas y Erick permaneció despierto toda la noche para estar al pendiente de ella.

Eran pasadas las cinco de la madrugada cuando esta despertó con la respiración agitada, llorando y aterrada por las pesadillas que no dejaba de tener, recordándole una y otra vez lo que había hecho.

—Tranquila, estoy aquí. — murmuró Erick, rápidamente llegó a su lado y envolvió su cuerpo con sus brazos.

—La he matado... Soy una asesina. —repitió constantemente como si fuera una oración.

Entonces en un inesperado movimiento, Erick juntó sus labios con los de ella para callarla.

El beso dejó anonadada a la gallega por varios instantes, quien se separó de él y llevó una mano a sus labios.

—¿Por qué hiciste eso?

—Estabas muy alterada.

—No vuelvas a besarme.

—No vuelvas a alterarte.

Él le extendió los brazos y ella no dudó en abrazarlo, de alguna forma le producía tranquilidad y eso era lo que más necesitaba en esos momentos.

—¿Ya estás mejor? — preguntó al cabo de unos minutos.

—Todavía estoy asumiendo lo que hice...

—Tranquila, es normal.

—¿Cómo fue tu primera vez? — preguntó.

Erick sintió sus mejillas sonrojarse, era obvio que no hablaba de esa primera vez pero su mente le estaba jugando una mala pasada en ese momento.

—Ay, no... No esa primera vez. — murmuró totalmente avergonzada al darse cuenta de lo que había dicho y de cómo lo había interpretado Erick.

—¿La primera vez que maté a alguien? — cuestionó ladeando la cabeza, Lúa asintió y él tomó una respiración antes de hablar—. Fue hace tan sólo un par de años, la rivalidad entre bandas de narcotráfico existe desde siempre y es cuestión de salvar tu propia vida y la de los tuyos... No lo dudé cuando tuve que apretar el gatillo para matar al hombre que en varias ocasiones había tratado de deshacer CNCO.

—¿Tardaste mucho en superarlo?

—No, sabía que había hecho lo correcto... Si no lo mataba esa noche, a la siguiente me mataría él a mí.

—Es una mierda. — declaró Lúa mientras cerraba los ojos, las caricias que el mafioso le estaba brindando la estaban relajando demasiado.

—Lo es.— concordó—. Pero con el paso del tiempo te acostumbras.

—No creo poder acostumbrarme nunca a vuestro mundo.

—No lo sabrá si no lo intentas. — murmuró dejando un beso en su frente.

Era todo tan difícil de asimilar que incluso podría juzgarlo como imposible. Si tan solo el día de hoy hubiera sido borrado de su mente sería mucho más fácil para poder seguir adelante.

Su vida era mucho más sencilla unos meses atrás, sin CNCO, sin narcotráfico, sin problemas y sin fariña da costa.

Fariña da costaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora